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Todo sea por agasajar a las visitas …

Lucía Melgar | Transmutaciones
Como para una fiesta de postín, las ciudades sede del Mundial 2026 en México se engalanan para dar una buena imagen “al mundo”, es decir a quienes se desplacen hasta la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey para seguir el magno evento. Como sucede cuando el presupuesto es más estrecho que las ganas de pachanga, de pronto se gastará mucho para adecentar (“renovar”, dicen) la cara de ciudades que desde hace años presentan graves trastornos viales, padecen inseguridad y, la Cd.Mx. en particular, sufren constante deterioro, visible y oculto, por falta de mantenimiento. Por lo visto, el entusiasmo por el futbol y la apuesta por la “derrama económica” que traerán (esperan) turistas y aficionados/as, impulsa más a los gobiernos que el compromiso con la ciudadanía que día a día enfrenta las (des)dichas del caos urbano. Ojalá también apuesten por dejar a sus habitantes un “legado” duradero y consideren algunos detallitos, poco vistosos, que mejoren la experiencia de quienes entren y salgan de aeropuertos y estadios.
Los tres gobiernos estatales han anunciado con bombo y platillo, en efecto, inversiones millonarias para mejorar la movilidad, la seguridad y la estética, con diverso énfasis. La capital gastará 15,079 millones en proyectos de movilidad, como trenes ligeros, mejoras en la línea 3 del Metro, balizamiento, pavimentación y bacheo, señalización vial... , obras todas que causarán molestias en la ya sufrida capital de los bloqueos y las manifestaciones disidentes u oficiales. El AICM ya va maquillando su aspecto decadente con baños adecentados, aunque no todos con ventilación suficiente, y contará, anuncian, con nuevas bandas de equipaje, salas de espera y pasillos renovados. Guadalajara ya está trastornada con la rehabilitación de la carretera a Chapala, obras en el centro histórico y el proyecto de la línea 5 del transporte público para conectar el aeropuerto, el estadio, el centro y la Expo, con un costo proyectado de 13,000 millones. Monterrey también se acicala con proyectos de movilidad, seguridad, y áreas verdes, entre ellas una nueva carretera hacia Texas, un monorriel del aeropuerto al estadio y al parque Fundidora, 4,000 nuevos autobuses, un nuevo parque, además de una torre de cien pisos con mirador –cuya utilidad no queda clara. El costo de estos proyectos está incluido, al parecer, en los 150,000 millones que, según anunciara el gobernador García en 2024, se invertirían en obras varias, incluyendo escuelas. Para contribuir a los entusiastas preparativos, el gobierno federal aportará también unos 2,000 millones, eso sí, para transporte público.
Cuando ya se siente cierta crisis económica y las previsiones para el 2026 poco alientan el optimismo, la decisión de los gobernantes de gastar millonadas en torno a un encuentro deportivo, por muy “mundial” que sea, obliga a preguntarse por las prioridades y motivaciones de la inversión. Desde hace tiempo hacía falta ampliar y renovar los sistemas de transporte público en las tres principales ciudades del país, reparar calles y aceras, dar atención a los aeropuertos... Sin embargo, cuando se lee que en el AICM trabajan “a contrarreloj” y se maltrata al personal civil (L. Mendoza, El Financiero), se pregunta una qué sucede con otras obras y cómo se garantizará que, después del banquete, éstas no queden como mesas destartaladas.
Y, de paso, ya que de pronto hay tanto dinero para la fiesta, ojalá los magnos constructores consideren detallitos menos espectaculares, que no les costarán mucho y agradarán a extranjero/as y connacionales: entre otros, instalar bebederos, regular los (abusivos) precios de alimentos y taxis en aeropuertos y estadios, y facilitar el uso de medios de transporte alternos en el AICM. Tampoco sobrarían botes de basura en las calles, ahora salpicadas de desechos.
Ojalá, pasada la “fiebre deportiva”, nuestros aeropuertos dejen de ser territorio extractivo, fluya por largos años un transporte público limpio y cómodo, no resurjan los baches con las primeras lluvias “atípicas”… ¿Es mucho pedir en pleno derroche?

