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Milagro uruguayo: el éxodo de jugadores
El Economista te presenta la manera en la que el futbol uruguayo existe cuando las condiciones del país no son las mejores para el desarrollo, preparación de jugadores. Poca infraestructura y bajos salarios, entre las complicaciones.

Neymar vive en una burbuja de privilegios, tanto en el París Saint-Germain, como en la Selección de Brasil. Tiene personal específico para su cuidado, descanso; sus compañeros saben que él tiene comunicación directa con directivos y dueños.
El único jugador que le ha plantado cara, que lo ha desafiado y criticado es un uruguayo, se llama Edinson Cavani.
En Uruguay, 90% de los niños practica futbol y en las calles de las principales ciudades del país se puede encontrar cada 500 metros una cancha, un potrero, el término sudamericano correcto.
Desde los cinco años los niños juegan el llamado baby futbol, la categoría inicial del deporte y aquella que jugaron Edinson y Luis Suárez en Salto, Uruguay, antes de dejar su nación a los 20 y 19 años, respectivamente, para convertirse en figuras mundiales del balompié.
“Es un milagro (...) porque la infraestructura y metodología de trabajo de los equipos de Primera y Segunda División, en 80% de los casos, trabajan en forma precaria”, dice Gonzalo Cigliuti, entrenador charrúa, con experiencia en la formación de jugadores en México y Uruguay.
¿Por qué es un milagro?
En el contexto del balompié uruguayo los clubes necesitan de la exportación de jugadores para sostenerse económicamente. Según el reporte del Observatorio de Futbol del CIES (Centro Internacional de Estudios del Deporte) cada año 288 futbolistas uruguayos juegan en ligas extranjeras, de los cuales al menos 100 dejan las ligas locales, Primera y Segunda División, para jugar en otros países. Es como si cada año 12 plantillas completas se vendieran al extranjero.
Ése es el contexto del rival de la Selección Mexicana en el primer partido amistoso después del Mundial de Rusia 2018. Incluso con un ingrediente más, la corrupción, que ocasionó la renuncia de Wilmar Valdez como presidente de la Asociación de Futbol de Uruguay, donde se le involucra en un audio —que no se ha dado a conocer— donde señala actos de corrupción en el futbol uruguayo, pero que a pesar de las adversidades, a nivel deportivo han mantenido estabilidad los últimos 12 años.
“Somos los más pobres de la región, los peor pagados y los que tenemos menos infraestructura para entrenar. Las condiciones de muchos clubes no son nada adecuadas, sin centros de alto rendimiento y ni siquiera vestuarios o canchas acordes”, dice Fabián Pumar, secretario general del sindicato de Futbolistas Profesionales de Uruguay.
Los futbolistas en Uruguay ganan en promedio 1,150 dólares al mes, pero ese margen considera a los dos equipos más poderosos del país, Nacional y Peñarol, porque sin ellos el sueldo mensual medio de la Liga disminuye a 900 dólares. Según el reporte anual de la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales sobre condiciones laborales de los países, Uruguay concentra varias condiciones poco favorables al desarrollo de los jugadores, como falta de pago, de atención médica, de condiciones adecuadas para entrenar.
Competitividad, fuerza y habilidad, sus fortalezas
La Selección de Uruguay ha sido el mejor equipo del continente americano en los últimos tres mundiales. Aunque Argentina llegó a una final del Mundial (Brasil 2014), los uruguayos fueron cuarto lugar en el 2010; quinto en el 2014 y décimo segundo en Rusia 2018. En la categoría Sub-20, en los últimos 10 años, han calificado siempre al Mundial de la categoría, y ya jugaron una final del mundo.
“El jugador uruguayo es muy fuerte, tiene agresividad para la marca, con buen juego aéreo y muy individualista, porque desde la infancia debes superar miles de adversidades tú solo, como el desarraigo”, describe Gonzalo Cigliuti, integrante del cuerpo técnico de Robert Dante Siboldi.
Los entrenadores uruguayos son buenos formadores, tienen prestigio de preparadores físicos, lo que da como resultado que los futbolistas se formen física y técnicamente bien; “lo que hace falta es tener mejor infraestructura”, agrega Gonzalo Cigliuti.
Además, el rol de Óscar Tabárez, entrenador de la Selección de Uruguay desde el 2006, en el desarrollo de estructuras de las selecciones juveniles, ayudó para que disciplinas complementarias como nutrición, psicología, tecnología y análisis de rivales ayudarán al desarrollo de un método de trabajo y de mejores instalaciones de entrenamiento, como es el Complejo Celeste, donde entrenan todas las categorías del equipo nacional de futbol.