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Todo lo sólido se desvanece en el aire

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OpiniónEl Economista

“Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias e ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de haber podido orificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire…”. Este párrafo fue escrito magistralmente por Karl Marx, un extraordinario escritor, economista y filósofo. Se refiere a la capacidad del capitalismo de cambiar no solo las viejas relaciones de producción, sino también la cultura, la política y la sociedad misma. 

De esta frase de Marx, Marshall Berman, filósofo, sociólogo y escritor marxista estadounidense de origen judío, publicó un libro en los años 80 del siglo pasado llamado precisamente Todo lo sólido se desvanece en el aire. Con un paseo impresionante por las ideas y textos de Marx, Nietzsche, Goethe, Baudelaire, Pushkin, Dostoievski, Biely, Gogol, Mandelshtaml, entre otros, Berman propone la idea de un modernismo que se desvió de su camino y ahora continuamente se destruye a sí mismo, es decir, se desvanece en el aire.

El de Berman no es el modernismo de los cambios tecnológicos y la democratización de las sociedades, ni el modernismo como propuesta emancipadora del ser humano.

Las palabras de Marx y las de Berman vienen a cuento porque estamos viendo a nivel mundial cómo lo que considerábamos sólido (democracia, comercio, globalización, derechos humanos, diversidad, medio ambiente, integración, otredad, género) se está desvaneciendo en el aire. Sin embargo, esta disolución de todo lo sólido no es para dar paso a una revolución que considere a la humanidad, sino para caminar hacia los no-valores de la acumulación, la ley del más fuerte, la cercanía de una guerra mundial. Los poderes del globo ya no consideran esencial la salvación de todes. Pero, como decía Patxi Andión en su canción Padre “no hay salvación si no es con todos”.

Esta transformación de las reglas o disolución de lo sólido viene de la mano de los Trump del mundo alentados por El Donald. Hay puntos de semejanza entre ellos: su lenguaje antisistema, su ofrecimiento de un mundo mejor para el “pueblo” de una manera fácil y rápida, su narrativa simplona y dada al reduccionismo en la solución de los problemas y las soluciones. También la puesta en escena de un irreal pasado glorioso y la idea de que son un pueblo especial. Comparten su rechazo a la igualdad, la diversidad, el cuidado del medio ambiente. Estas características se dan más allá de su pertenencia imaginaria a una posición política. En el fondo, todos estos ejemplares son de derecha.

En un reciente foro en Colombia, organizado por la vicepresidenta Francia Márquez, la legendaria activista estadounidense Angela Davis declaró a El País: “Aunque veo el fascismo y el autoritarismo infectando al Gobierno de Estados Unidos, estoy convencida de que es temporal…”. Creo que Davis tiene razón y se equivoca al mismo tiempo. Me explico. Tiene razón en cuanto a que el fenómeno Trump es temporal, pero creo que no está advirtiendo el fenómeno del trumpismo.

Igual pasa en México. Quienes aseguraban que AMLO era un fenómeno temporal tenían razón, pero se equivocaron con respecto al fenómeno que podemos llamar lopezobradorismo. Estos no son los únicos casos a nivel mundial. El péndulo del Mundo, como diría León Trotsky en la Revolución Permanente, se ha cargado a la derecha.

Pero no es cualquier derecha. No es la derecha de centro que cree en la democracia y las instituciones, que pondera el esfuerzo del trabajo, así sea de manera discursiva. Esta es una derecha extrema y descarada, que no teme proclamar su credo. Trump es el más conspicuo de sus representantes, pero su aparición en el escenario global le ha dado alas a personajes, partidos y corrientes que no habían levantado la cabeza, ha impulsado a las grandes corporaciones a las que les han regalado una acumulación como no se había visto, sin los límites que tenían.

El péndulo se ha movido a la derecha, el mundo político ha perdido su equilibrio. ¿Un gobierno demócrata convencerá que los migrantes no son parte del problema? ¿Se disipará el racismo que ahora afloró en muchos países? En el caso de México, ¿qué pasará cuando un gobierno de origen distinto al de MORENA quiera hacer cambios importantes? Estamos concentrados en el cambio del paradigma comercial, pero el cambio ha sido ideológico, político y social. Creo que no lo estamos aquilatando.

Cuando el mundo que están construyendo con sus no-valores se desmorone, porque sucederá, espero que nuevas generaciones estén listas para tomar el cielo por asalto. ¿Es idealista esto? Conservemos al menos la esperanza y la firmeza.

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