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Política

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Alcohol eleva 3.5 veces la posibilidad de violencia

El consumo de alcohol en México no sólo representa un problema de salud pública, sino también una de las principales causas y consecuencias de la violencia en comunidades vulnerables, de acuerdo con un estudio presentado por la Red de Acción sobre Alcohol (RASA).

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Arturo Rojas

El consumo de alcohol en México no sólo representa un problema de salud pública, sino también una de las principales causas y consecuencias de la violencia en comunidades vulnerables, de acuerdo con un estudio presentado por la Red de Acción sobre Alcohol (RASA).

Se destacó, en el trabajo, que en México, una mujer que vive con una pareja que se embriaga diariamente tiene 3.5 veces más probabilidades de sufrir violencia severa. Además, en contextos donde se combinan alcohol y violencia, el riesgo de depresión se cuadruplica y puede ser hasta ocho veces mayor si la mujer está embarazada.

Además, datos del informe advierten que en zonas con mayor densidad de puntos de venta de alcohol, el riesgo de consumo excesivo mensual se incrementa 1.3 veces, y el semanal, 1.9 veces.

Mediante entrevistas con especialistas de instituciones como el Centro Comunitario de Salud Mental y Adicciones, la Unidad Territorial de Atención y Prevención de la Violencia de Género y el Centro de Servicios a la Juventud, el estudio documentó cómo el alcohol no sólo actúa como catalizador de violencia en ámbitos familiares, comunitarios y de pareja, sino también cómo su normalización cultural ha dificultado el reconocimiento del problema y el diseño de políticas públicas efectivas.

Ciclo de consumo

El estudio explicó que, más allá del entorno individual o familiar, hay factores estructurales como la pobreza, la marginación, la desigualdad, así como determinantes comerciales, como la alta disponibilidad de alcohol y su constante publicidad, son algunos de los elementos que refuerzan el ciclo de consumo y violencia.

También la organización mencionó en el texto que una de las grandes ausencias del sistema son los programas de atención dirigidos a los agresores. Aunque se reconocen terapias eficaces, como la cognitivo-conductual o los programas de control de la ira, son escasos los esfuerzos sistematizados para tratar las causas del comportamiento violento desde una perspectiva de salud pública.

Frente a este panorama, RASA presentó una serie de recomendaciones concretas como: limitar horarios y lugares de venta de alcohol, prohibir su publicidad y aumentar impuestos; subir la edad mínima legal para el consumo a 21 años de edad; fortalecer programas preventivos en escuelas y comunidades vulnerables, dotados de presupuesto suficiente, entre otros.

Arturo Rojas

Reportero y licienciado en Ciencias de la Comunicación

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