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Las noticias del 2010
Cuando a una persona cualquiera le haces una pregunta así, digamos cuál fue la mejor película del año, es común que responda (hagan la prueba) con lo último que vio.

¿La mejor noticia de ayer?
El miércoles pasado, durante el episodio de despedida de Tercer Grado, Leopoldo Gómez interrogó al panel de periodistas que día a día nos dan la noticia, para que recordaran al personaje y la noticia del año (internacional) y al personaje y la noticia del año (nacional).
Cuando a una persona cualquiera le haces una pregunta así, digamos cuál fue la mejor película del año, es común que responda (hagan la prueba) con lo último que vio. En casa lo llamamos el síndrome de la última película vista . Como si la memoria fuera incapaz de zafarse del asidero impuesto por los acontecimientos más recientes.
Uno pensaría que con el panel de Tercer Grado, las cosas serían distintas, pero no. En el ámbito internacional la mayor noticia del año, para casi todos ellos, fue WikiLeaks. Aunque alguno debatió a favor de los mineros chilenos, como algo menor. Por supuesto, nadie habló del derrame petrolero en el golfo, alguno mencionó a Haití o al Mundial de Futbol, pero no a la Ley Arizona, que tantas columnas mereció. Se quedaron también sin mención: las inundaciones de Pakistán, la tensión en Corea del Norte, y los disturbios europeos por las medidas de austeridad.
A nivel nacional, sucedió algo similar. Enfocándose los reconocimientos a Peña Nieto como personaje del año o a Isabel Miranda de Wallace, mientras que la noticia del año, para Carlos Marín fue: la toma de nota del SME , su encabezado de ese día. El resto se debatió entre el secuestro del Jefe Diego, el narcodiputado, el triunfo electoral de las alianzas entre PRD y PAN, y la matanza de Villa de Salvarcar, en enero. Joaquín López Dóriga recordó, de último momento, las inundaciones en cuatro estados de la república.
En el tintero se quedaron (sin mención ni por los que anotaron tres o cuatro opciones): Salvador Cabañas y su tiro en la cabeza, el súper comentado Caso Paulette, los matrimonios gay y la oposición de la iglesia, los escándalos de la selección nacional, el asesinato de Pablo Luvinoff, el Bicentenario: su celebración, gasto desmedido, proyectos fallidos; las charlas por la seguridad del gobierno, la renuncia a su partido del Secretario de Gobernación, y muchas más.
Lo más curioso es que sólo uno propuso una que está entre las 10 noticias internacionales más importantes según la revista Time: la violencia en México, y no recibió mucho eco.
La furia contra el jefe Diego
Después de un largo y penoso secuestro, antier fue liberado el ex senador, ex candidato presidencial del PAN (en 1994), y una de las figuras más emblemáticas del partido en el gobierno.
No tenía ni una hora que se había dado a conocer la noticia de su liberación, y ya flotaba en twitter una oleada significativa de mensajes de rechazo, escepticismo, conspiracionitis, y franco odio contra Fernández de Cevallos.
Desde los que lo llamaron Satán Claus, por su crecida barba, hasta los que lo señalaban todo como una estratagema del gobierno para lanzar un mártir como candidato en el 2012.
Si Diego dice que lo trataron bien, ellos quisieran que lo hubieran maltratado. Si se ve más o menos entero, querían que tuviera la pinta de Rubén Omar Romano, o que alguien le hubiera cortado una oreja. Si hace declaraciones sobre la pobreza y la impunidad, le dicen fantoche. Si pide que no se trate su caso como algo especial, lo acusan de puro teatro. Si menciona el inverosímil asesinato de Marisela Escobedo, se lo culpa de indigno y querer llevar el agua a su molino.
Sin duda hay muchas preguntas sin responder sobre el caso del jefe Diego, como señalan algunos editoriales hoy. Desde quién lo secuestró, hasta por qué es político y quién tiene la capacidad de hacerlo y salirse con la suya. Se vale especular si el abogado sufre del síndrome de Estocolmo, si en realidad fue liberado (como se especuló) hace unas semanas y hoy se presentó a los medios más repuesto, o si sufre algún trastorno de estrés postraumático.
Lo cierto es que en su entrevista con López Dóriga, la noche del lunes, Diego parecía más un hombre queriendo demostrar que está bien, que es capaz de ponerse al tanto de los sucesos; que sigue lúcido y contestatario. Un hombre que nunca se presentará derrotado o abatido frente a las cámaras, aunque quizá nos deberíamos preguntar qué realmente pasa detrás de esos ojos enrojecidos, de esas citas del quijote, invocaciones a dios y la virgen, y de su necesidad de insistir que está bien, sin problemas de salud, que sólo fue sorprendido, que les plantó cara a los secuestradores, que discutieron, no cambiaron sus ideas y no consiguieron intimidarlo.
Para los que lo odian a ciegas, esos intolerantes que preferían que los reportes filtrados por Manuel Espino de su muerte fueran ciertos, no hay explicación que valga. Para los demás, hay preguntas por responder, pero también hay tiempo, y ciertamente da gusto ser testigo del regreso de uno de los pocos políticos inteligentes que le quedan al país.
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