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Política

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Consulta popular del 1 de agosto, un ejercicio desafortunado

En ese episodio ganó el presidente, al alimentar una narrativa y protagonismo en el escenario político nacional, así como al satisfacer las demandas de una facción de sus seguidores y perdió el mecanismo en sí y la democracia, exponen analistas y académicos consultados por El Economista.

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Foto EE: Rosario ServinFoto EE: Rosario Servin

Diego Badillo

La consulta popular celebrada el 1 de agosto pasado, si bien fue un éxito en su organización, resultó un ejercicio desafortunado, altamente confuso, que sirvió más para atacar al Instituto Nacional Electoral (INE), que para decidir sobre un asunto público relevante. Además, derivó en un uso demagógico por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido, plantearon analistas políticos.

Expusieron que en este ejercicio se identifican ganadores y perdedores: ganó el presidente al conseguir alimentar una narrativa y protagonismo en el escenario político nacional, así como al satisfacer las demandas de una facción de sus seguidores y perdió el propio mecanismo y la democracia. Asimismo, destacaron que el ejercicio en el que participaron seis millones 663,208 personas, lo cual equivale a 7.11% de la lista nominal, dejó ver aspectos relevantes de Morena respecto de la movilización de sus seguidores, estado por estado.

Un éxito de organización

Francisco Burgoa, abogado constitucionalista y catedrático de la UNAM, destacó que, desde el punto de vista técnico-administrativo y de organización, la primera consulta hecha con reglas de la ley de consulta popular fue un éxito, con todo y que no le dieron al INE el presupuesto necesario para celebrarla.

Por su parte Juan Luis Hernández Avendaño, rector de la Universidad Iberoamericana, campus Torreón, opinó que fue un ejercicio “muy desafortunado”, porque, si bien las consultas populares son muy buenas y necesarias, particularmente en democracias como la mexicana, que son de baja intensidad, y donde se necesitan más instrumentos de democracia directa, en México estrenamos esta figura con una temática que realmente no era consultable: aplicar o no la ley.

Eso demuestra porqué resultó un proceso muy confuso, además de que los eventuales delitos que hubieran cometido los expresidentes no son materia de consulta, sino esencialmente materia de investigación, por oficio, del Ministerio Público federal y del Poder Judicial, abundó.

Para el politólogo y maestro en sociología, fue desafortunado porque no sólo fue poca gente, sino que los 500 millones de pesos que costó, hubieran sido muy útiles para robustecer, por ejemplo, las comisiones estatales de búsqueda de personas, que es algo realmente grave que ha pasado en los últimos años.

A su vez, la analista política, Lorena Vázquez Correa, expuso que es importante tomar en cuenta que no se puede comparar una elección constitucional, como la del 6 de junio pasado, donde se tuvo el promedio de participación más alto de una elección intermedia, a pesar de que se realizó en un contexto de pandemia, con una consulta popular, como la del pasado 1 de agosto, donde se tuvo un porcentaje reducido de participación.

En su opinión, es relevante no olvidar que se trató de una pregunta bastante ambigua que, llevó a una bajísima participación, lo cual, añadió, es preocupante, porque mina la confianza en estos mecanismos de participación democrática, además de que ahora México tiene el récord de más baja participación en este tipo de ejercicios en América Latina.

Quién pierde

Para Vázquez Correa, con la baja participación que se tuvo, el primer perdedor es el mecanismo en sí, porque no logró el objetivo de hacer sentir a la ciudadanía incluida e involucrada en la toma de decisiones.

Un segundo perdedor, abundó, es el daño a las instituciones, lo cual, a la larga, perjudica a la democracia. Concretamente expuso que el golpeteo que se dio al INE, que ha demostrado sistemáticamente su capacidad para realizar elecciones y ahora la consulta, lo que hace es debilitar la confianza de los ciudadanos en las instituciones. 

“Resulta dañada la democracia, no por el mecanismo, sino por el golpeteo entre actores políticos contra el INE, que es una institución fundamental para la renovación de los cargos públicos en escenarios de paz”, dijo.

Evidenció que los partidos son relevantes en la movilización ciudadana

Vázquez Correa expuso que, si bien generalmente los partidos políticos son vistos como actores que sistemáticamente están viendo cómo violentan las reglas del juego electoral; como organizaciones que reciben muchísimo dinero, como estructuras con ideologías poco claras, que sólo buscan acceder a los espacios de poder y tienen poco compromiso con problemas de la ciudadanía, en realidad juegan un papel muy importante de movilización y en este ejercicio se notó su ausencia. 

Capacidad de movilización de la 4T

Para Vázquez Correa, fue una sorpresa para todos que Morena movilizara tan poca participación a una consulta que se veía como del presidente.

Hay análisis que refieren que en los estados del centro y sur del país fue donde más se movilizaron para participar y así apoyar al mandatario en su consulta. Lo que nos refiere es que hay diferentes maneras en las que reaccionan los simpatizantes de Morena al interior del país, apuntó.

Además, agregó, la manera en que se registró la participación en las entidades federativas demuestra que al interior de Morena hay grupos que estaban muy interesados en hacer justicia en este proceso de combatir a la corrupción y enjuiciar a los presidentes. Sin embargo, también hay otros que no tienen ese tipo de preocupaciones y no asumieron a la consulta como parte de su agenda.

Para la especialista, lo relevante para el presidente López Obrador era conseguir el ejercicio mismo de la consulta para cumplir con esa parte de su partido político, respecto del cual se sentía en deuda por el compromiso de combatir la corrupción de los expresidentes. El objetivo del mandatario se consiguió cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) autorizó la consulta, aunque fuera con una consulta tan ambigua.

Otra posible lectura, planteada por la analista, es preguntarse cuál fue el efecto de esa movilización de Morena, lo cual nos habla que los propios partidarios de ese partido no salieron a votar y fue precisamente a que atendía a un grupo muy específico dentro de esa organización, pero no a todos los militantes de ese partido y no a toda la ciudadanía.

De acuerdo con la información del INE, 51.70% de la población que votó por el sí en la consulta popular se concentra en seis estados: Estado de México, Ciudad de México, Veracruz, Puebla, Chiapas y Oaxaca.

A escala nacional, en ninguno el porcentaje de personas que votaron por el sí superó 11% y el promedio nacional fue 6.69 por ciento. 

Al analizar las cifras, destaca que los lugares en donde más porcentaje de los participantes votó por el sí fue Tlaxcala (11.49%), Tabasco (11.08%) y Guerrero (10.635).

Llama la atención casos como Sinaloa que fue el segundo lugar en donde más votos obtuvieron los candidatos a diputados federales de Morena en las elecciones intermedias del 6 de junio pasado, pero en la consulta popular se ubicó en el lugar 23 de la lista de los estados que más personas se pronunciaron por el sí en la consulta popular del 1 de agosto pasado.

Lo mismo ocurre con Baja California, que ocupó el quinto lugar donde más votos obtuvo Morena el 6 de junio y se ubicó en la posición 25 en los resultados del 1 de agosto pasado. 

En ese sentido, Vázquez Correa dijo que eso demuestra que en los estados del norte no existe esa manera de actuar de querer quedar bien con el presidente, lo cual sí se refleja en estados del centro y del sur.

En los estados del norte la movilización de Morena no está tan enfocada en el presidente, como en los estados del centro y del sur.

Para Juan Luis Hernández Avendaño, los resultados son tan pocos significativos y los porcentajes de participación no nos ayudan para mirar la capacidad de movilización de Morena y de López Obrador, porque no tuvieron en realidad interés político de realmente echar su capital político en eso. 

Al final, López Obrador asumió que no valía la pena apostar buena parte de su capital político en una consulta donde la pregunta ya no era lo que ellos querían.

Por ello, abundó, la consulta resultó siendo un proceso totalmente distinto a lo que quería el presidente en torno al juicio a los expresidentes. Al ser un despropósito, en términos de consulta jurídica, el Poder Judicial cambia la pregunta, pero ya no le interesó al presidente porque ya no están dos elementos fundamentales para él, que son las palabras corrupción y expresidentes.

Francisco Burgoa opinó que una de las lecturas es identificar la capacidad de movilización de Morena en cada uno de los estados, sobre todo porque la amplia mayoría de los que participaron se concentraron en cinco o seis entidades.

Dijo que eso le dará a ese partido la posibilidad de hacer un análisis de prospectiva de cómo poder influir o intervenir en cada una de las entidades federativas para promover o incentivar la participación ciudadana, no solo en las consultas populares, sino en la promoción del voto.

Lo que sigue

Juan Luis Hernández Avendaño dijo que ahora lo que viene es la politización de los resultados: la oposición ha criticado ampliamente los resultados, el dinero gastado. Para la oposición ha sido un buen tema para capitalizarlo.

En tanto, Morena quiere aprovechar, aunque sean muy mínimos los resultados, pero puede hacer una vinculación con las famosas comisiones de la verdad, que en México no han funcionado.

Existe el riesgo de que Políticos acaparen mecanismos diseñados para el uso de ciudadanos

Por otra parte, Lorena Vázquez Correa expuso que, dada la manera en que están diseñados en México los mecanismos de participación ciudadana, como la consulta popular, existe el riesgo de ser acaparados por el gobierno, en lugar de que sean apropiados por la sociedad, que sería a lo que se aspiraría en términos del fortalecimiento de la democracia participativa.

A fin de cuentas, tanto por los costos económicos, por el trabajo y movilización administrativa que implican, deberían de ser mecanismos que tengan muchísimo más incidencia y con un 7.1% de participación no ocurre, refirió.

En ese sentido Hernández Avendaño mencionó que malas experiencias como la recién vivida, desanima posibles efectos positivos que puede tener en la vida pública este tipo de instrumentos, los cuales sería deseable que la ciudadanía se apropiara de ellos.

Hacia adelante

Pensando sobre el futuro que pudiera tener este tipo de instrumentos de democracia directa, Francisco Burgoa dijo que es importante revisar el marco jurídico de la consulta popular, para poner atención en que no se partidice la participación de los ciudadanos y se pueda promover la cultura política y democrática.

Expuso que sería importante poner un candado que asegure que las consultas sean impulsadas por ciudadanos y no ocurra, como en este caso, en donde Morena y el presidente estuvieron atrás de la consulta supuestamente ciudadana.

Lo cierto es que, una vez concluido el episodio de la consulta popular, lo que viene es el de la revocación de mandato, con todo y que no existe ley reglamentaria.

En este sentido, Hernández Avendaño dijo que esa sí es otra agenda, muy distinta al tema de la consulta. “Yo sí creo que buena parte de la oposición a López Obrador va a tratar de aprovechar la coyuntura para ver si hacen el suficiente capital político para retar esa revocación”.

Para el académico, los empresarios que promovieron la alianza Va Por México están muy interesados en que se vaya, por lo es posible pensar que esos empresarios, muy incómodos con la llamada 4T, sí van a hacer política y se van a preparar para hacer una buena campaña para la revocación de mandato y sí va a hacer una reproducción de la polarización política que hemos visto. 

Ese es el segundo episodio en el uso de mecanismos de democracia directa que son una novedad en México y que corren el riesgo de desvirtuarse.

diego.badillo@eleconomista.mx

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Diego Badillo

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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