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Opinión

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La Cultura de la Paz: Venezuela vs. Democracia

Urge instaurar la normalidad, que sólo puede ser democrática: Rafael Cadenas.

En las recientes elecciones, el 67% de los venezolanos eligieron un camino hacia la democracia, rechazando rotundamente la continuidad de un régimen que ha sumido al país en una cada vez más grave crisis. El voto popular se ha expresado con claridad.

Con excepción de “gobiernos progresistas”, de nuestra presidenta y del oficialismo de nuestro país, para el mundo está claro que los venezolanos NO votaron por el tirano.

Como en Venezuela, hay otros casos en Latinoamérica de remedos de regímenes comunistas que no pasan de ser fachadas que sólo pretenden el poder por el poder sin ideología alguna, que utilizan a la población más desfavorecida como instrumentos de sus propósitos y como carne de cañón. Así son los “gobiernos progresistas” de Bolivia, Colombia, Cuba y Nicaragua que han atrapado a sus habitantes en una pobreza extrema, que limitan sus libertades y censuran a sus medios de comunicación. Países en los que la democracia es sólo una farsa controlada por sus respectivos gobiernos autoritarios.

En México, a pesar de que el pluralismo político fue eliminado por las autoridades electorales alineadas con su exmandatario, lo que hizo posible la aprobación a toda prisa de reformas impulsadas desde el gobierno pasado por la actual legislatura, en la que el oficialismo cuenta con una ilegal sobrerrepresentación, según su presidenta México es “quizá el país más democrático que haya sobre la faz de la Tierra”. No obstante, esas reformas nos acercan a un modelo gubernamental populista y autoritario al contemplar la desaparición de instituciones, cambios al Poder Judicial y sobre las fuerzas armadas, modificaciones que pretenden perpetuar el obradorismo y que difícilmente pueda ser reversible en futuros procesos electorales.

Conforme a la clasificación de The Economist de 2023, que analizó 165 países, Noruega es el país más democrático del mundo y Uruguay, de América Latina. México ocupa el sitio 90, considerado como un régimen híbrido, o sea un sistema político que mezcla características de democracia y autoritarismo.

En la historia de la humanidad, en nombre del “pueblo” se niegan la pluralidad de voces y opiniones que caracterizan a toda sociedad democrática y se han cometido algunas de las peores atrocidades. Cuando un gobernante, político o política, se asume como la encarnación personal del “pueblo” invariablemente se está ante un delirio irracional y demagógico.

El concepto de 'pueblo' ha sido utilizado a lo largo de la historia como una herramienta de manipulación política. Empero, es fundamental mantener un espíritu crítico y rechazar cualquier discurso que pretenda monopolizar la representación de la voluntad popular. La historia nos demuestra que detrás de esa retórica se esconden intereses particulares y proyectos autoritarios.

Coincidente con esa visión, la mandataria envió a nuestro embajador a la toma de protesta del dictador de Venezuela como si el usurpador fuera la encarnación del pueblo venezolano, ya que “es al pueblo de Venezuela al que le corresponde definir”, ignorando que el PUEBLO, el de a de veras, rechazó mayoritariamente en las urnas al dictador. Se prefirió ignorar que el usurpador nunca presentó las actas que avalaran su supuesta victoria.

Alegó la presidenta que su decisión se basó en uno de los principios normativos que deben regir la conducción de la política exterior mexicana, el de la autodeterminación de los pueblos, al tiempo que optó por ignorar y no mencionar el relativo a la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacionales, ambos previstos expresamente en la fracción X del artículo 89 constitucional.

Es por todos sabido que, por desgracia, los derechos humanos son violados cínica, reiterada y cotidianamente en Venezuela. Baste recordar que recientemente fueron reprimidos miles de activistas, de lo cual ha hecho alarde el dictador.

La Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido han determinado la aplicación de sanciones por el golpe de Estado perpetrado el pasado viernes 10 en Venezuela, incluyendo el aumento a 25 millones de dólares de recompensa por información que lleve a la captura del usurpador. Además, la posición del actual gobierno mexicano en torno a la simpatía por el gobierno espurio de Venezuela ha causado decepción en escenarios nacionales y extranjeros.

No es casual que, según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, casi ocho millones de venezolanos hayan abandonado su país en la última década, tampoco que la migración de venezolanos a México se debe a la situación política, económica y social que atraviesa su país. Sólo en los últimos 100 días avanzan 13 nuevas caravanas de migrantes por el territorio nacional de la frontera sur hacia el norte, para intentar llegar a Estados Unidos, de las que muchos de sus integrantes son venezolanos.

En diciembre de 2021 el gobierno mexicano decidió exigir visa a todos los ciudadanos venezolanos que pretendieran ingresar al territorio mexicano para frenar la migración irregular hacia el norte, es obvio que dicha medida no se aplica o no sirve.

Durante los primeros cien días de su administración, la presidenta sorprendió en el ámbito internacional acudiendo a la reunión del G20 realizada en Río de Janeiro, Brasil. Sin embargo, ante una aparente falta de pericia en política exterior, envía petróleo regalado al gobierno autoritario de Cuba, calla ante las violaciones atroces de los derechos humanos de los nicaragüenses por su pareja dictatorial y manifestó su solidaridad con el dictador de Venezuela. Esas acciones y actitudes deterioran la imagen de México en el exterior y muy probablemente afectarán las negociaciones pendientes con Estados Unidos y Canadá.

Desde luego, nadie en su sano juicio desea el fracaso de la mandataria, pues se supone que su éxito podría beneficiar a todos, al tejido social y fortalecer la cultura de la paz.

Sin embargo, debe quedar claro si queremos ser como Venezuela, como Uruguay o como Noruega.

*El autor es abogado, negociador y mediador.

Contacto X: @Phmergoldd

mediador.negociador@gmail.com

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