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Llegan las obras más representativas de Magritte
Con sus oficinistas, bombines, paraguas y chistes visuales, René Magritte arriba al Palacio de Bellas Artes como nunca antes lo habíamos visto.

René Magritte fue un genio.
Sí, cuando se habla de arte el término genio es ubicuo. La supuesta genialidad se repite tanto que se diría que todo aquél que aparece en las paredes de un museo es un genio.
No, la genialidad es una cosa más sencilla: es simplemente decir lo que es evidente pero que nadie más había notado.
Somos afortunados, podemos conocer a un genio de cerca. No se pierda a partir de hoy en el Palacio de Bellas Artes El mundo invisible de René Magritte, magna exposición de más de 100 piezas que recorre prácticamente completa la obra de este maestro del ingenio.
Si usted es de los que no van a los museos porque le parecen aburridos (y lo sabemos, muchas veces es así), no debe dejar de visitar Bellas Artes. Magritte llenó toda su obra de chistes visuales y juegos de palabras, recorrer la exposición es como meterse en la cabeza de un gran comediante.
La obra de René Magritte fue, más que llevar la pintura surrealista a su pináculo, notar esas verdades claras para él, ocultas para el resto. Como cuando pintó una pipa y anotó abajo Esto no es una pipa y con esa sola observación inauguró todo un campo de pensamiento, la semántica, la ciencia que busca explicar cómo relacionamos las representaciones de las cosas con las cosas mismas.
En El mundo invisible de René Magritte uno puede encontrarse con casi todo lo que se quiere ver del artista belga (no está, desgraciadamente, La traición de las imágenes, el famoso cuadro de la pipa).
Está Golconda, su cuadro más famoso, ése en el un montón de oficinistas, esos embajadores del aburrimiento, caen en cascada sobre un barrio residencial. Y así, traspuestos absurdamente, esos elementos tan mundanos se convierten en una puerta a lo insólito.
Está también El hijo del hombre, su autorretrato más famoso, en el que su cara aparece tapada por una manzana. Lo más divertido de la obra de Magritte es su capacidad para tomar lo que parece obvio y mostrar los secretos que se esconden en la cotidianidad: conocemos tan bien el rostro humano que podemos reemplazarlo por una manzana y el resultado será muy similar.
Pero no crea que El mundo invisible de René Magritte sólo lidia con su obra pictórica.
El recorrido pasa por sus divertidas esculturas, sus inquietantes grabados -con los que queda claro que a diferencia de los demás pintores surrealistas él sí sabía dibujar-, sus partituras decoradas, pequeñas maravillas, fotografías y hasta cortometrajes.