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Tanto talento… tan distraído
Dice un economista, muy respetable, que un estadista es aquel que piensa en su legado como lo que van a vivir los nietos de sus nietos; esto es un ejemplo de la visión de nosotros mismos como miembros de los diversos ecosistemas. De ahí el titulo de esta columna, de opinión, a lo largo de lo que va de este año he tenido la oportunidad de ver a colegas, con mayor o menor experiencia, formar parte de grupos de trabajo, de publicar opiniones o de hacer un, loable, esfuerzo por educarnos en lo tocante a los impactos (mayormente negativos) que algunas decisiones y ejecuciones que dentro del sistema nacional de salud se han tomado. La mayoría de estas son punto menos que indefendibles, primordialmente en su ejecución.
Podríamos debatir si es resultado de la inexperiencia o de la ineficiencia de quienes tienen a su cargo la ejecución de estas decisiones, inclusive podríamos argumentar que ni siquiera son consientes del impacto de sus acciones y la autopercepción que de sí tienen.
Y caben, como parte de las conclusiones de esta reflexión dos caminos, la evaluación de lo hecho y criticarlo con fundamento en los datos, idealmente; o la evaluación de estos mismos y construir un diálogo propositivo con miras a acercarlo a quienes hoy pretenden llegar a la presidencia de la República.
El trabajo inicial es exactamente el mismo; tenemos que hacer un análisis profundo, y tan objetivo como sea posible, de lo decidido, lo esperado y lo obtenido de la ejecución. Es decir que si dedicaremos el tiempo y esfuerzo a entender qué pasó, de saque debemos decidir si nos vamos por la ruta “fácil” de la crítica o nos sentamos a arrastrar el lápiz a diseñar propuestas que a cualquiera de los interesados en la sucesión presidencial les resulten útiles para la construcción de un proyecto de nación en los temas en los que nuestra experiencia nos dé las credenciales para ello (yo sería incapaz de opinar en materia energética, por ejemplo).
El sector salud es uno de los más relevantes para cualquier administración pública, a nivel federal o estatal, uno que además requiere de una intervención integral de todos sus actores, sean públicos o privados; el sistema de salud, dice uno de estos expertos, debe ser visto como uno solo, con subsistemas basados por dispersión geográfica, nivel de atención, grados de especialización, naturaleza de los prestadores de servicios, cobertura de seguridad social o prestación de servicios de protección social en salud. En resumen, es un ecosistema complejo que requiere de expertos en tantas de sus dimensiones como sea posible: atención esencial, determinantes sociales, logística y distribución, evaluación económica de tecnologías en salud, política nacional farmacéutica, entre una infinidad de éstas.
Y a riesgo de sonar repetitivo, veo con muy buenos ojos esfuerzos de muchos grupos de trabajo de los sectores involucrados, unos con enfoques comunes para presentar propuestas y otros con uno más enfocado en la descripción de los problemas que aquejan al sistema, todos de gran valor, pero con un solo defecto: en el mejor de los casos son esfuerzos que van en paralelo cuando deberían de ser convergentes.
Nuestras propuestas, más allá de filias y fobias, deben buscar poner sobre la mesa de las partes interesadas los temas que nos aquejan, acompañados de iniciativas que definan el qué, el cómo, describiendo horizontes temporales y recursos humanos, técnicos y financieros necesarios.
Hoy cierro con un proverbio chino: “Si caminas solo, irás más rápido; si caminas acompañado, llegarás más lejos”.
*Oscar Flores cuenta con 25 años de experiencia en el sector de la salud en México y Latinoamérica, actualmente es socio director de Cabildum Consulting una consultoría enfocada en el análisis de las políticas públicas en salud, salud digital y sostenibilidad.