Lo que dice el arte sobre los alimentos, sus rituales y conflictos

“Conocer al mundo con la boca, sin que te piquen las espinas”. Es el nombre de la exposición colectiva, pictórica, escultórica y de instalación, que habita la Sala Frida Kahlo del Museo Casa Diego Rivera, en Guanajuato capital, misma que se inauguró hace unos días como parte de la edición 51 del Festival Internacional Cervantino y que estará vigente en el recinto guanajuatense hasta el 19 de febrero de 2024.

¿A través de los alimentos se refuerza una identidad? ¿En realidad es la gastronomía un denominador común? ¿Qué hay de las tensiones por los territorios y la industria de los alimentos?

La alimentación es un acto que todo lo atraviesa. En las comidas se liman asperezas, se confabula, se corren rumores, se comparte información, se da el enamoramiento y también se suscitan los rompimientos. Pero los procesos previos tampoco están exentos de cualidades y conflictos, y son igual de relevantes en la historia alimentaria.

“Cuando hablamos de alimento, las cosas se complican muchísimo, en el sentido de que hablar de comida no sólo es hablar de cocinar, de preparar una receta o del acto de comer; es indagar tanto en los procesos económicos como en los significados rituales, y también de todo lo que antecede al hablar de comida: qué se siembra, dónde se siembra, quiénes comen los que siembran y cómo celebran las personas que cosechan, por ejemplo”, comenta Dea López co-curadora invitada y fundadora de Co.merr, un proyecto curatorial que pone en el centro de la investigación artística el acto de comer, los ingredientes y los rituales de la alimentación. López trabajó la exposición en mancuerna con Alberto Díaz Suárez, coordinador de Curaduría e Innovación de Colección FEMSA.

Sin textos curatoriales

De entrada, la exposición, breve, pero contundente, integrada por 41 obras artísticas –13 de la Colección FEMSA y 28 de otras colecciones–, prescinde del tradicional texto de sala y, en su lugar, presenta un diagrama en el que se enlistan varias de las nociones que comprende o anteceden el acto de comer: territorios, defensa, fiesta, migrar, paisaje, fuego, ritual, saberes, oralidad, memoria, identidad, entre otras. Son una manera de anticipar lo que el visitante podrá percibir de la selección.

En ella se comprenden obras de artistas consagrados, finados, emergentes y locales. La idea era que se impusiera el discurso del arte por sí mismo, más allá de la jerarquía de los nombres, apunta el dúo curatorial.

Hay obras de Remedios Varo, Francis Alÿs, Antonio Henrique Amaral, Ana Mercedes Hoyos, Magdalena Fernández, Dr. Atl, Jan Hendrix y Manuel Álvarez Bravo, entre otras.

Destaca una pieza del proyecto colectivo Espacio Lalitho, cuya sede se ubica en la Central de Abasto en Oaxaca de Juárez. La pieza presenta un machete clavado sobre una sección de pasto sintético. La pieza alude a la práctica usual, transmitida por la oralidad, de clavar un cuchillo en el suelo para apelar a una fuerza metafísica que ayude a evitar que las lluvias torrenciales arruinen la siembra o la casa misma. La obra lleva por nombre “Nis gie (lluvia)” (2023).

Más adelante, se presenta el estudio a lápiz y papel realizado por Remedios Varo en 1958 de la famosa obra “Papilla estelar”, donde aparece una mujer habitando en una especie de atalaya mientras tritura polvo estelar y con este extracto de estrellas alimenta a una luna menguante encerrada dentro de una jaula para aves.

Asimismo, la curaduría hizo colgar un grupo de enormes ramilletes de perejil, unidos uno tras de otro para formar largas tiras. Es la instalación “Material descartable” (2000), una obra de la artista argentina Ana Gallardo. Y la ficha técnica permite un contexto más amplio: “el aborto ilegal constituye un problema de salud pública. El perejil es un sistema casero y precario utilizado en zonas de bajos recursos como instrumental quirúrgico”. Éste, junto con el ejemplo del machete, son producto de saberes colectivos transmitidos por la oralidad.

¿Existe un único México?

“La exposición teje diálogos entre generaciones y latitudes de artistas latinoamericanos”, detalla Alberto Díaz. “En los últimos años, desde la Colección FEMSA hemos buscado conectar las artes con nuestra vida, con nuestro contexto. Buscamos proponer discusiones que no solamente sean estéticas”.

El curador señaló que “al hablar de comida también corremos el riesgo de idealizar la cocina, la comida, los saberes. Y en ese sentido, sí, México ha buscado forjarse una identidad a partir de los alimentos, pero lo que en realidad nos preguntamos es si existe una sola identidad, si existe un México. Por eso nos parecía importante hablar de territorio y de comunalidades”.

Los procesos migratorios y la discriminación, por supuesto, tampoco son exentos de la noción de comida. En su videoinstalación “Fong” (2023), la artista Chantal Peñalosa Fong, nacida en Tecate, Baja California, en 1987, cuenta la historia de sus abuelos, inmigrantes chinos a principios del siglo XX, su instalación y luego la diáspora a Estados Unidos obligados por los crímenes en su contra. La artista relata cómo el contacto entre la familia Fong en un extremo y en el otro del Pacífico no se daba con cartas ni palabras de cualquier tipo sino con envíos de alimentos que pudieran comercializarse. Otra de las piezas a la que vale la pena prestar tiempo.

“Conocer el mundo con la boca, sin que te piquen las espinas”

• Museo Casa Diego Rivera
• Del 13 de octubre al 14 de febrero de 2024
• Colección FEMSA + otras colecciones

Una década de propuestas en el FIC

La Colección FEMSA posee más de 1,200 obras entre arte moderno y contemporáneo latinoamericano que van de los primeros años del siglo XX hasta nuestros días; de autores como Diego Rivera, Graciela Iturbide, Fernando García Ponce y Flor Garduño, pero también Gabriel Orozco, Jan Hendrix, Rafael Lozano-Hemmer e Yvonne Domengue. Este año, la Colección FEMSA celebró 10 años de participaciones constantes en el Festival Internacional Cervantino.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx