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El torero sin toro

Nalleli Candiani | Columna invitada
Caminar y pensar, discutir y perderse: el arte de sostener el vértigo.
De cómo una discusión literaria puede terminar en un laberinto, unas botas y una lección de toreo sin toro.
¿El sueño tiene dueño?
Puedo tener horribles, mágicas, absurdas, apasionadas discusiones con Horacio, mi mejor amigo. Por ejemplo, de que si soñamos lo mismo, ¿a quién le pertenece el sueño? O la última discusión que tuve con él acerca de unas botas y un libro.
Bajé el mío de Internet, y entonces llegué a un final distinto que el libro que él tenía, porque el mío estaba incompleto. Discutimos mucho, áridamente, sobre la autora Amélie Nothomb y el mensaje del texto, porque teníamos finales distintos del libro.
Resultó otra discusión después, entonces, en que me culpa por haberme comprado unas botas (destinadas a la violencia, según él) y no un libro en papel, más caro en papel. Más confiable, más certero.
Omite mencionar que él me dijo de comprar el libro después de haber yo comprado mis botas, demostrando así su exquisita maldad.
En ese momento, el de la reflexión del asunto, mientras caminaba, tuve que voltear a la derecha y me perdí. Me di cuenta de que el pensamiento es un laberinto. Cuando me siento a escribir, sencillamente no se me ocurre nada. Yo escribo caminando; allí el pensamiento se abre como una flor que observo.
Es muy necesario pelear por sus ideas, pero de una manera creativa, entre el humor y la locura personal.
Discutimos sin ver que ambos estábamos discutiendo un libro con finales distintos. Y así veo —me veo— últimamente discutiendo cosas que el otro no ve.
Realidades alternas. Es aterrador.
Pelear creativamente, con apertura, sería como esos toreros que deben torear pero sin el toro. Y sin lastimarlo. Pero sí con ese riesgo. Con ese desequilibrio. Y con ese despliegue de acrobacia.
Abrirse a ver lo que el otro ve, y uno no. Nuestro punto ciego.
El toreo sin toro: incomodidad pura. La comodidad es un pantano. Ahí todo se hunde.
El vértigo es lo único vivo. El vértigo es el torero sin toro.
El vértigo es no tener tantas certitudes.
*La autora es artista y escribe caminando, porque sentada solo se le ocurren discusiones con Horacio.
X: @CandianiNalleli

