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Arte e Ideas

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La escenificación de los desaparecidos

Ausentes son los 40,000 mexicanos que desaparecieron bajo circunstancias que podrían corresponder a una ficción retorcida en donde las fuerzas del bien y el mal se eliminan mutuamente.

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Ausentes son los 40,000 mexicanos que desaparecieron bajo circunstancias que podrían corresponder a una ficción retorcida en donde las fuerzas del bien y el mal se eliminan mutuamente. Por eso ese dicho popular sigue siendo tan vigente: “la realidad supera la ficción”.

Ausentes es una pieza de teatro documental a cargo del Colectivo Campo de Ruinas que conforman Alicia Jiménez, Eréndira Córdoba, Erandi Pacho, Luis Manuel Pantoja y Jorge González Dergal, cinco jóvenes quienes han trabajado una investigación documental sobre desapariciones forzadas en México durante siete años.

“Tenía poco tiempo que habían aparecido los restos de Adriana Morlet, una compañera de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, que desapareció y a quien se le vio por última vez en la Biblioteca Central en Ciudad Universitaria, en ese momento éramos estudiantes de Letras Dramáticas de la Facultad de Filosofía y Letras, en la misma institución. Por eso nos preguntamos qué le pasó a ella, dónde estuvo, por qué desapareció, y a partir de ahí comenzamos a investigar y darnos cuenta de la magnitud de este problema. En 2012 la cifra era de 26,000, ahora está arriba de 41,000. No pudimos ser indiferentes ante eso”, relató en entrevista para El Economista la actriz Eréndira Córdoba.

Vestidos de amarillo y con botas de trabajo las dos actrices y una artesana textil cuentan las historias de los desaparecidos según los recuerdos y las pistas que les han compartido, mientras Luis y Jorge musicalizan en vivo los horrores de la búsqueda interminable que familiares y amigos confiaron de primera mano a este colectivo.

“Retomamos palabras e ideas, imágenes que detonen sonidos y exploraciones sonoras, la mayoría de lo que podrán escuchar en la obra son improvisaciones, utilizamos la máquina de escribir, campanas”, describió Jorge González, quien toca en vivo el contrabajo durante la función.

“También tenemos piezas preestablecidas que son, en el caso de Jesús Israel, una canción que a él le gustaba mucho (“Blue in Green” de Miles Davis), su papá nos contó eso, que era la canción que escuchaba todo el tiempo. Mucho de lo que hacemos es retomar cosas que a ellos les gustaban, decían o que hacían”, nos comentó Luis Pantoja, quien está a cargo de las percusiones y quien genera sonidos con una tarola y una baqueta para jazz.

Llevando a la cima el teatro documental

Esta pieza ha sido una de las más recomendadas como parte del ciclo Teatro Documental en el Centro Cultural del Bosque (CCB), incluso por el exdirector de la Coordinación de Teatro Alberto Lomnitz, “la realidad exige una indagación por parte de la escena contemporánea que rebase sus fronteras y se dé a la tarea de crear un acto ético-estético. Este proyecto entiende el testimonio como una posibilidad de reapropiación de la memoria colectiva, oponiéndose a relatos hegemónicos para así reconstruir espacios reflexivos de una comunidad”.

Al respecto, Eréndira Córdoba dijo que es muy “importante” el teatro documental para su colectivo ya que “trabajamos con los testimonios y queremos mostrar esta realidad tal cual. Podríamos generar una ficción respecto al tema, contar una historia; pero al final conseguiría un distanciamiento con el espectador, te puede conmover, pero cuando sales te acuerdas que esa persona no existe, la situación no sucedió y te aligeras. Y aquí un poco lo que queremos mostrar: que ésta es una realidad, que no nos podemos evadir y que no podemos liberarnos de eso”.

Pero la innovación que plantea Campo de Ruinas también tiene qué ver con la autogestión, pues todos sus integrantes han colaborado y aportado sus conocimientos para la dirección de la puesta en escena, la escenografía, la dramaturgia y la musicalización, ellos la llaman “creación colectiva”.

Eréndira nos describió que su forma de trabajar es “un tanto empírica, pues hemos tomado los testimonios, tenemos cartas que nos han dado los padres o nos hemos entrevistado con ellos y lo que nos cuentan, el testimonio, tal cual, lo estudiamos horas para saber qué se producirá a partir de eso”.

El colectivo también comienza a tener relaciones estrechas con los afectados, nos contó Alicia Jiménez, “el día del estreno estuvieron con nosotros dos padres, que son Carlos Moreno, padre de Jesús Israel y Luis Gerardo Cisneros, que es papá de Luis Eduardo Cisneros. Regularmente suelen asistir los padres, y el trabajo con ellos y la relación que tenemos son bastante afectivos y cercanos”.

Por su parte Erandi Pacho, quien es artesana textil y quien se encargó de construir el escenario en distintas locaciones como una casa en construcción, Las Islas de CU, los jardines de la UAM Xochimilco o una biblioteca en Monterrey, comentó que experimentar con el espacio más recóndito del CCB ya no implica reto alguno pues ha tenido que montar en espacios “que están más en ruinas”.

Ausentes se presenta en el sótano del teatro Julio Castillo en el Centro Cultural del Bosque hasta el 25 de marzo del presente año y aunque los creadores no tienen claro, todavía, qué seguirá para el proyecto, consideran importante seguir actualizando su investigación.

katia.nolasco@eleconomista.mx

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