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Detrás de la pandemia
Han pasado tres años de la Covid-19. Las infecciones por ese virus y otras enfermedades respiratorias siguen propagándose, aunque a menos escala. La población, dolorosamente, aprendió a cuidarse. Y por sus propios medios también ha asumido los riesgos.
El saldo nunca será preciso. Apenas esta semana, el Ejecutivo federal reconoció que en la emergencia sanitaria autorizó erogaciones extraordinarias para adquirir ventiladores mecánicos e insumos médicos que nunca entregaron los proveedores.
Si bien ningún país estaba preparado para esto, América Latina sufrió el peor embate con el colapso sanitario, por su carencia de insumos, falta de personal y lo peor, la corrupción. Fallaron los gobiernos y la población lo pagó.
Con datos de la OMS, la revista Nature publicó recientemente un estudio que calcula casi 15 millones de muertes en todo el mundo entre 2020 y 2021, casi tres veces más de las estimaciones oficiales. El exceso de mortalidad, en el caso mexicano, fue duramente criticado por los especialistas independientes, quienes cuestionaron el manejo tramposo de las estadísticas del subsecretario Hugo López Gatell.
Si bien no hubo transparencia para recopilar la información, ocurrió en cambio un ejercicio propagandístico que ahora el gobierno federal podría retomar para combatir a las adicciones y frenar el consumo de sustancias enervantes.
Después de la sana distancia ocurrió uno de los peores capítulos del Mexico contemporáneo. Nunca se sabrá cuántas vidas se perdieron por el SARS-cov-2 y tampoco cuántas vidas pudieron salvarse. La dimensión de esta catástrofe es notable en el sistema de salud y en la respuesta gubernamental. El programa IMSS-Bienestar tuvo que entrar al quite, por la impericia de los funcionarios que hicieron naufragar al Insabi cuando más se necesitaba.
El Día Mundial de la Salud se conmemora y la OMS celebra su aniversario bajo el lema “75 años mejorando la salud pública” y además con la campaña “Salud para Todos”.
Después de las graves deficiencias evidenciadas con la pandemia, en México quedan muchas interrogantes. Una involucra a la Beneficencia Pública, instancia con los recursos suficientes para la compra de insumos y equipamiento médico, que justo en esos años aciagos entregó 1,500 millones de pesos al financiero Roberto Guzmán y que ahora tiene que recurrir a las instancias judiciales para recuperar esos recursos, ante el incumplimiento de alguien que trata de esquivar que lo tilden de defraudador pero acumula tantas historias que es casi imposible creerle.