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Reciclaje de vidrio: clave por la sustentabilidad

OpiniónEl Economista

En un país como México, donde los desafíos sociales y ambientales convergen con fuerza, el reciclaje de vidrio representa mucho más que una práctica ecológica, es una oportunidad concreta para impulsar la economía circular, fortalecer una cultura de responsabilidad ante el consumo y generar valor compartido entre ciudadanos, empresas y comunidades.

El vidrio es uno de los pocos materiales que puede reciclarse infinitas veces sin perder sus propiedades, convirtiéndose en un recurso estratégico: de acuerdo con Owens-Illinois Inc. por cada 10% de vidrio reciclado reducimos el 5% de emisiones Además, al utilizar vidrio reciclado, se reduce hasta un 40% de la energía necesaria para fabricar envases nuevos, disminuyendo significativamente las emisiones de CO₂ y la demanda de materias primas.

Pero su relevancia va más allá del medio ambiente. En los últimos años, el reciclaje de vidrio ha cobrado un papel fundamental en la prevención de riesgos asociados al mercado informal de bebidas alcohólicas. De acuerdo con los estudios de Euromonitor sobre mercado ilegal, podemos deducir que el volumen de botellas que circulan fuera de los canales formales creció un 35% en los últimos 4 años. En muchos casos, las botellas utilizadas en este tipo de mercado provienen del desecho cotidiano y sin control de envases de vidrio, que son recolectados, rellenados y reintroducidos sin garantías sanitarias.

Aquí es donde entra en juego el poder de la corresponsabilidad, que van desde los centros de consumo, la industria, el gobierno hasta los consumidores finales, todos tenemos un rol en garantizar que los envases cumplan un ciclo de vida responsable. Reciclar adecuadamente es una forma poderosa de evitar que las botellas terminen en circuitos donde se pierde la trazabilidad y se pone en riesgo la salud.

Afortunadamente, cada vez más actores están entendiendo que la sostenibilidad no puede operar en compartimentos estancos. Las iniciativas de reciclaje de vidrio que hoy existen y que muchas de ellas son impulsadas por alianzas entre empresas, recicladoras y ciudadanía, demuestran que es posible generar impacto positivo desde lo local, con soluciones prácticas, medibles y replicables.

El verdadero cambio ocurre cuando el reciclaje se convierte en hábito y ese hábito en cultura; para lograrlo, necesitamos seguir construyendo entornos que lo faciliten, más infraestructura, mayor educación ambiental y reconocimiento a quienes participan activamente. No se trata de señalar responsabilidades, sino de construir puentes entre sectores para que el reciclaje de vidrio deje de ser una acción aislada y se vuelva una actividad cotidiana de bienestar compartido. Porque cada botella que se recicla, es también una señal de que estamos listos para cambiar la forma en que habitamos este planeta.

La autora es Directora general Fundación de Investigaciones Sociales A. C. (FISAC).

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