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Para siempre Alcira
Este año, que ha corrido veloz y está en su recta final, se cumplió el centenario del natalicio de Alcira Soust Scaffo, poeta y activista uruguaya de naturaleza combatiente que vio por primera vez la luz en 1924 en la ciudad de Durazno, en el corazón del país sudamericano.
Ha sido hasta hace poco que su talento en las letras despertó un mayor y merecido interés entre lectores y críticos, quienes buscan ir más allá del lugar común de una imagen bohemia e irreverente que durante años se tejió sobre ella, cubriéndola como mortaja más que desvelando su personalidad y su obra. Injustamente, se le conocía solo por el episodio de supervivencia en los baños de la Torre de Humanidades de Ciudad Universitaria, tras la ocupación militar de la UNAM en 1968.
Sin embargo, se comienza a conocer más de sus poemas y de su vida, gracias al trabajo de amigos y familiares que buscan rescatar del olvido lo que por décadas fueron versos, estrofas y dibujos desperdigados en hojas de papel que Alcira regalaba a la menor provocación en las marchas de los movimientos sociales de aquellos años en que estuvo activa, tanto en México como posteriormente en Uruguay, su país natal al que regresó a finales de los años 80 del siglo pasado.
Alcira estuvo 12 días agazapada en dichos sanitarios en el inolvidable 68, pero estuvo varias semanas, hasta principios de este año, en la Cineteca Nacional, a través de la cinta “Alcira y el campo de espigas”, dirigida por su sobrino nieto Agustín Fernández Gabard (Montevideo, 1982), quien ha seguido proyectando la película en recintos cinematográficos de México y Latinoamérica. Se presentó, por ejemplo, en la pasada edición de Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (Filuni) en la UNAM.
En entrevista con El Economista, el cineasta y fotógrafo revela que el “puntapié”, como él lo llama, que detonó la travesía para dirigir el documental fue una entrevista con su abuela Sulma Soust, hermana de Alcira y quien falleció recientemente. “Me di cuenta de que nadie conocía su historia completa, había mucha gente con fragmentos de distintas épocas de su vida pero desconocían otras etapas. Gran parte de la investigación de este documental fue precisamente ir recolectando esos fragmentos, por distintos países y épocas”, asegura.
A lo largo de 86 minutos, se puede atestiguar el paso de la poeta por las calles y la vida bulliciosa de la Ciudad de México de esos años convulsos, sus andanzas con la palabra siempre por delante, pero también su inevitable deterioro de ánimo. De acuerdo con el director, justo desentrañar esos aspectos de la psique de Alcira, a través de un rompecabezas de testimonios de quienes fueron compañeros de batalla, fue lo más retador, porque era abrir la caja de pandora de los sentimientos que representaba para su familia, para “por un lado no caer en la romantización de los problemas de salud mental, mostrar que atrás hay mucho sufrimiento (de la persona, de la familia, de sus amistades), pero también para poder entenderla mejor a ella”.
La película es el testimonio vivo de quienes fueron tocados por ese ser único, que así como cultivó flores y plantas en los jardines de CU, fue asistente de Rufino Tamayo y cosechó también grandes amistades: el historiador Alfredo López Austin, quien junto con Miguel León Portilla, la rescataron del mencionado encierro en los baños. También Salomé Bolaño, hermana de Roberto Bolaño, y quien la recuerda nostálgica (hay un breve guiño en el filme a Bolaño; cabe recordar que gracias a sus novelas “Los detectives salvajes” y “Amuleto” gran parte de los lectores conoció a la poeta sudamericana, quien en esas obras se llama Auxilio Lacouture). Desfilan asimismo los testimonios de amigos cercanos como Ruth Peza, Antonio Santos, Pablo Cueto y Luis Moctezuma. Y también los de Marisol Schulz y Jorge Martínez Stack, que han seguido promoviendo recientemente la película junto al director en charlas después de la proyección.
En toda la película hay un toque de intriga. Uno la termina con ganas de acercarse más a Alcira, de saber en dónde estarán todos sus poemas esparcidos en el tiempo y las ciudades, de saber qué detonó sus crisis nerviosas y la tanta tristeza que al parecer la acechó hasta el final de sus días. La cinta está disponible a través de www.nuestrocine.mx, la plataforma de streaming del Imcine.
Hay un poema de Alcira que se va recitando, en voz de la gran actriz Verónica Langer, durante todo el filme, deshebrándose a la par de las imágenes y es “Malgré tout” [a pesar de todo], que revela un espíritu que aun con las desavenencias y los entuertos, puede vivir, sabe amar y quiere ver la luz: “Encuentro la luz (malgré tout) / Amo (malgré tout) / Regalo flores (malgré tout) / Me entristezco (malgré tout) / Me ilumino de inmenso (malgré tout)”.
¿Qué sigue? ¿Cómo estás dando continuidad al documental?, se le pregunta a Agustín Fernández.
“Te diría que ahora sigo disfrutando de algunas repercusiones de la película, tanto de gente que conoció a Alcira como de gente que ni la conoció pero se conmovieron mucho con su historia”, relata el cineasta, quien cuenta también una anécdota que le alegró mucho y es que una joven pareja de mexicanos decidió ponerle a su hija Alcira tras ver la cinta en la Filuni.
El director confiesa que está pendiente la publicación de sus escritos, “lo cual no es tarea sencilla puesto que el archivo de la poeta no es muy riguroso y ella no escribió pensando en una publicación, pero la compilación sería una labor interesante”. También revela que a partir del documental, se repartieron poemas en papeles en forma de flores en una marcha por la salud mental que tuvo lugar en Montevideo.
Alcira Soust merece que la leamos, la releamos y la comentemos, pero sobre todo que escuchemos en nosotros mismos esa voz suya que una vez que encontramos no nos abandona, porque es íntima y veraz. Una voz que se forjó en esos momentos que marcaron la segunda mitad del siglo XX mexicano, y que hoy se ha vuelto cercana y poderosa. Más cercana hoy porque ahora sabemos que hay algo que en nosotros y en la memoria será para siempre Alcira. Malgré tout.