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Estado de situación de la Agenda Global para el Desarrollo Sostenible, éxitos y fracasos que siembran el 2025

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La Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro, alumbró un relevante consenso internacional sobre la necesidad de avanzar en el desarrollo sostenible. Como parte de los acuerdos, y ante la urgencia de actuar en el cambio climático, la desertificación y la pérdida de biodiversidad, que están además estrechamente interrelacionados. Ello dio origen a las tres convenciones, de las que a finales de 2024 se celebraron sus respectivas sesiones programadas. Los resultados en Cali, Bakú y Riad, por orden de celebración, han sido agridulces, poniendo sobre la mesa la inquietud de que sea imposible recuperar cierto consenso internacional al respecto, en un mundo fuertemente polarizado tanto política como económicamente.

Analicemos las principales conclusiones en cada caso, los asuntos pendientes y qué nos permite mantener la perspectiva de que seguirán los esfuerzos en pro del desarrollo sostenible, tanto desde los gobiernos, como de las empresas y resto de integrantes de nuestras sociedades.

La sesión anual de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), celebrada en Riad (Arabia Saudí), en su sesión 29 (COP29), tenía por objetivo prioritario avanzar en el financiamiento para la agenda de mitigación y adaptación, y el refuerzo de los compromisos país, tanto en reducción de emisiones, como en las metas conectadas de eficiencia energética y desarrollo del uso de energías renovables, poniendo freno a la generación y uso de combustibles fósiles. Si bien se consiguió triplicar el financiamiento a 300,000 millones de euros anuales, sigue siendo insuficiente conforme a las estimaciones económicas que se manejan. Y es que el tema de los recursos, con la canalización desde los países desarrollados a aquellos en desarrollo, está siendo el problema fundamental también en el resto de convenciones. El acuerdo global sobre el funcionamiento de los mercados de carbono, permitirá potenciar su desarrollo e interconexión, siendo los esquemas de cap & trade de emisiones un referente para materializar en el mercado los esfuerzos y/o necesidades empresariales que permitan conseguir a los países cumplir los objetivos adoptados. La polarización política en torno a sostenibilidad, incluyendo al enfoque ASG (ambiental, social y de gobernanza) propugnado desde el mercado financiero, se pone especialmente de manifiesto en la agenda climática, de ahí el bajo perfil de las delegaciones oficiales e incluso el replanteamiento de posiciones y compromisos climáticos por las empresas, antes y después de la COP29.

El caso de la sesión de partes del Convenio de Diversidad Biológica (CDB), celebrado en Cali (Colombia) (COP16), fue aún más crítico. Tanto estas sesiones como las de la Convención de Lucha contra la desertificación se realizan cada dos años, de ahí la importancia de conseguir si cabe un mayor avance. Los países, enrocados en la necesidad de definir las aportaciones y gobernanza de los recursos económicos para la implementación del Marco Global de Kunming-Montreal, no pudieron llegar a un acuerdo final. Resulta clave la reclamación de los países en desarrollo, que albergan además los principales hotspots de biodiversidad, de un mayor peso en la gestión de los recursos. Se consiguieron avances en la definición de esquemas compensatorios por el uso de la información genética y en para la participación de las comunidades indígenas y locales en la agenda global del CDB. En este caso, sí se vio de las empresas una mayor implicación en el anuncio de trayectoria y compromisos relacionados, al generar la naturaleza y biodiversidad un mayor consenso social.

Cerró el año la sesión de la Convención de Lucha contra la Desertificación (CNULD). Si bien en este caso parece que los avances fueron mayores, el multilateralismo también dejo que desear al postergarse la adopción de un acuerdo vinculante contra la sequía, similar a los que ya existen para cambio climático y biodiversidad. De igual manera, la movilización de recursos económicos fue insuficiente, con un compromiso destacable de sólo USD 12,000 millones que se destinarán a los países más vulnerables. En la otra cara de la moneda, se avanzó al igual que en Cali en la incorporación de los pueblos indígenas y las comunidades locales a la toma de decisiones, y en la mayor presencia y compromiso de las empresas; si bien, las empresas sólo aportan actualmente el 6% de los recursos destinados a la restauración de tierras y la resiliencia a la sequía.

Como conclusión, en el lado de las tareas pendientes, la necesidad de avanzar en la movilización de recursos económicos, y para subir a las empresas, de mecanismos (esquemas de inversión, de colaboración público privada, etc.) y normativas que incentiven su participación. Por el lado de los avances, el entendimiento de la necesidad de sumar a quienes han construido y resguardado históricamente el territorio, y el entendimiento de las estrechas interconexiones entre todas las temáticas, regresando a la Cumbre de la Tierra como germen de esas acciones conjuntas.

pablodelarco@valoraconsultores.com

*El autor es Director América de Valora Consultores.

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