Foros TIC para convencidos

El tema que protagoniza la conversación en los distintos foros de telecomunicaciones que se celebran semanalmente alrededor del mundo es la digitalización. Por medio de la digitalización de todos los segmentos productivos de la economía se pueden generar eficiencias que permitirían abaratar costos y expandir la cobertura de servicios de primera necesidad a segmentos de la población que hoy no los reciben.

El tema de digitalización tiene dos aspectos que son esenciales para su discusión. El primero se refiere a los montos de inversión para materializar los múltiples conceptos en los que se imagina el mundo conectado, independientemente de si el interlocutor se refiere a un Internet de las Cosas rústico o a metrópolis completamente conectadas donde la automatización del trabajo va en conjunto de la analítica y todos los conceptos que se anidan bajo las palabras big data.

El segundo aspecto que tiene que ser considerado es el marco legal existente. Sabes si la regulación, como está escrita, fomenta o inhibe el crecimiento del desarrollo digital. Normativas sobre armonización en el despliegue de infraestructura, revisión de tasas impositivas y esfuerzos por la asignación de cada vez más bloques de espectro radioeléctrico reúnen la mayor parte del diálogo regulatorio sobre crear vías de apoyo a la infraestructura digital.

Mientras el diálogo anterior se va gestando, otros aspectos del mundo digital tienen que ir concretándose para que éste se haga realidad. Un aspecto de interés para todos, pero arropado en silencios se refiere a todo el aspecto de seguridad. ¿Cómo llegar a ese punto donde toda la vida se registra en formato binario sin la preocupación de accesos no autorizados a la existencia digital? ¿Cómo llegar a un acuerdo de intercambio de datos que no viole derechos de privacidad? ¿Cómo manejar las diferentes interpretaciones legales de la propiedad intelectual en el ciberespacio creado por autos autónomos, realidad aumentada e implantes en la piel?

Lo tangible, aunque parece ser un elemento marginal de la digitalización, sigue siendo su columna vertebral. La inversión de la que se habla es mayormente en fibra óptica que permita el transporte de datos de forma rápida ya sea desde las antenas hasta la red dorsal nacional, desde la red dorsal hacia destinos internacionales o hasta los hogares de los privilegiados económicamente y que pueden costear altas velocidades de Internet.

Los discursos de digitalización no deben olvidarse de 200 a 300 dólares mensuales en salario mínimo (antes de impuestos) que caracterizan a América Latina, tampoco puede obviar la existencia de una economía informal que mantiene a flote a más de un país.

Seguramente el niño con hambre que vende dulces en el semáforo entiende poco de la economía digital. Seguramente su madre que no cuenta con el lujo de enfermarse para evitar que su casa pase hambre nunca ha escuchado que es la bancarización. Y seguramente a los politiqueros de turno no les haga ninguna gracia escuchar los cambios posibles a favor del bienestar social que son alcanzables por medio de la apropiada implementación de tecnologías de información y comunicaciones.

La mayoría de los foros sobre digitalización se resumen a llover sobre mojado, convencidos hablándole a convencidos donde importa más saber quién es pionero a como amoldar una misma solución a distintas realidades. Democratizar la conversación suena como el siguiente paso a seguir, pero lograrlo requiere de fondos y numerosas explicaciones que hagan sentido en la región con la peor distribución de riqueza del mundo.

No deberíamos sorprendernos si ante la enumeración de beneficios de la digitalización alguien se atreviese a responder: “tal vez sí y tal vez no. Pero es seguro que quien primero se conecta es el patrón”.

* José F. Otero tiene más de 20 años de experiencia en el sector de las TIC. Esta columna es en título personal.