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Arte e Ideas

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Cada murmullo, un recuerdo de R.E.M.

Como canta Stipe en "Leaving New York", es más fácil irse que ser dejado atrás. R.E.M se marcha ahora para no permitir que el tiempo los deje atrás.

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Durante la gira mundial para promover el OK Computer, el disco que les abriría las puertas no ya de la fama y la fortuna, sino de la leyenda, los integrantes de Radiohead sufrieron de un estrés inédito, insoportable.

Como suele suceder con el éxito, todos querían un pedazo del pastel: los medios, los fans, los paparazzi, los agentes, la disquera. La tensión fue especialmente dañina para Thom Yorke. Atormentado por la depresión y el bloqueo creativo, el vocalista quería, como dicen los entendidos, mandar todo al carajo.

Un día, en una de las paradas de la gira, Radiohead coincidió con R.E.M. Michael Stipe, líder de R.E.M, supo del sufrimiento de Yorke, y como un padre a su hijo le dio un consejo: "Cuando las cosas se pongan muy difíciles, solo piensa que no estás aquí. Aunque haya un huracán, tú no estás aquí". Después de meses de no poder escribir nada, de esa frase nacería "How to Dissapear Completely", una de las canciones más conmovedoras de Radiohead.

La historia del rock en los últimos 20 años está llena de anécdotas así, en las que Stipe o alguno de los miembros de R.E.M aparecen como personajes imprescindibles. Y es que REM es imprescindible para entender a la que fue la (posiblemente) última generación del rock.

Que REM se separe después de 30 años puede no ser una noticia. Dice Stipe que se separan ahora porque "siempre hay que irse en el mejor momento de la fiesta". Pero el mejor momento de la fiesta para R.E.M ya había quedado atrás. Eso a pesar de que sus dos últimos discos, Accelerate (2009) y Collapse Into Now (2011), son producciones sólidas, buenos discos del típico sonido R.EM. Pero es que ese era el problema: REM ya solo sonaba a eco de sí mismo.

Qué adecuado es que R.E.M diga adiós en la misma semana que el Nevermind de Nirvana cumplió 20 años. Ambos hechos marcan el fin de una edad en el rock, cuando todavía importaba cierto murmullo de subversión, cierta vulnerabilidad emocional para ser un verdadero rockero. Tenía que ser al fin del verano, cuando septiembre nos recuerda que tarde o temprano nosotros también envejeceremos.

De todos modos, caray, qué difícil es decirle adiós a R.E.M. Han sido una banda omnipresente desde principios de los 80 cuando el cuarteto irrumpió en la escena universitaria estadounidense con ese vocalista flaco, greñudo, lleno de acné que más que cantar murmullaba unas letras que eran crípticas como una receta de alquimia, hasta su última encarnación como trío de tíos-buena-onda que abrazaban con cariño a los más jóvenes entre sus seguidores (Michael Stipe confesó a una revista que salía del clóset públicamente para animar a los adolescentes gays a salir ellos mismos del clóset).

Como canta Stipe en "Leaving New York", es más fácil irse que ser dejado atrás. R.E.M se marcha ahora para no permitir que el tiempo los deje atrás. Mientras, los que los amamos nos quedaremos oyendo una vez tras otra sus canciones, verdaderos himnos a la melancolía.

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