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Sara, la eminente ajedrecista iraní bajo presión
La niña prodigio del ajedrez Sara Khadem es una campeona mundial pero, también un símbolo de la lucha por la igualdad de derechos en su país.

Sara Khadem, ajedrecista. Foto: Reuters
Los deportistas iraníes son un bastión de rebeldía y de comunicación con el mundo. El país persa mantiene sus reglas de colocarle rejas a ciertos deportes y el acceso a ellos.
Por ejemplo, se conoce que las mujeres aún luchan por entrar a los estadios de futbol y aunque las leyes iraníes lo hayan permitido sólo en ocasiones, no es suficiente para cambiar el paradigma de verlo con rareza.
Entre las prohibiciones está el ajedrez calificado por el mandatario Jomeini como “un juego diabólico que perturba la mente” y en la Edad Media señalado como un juego de azar y de apuestas, tampoco nada de eso permitido.
Sara Khadem (Teherán, 1997) se ganó el respeto del mundo por ser una eminencia del ajedrez pese a las limitaciones en su país hacia el deporte y las mujeres. Cuenta con los títulos de Masters Internacional (IM) y Gran Masters Femenina (WGM). Además es sobresaliente en tiempos de rebeldía de la sociedad iraní con protestas de mujeres por sus derechos humanos.
A los 26 años los títulos de campeona mundial no vale para Irán ni para hacer excepciones, por ello se refugia en España, con su hijo y su esposo Ardeshir Ahmadi, director de cine.
Sara comenzó su formación a los 8 años, dedicando hasta 10 horas diarias jugando y a los 12 años, una edad en la que aún no se permite la convivencia entre hombres y mujeres, ella ya viajaba por le mundo para asistir a competencias. A los 16 años obtuvo el título de campeona del mundo sub-16 en la modalidad relámpago.
“Antes dedicaba al ajedrez más horas que ahora. Gracias a la pandemia pude tomarme un descanso y, después, nació mi hijo Sam, así que ahora mismo lo afronto con más calma”.
No son sus títulos un símbolo de resistencia iraní, sino el acto de quitarse el hijab (velo) para competir en el Mundial de Ajedrez Rápido de Kazajistán sin hijab (obligatorio en su país para las mujeres a partir de los nueve años). Lo hizo en diciembre 2022, tres meses después del asesinato de la iraní Mahsa Amini por no traer el hijab bien colocado.
“Me enteré como todo el mundo, por la televisión. Estaba en casa porque Sam acababa de nacer, teníamos puestas las noticias y nos quedamos conmocionados. Nosotros y todo el país”, contó a la revista Vogue de España.
De ese mes a la fecha, los deportistas iraníes dentro y fuera de ese país han creado una fuerza de presión hacia el gobierno. Los futbolistas del equipo varonil, las mujeres atletas de karate, judo, lucha libre y ex atletas. Sara no es el única jugadora iraní que ha sido vista sin un hijab, también está Atousa Pourkashiyan, que vive en los Estados Unidos y Dorsa Berajshani, que no regresó a su país después de jugar sin un hijab en el Gibraltar Open, donde Khademalsharieh y Pourkashiyan lo usaron en la sala del torneo, pero lo eliminaron tan pronto como no hubo fotógrafos alrededor.
Sara es una potencia mundial por sin reconocimiento nacional. Actualmente, Irán le emitió una orden de arresto.