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La promesa del Plan México: industrialización y bienestar compartido para 2030

Oscar Flores

Oscar Flores

El anuncio del Plan México, presentado en enero de 2025, marca un intento por transformar la estructura económica del país mediante una estrategia integral de industrialización y prosperidad compartida. Se antoja audaz, pensará; efectivamente, lo es. La ambición del proyecto es innegable: posicionar a México entre las diez economías más grandes del mundo antes de que termine la década. Sin embargo esta promesa también plantea una serie de desafíos operativos y de gobernanza que no debemos subestimar.

Uno de los pilares del Plan México es fortalecer la integración con América del Norte a través de la relocalización de empresas y la creación de polos de bienestar, como el Istmo de Tehuantepec y el Bajío. La meta de atraer inversiones bajo un esquema de "nearshoring" y fomentar cadenas de suministro locales es oportuna en un contexto global que busca diversificar sus fuentes de manufactura. El decreto de depreciación acelerada para nuevos activos fijos es una medida sensata, pero su éxito dependerá de la rapidez con que se implemente la Ventanilla Digital de Inversiones, cuyo diseño apunta a reducir los tiempos de autorización de proyectos de hasta 2.6 años a solo uno.

El sector salud ocupa un lugar prominente en la estrategia de industrialización. El desarrollo de una planta de vacunas con tecnología mRNA y el fomento de la producción de medicamentos genéricos para enfermedades crónicas, como la diabetes y la hipertensión, son ejemplos que destacan el enfoque en la autosuficiencia sanitaria. Además, la implementación de un código bidimensional para la trazabilidad de medicamentos es una medida fundamental para garantizar la seguridad y combatir la falsificación. La clave será integrar a Cofepris en la lista de Autoridades Reguladoras Nacionales de Confianza (WLA de la OMS), lo que requerirá reformas significativas en la digitalización de procesos regulatorios.

Un aspecto crítico que merece mayor atención es la necesidad de fortalecer el diálogo entre el sector público y la iniciativa privada mediante la creación de un grupo de trabajo especializado. Este grupo debe incluir representantes de la industria farmacéutica, dispositivos médicos y tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en salud. Su propósito debería de estar enfocada en elaborar una política nacional de la industria en salud que se alinee tanto con los objetivos del Plan México como con el futuro Plan Sectorial de Salud, que deberá de entregarse en el mes de agosto de este año. La colaboración público-privada podría acelerar la innovación, optimizar la inversión y mejorar la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias.

El Plan también aborda la sostenibilidad empresarial, promoviendo la inversión en energía limpia, reutilización de agua y manejo responsable de residuos. Sin embargo, para que estas medidas se traduzcan en resultados tangibles, será imprescindible contar con mecanismos de monitoreo bien definidos y transparentes. Las mesas de seguimiento mensuales anunciadas podrían servir como un modelo de gobernanza eficiente, siempre y cuando operen con transparencia y una evaluación rigurosa del impacto.

El éxito del Plan México dependerá no solo de la voluntad política, sino también de la coordinación efectiva entre el sector público, la industria y la academia. Las metas establecidas, como el desarrollo de capacidades en semiconductores y la fabricación nacional de trenes y automóviles eléctricos, se encuentran entre las más ambiciosas del programa. Sin embargo, será crucial mantener el enfoque en la eficiencia regulatoria, la transparencia en la ejecución de los proyectos, y el fortalecimiento de las empresas, do todos los tamaños, como eje del mercado interno. La implementación de una política coherente de desarrollo industrial inclusivo debe considerar incentivos fiscales flexibles, acceso al financiamiento preferencial y programas de capacitación específicos para las pequeñas y medianas empresas, permitiendo que estas se integren a las cadenas de valor globales.

Asimismo, el entorno regulatorio debe avanzar hacia un esquema ágil que elimine redundancias y facilite la aprobación de innovaciones tecnológicas. La experiencia internacional muestra que países como Corea del Sur han logrado avances significativos en manufactura tecnológica gracias a la colaboración multisectorial y a una planificación centrada en el largo plazo. México podría replicar esta estrategia mediante alianzas público-privadas y la creación de un observatorio de innovación que monitoree los avances y recomiende ajustes políticos para mejorar continuamente la competitividad.

Hoy cierro con una frase de que refleja la visión de un servidor con relación a estos temas: "El avance de los sectores industriales estratégicos no solo demanda inversión, sino también una coordinación ágil entre políticas públicas, innovación tecnológica y el fortalecimiento de las cadenas de valor locales para asegurar la competitividad global de México".

Oscar Flores cuenta con 25 años de experiencia en el sector de la salud en México y Latinoamérica, es socio fundador de una consultoría enfocada en el análisis de las políticas públicas en salud, salud digital y sostenibilidad.

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Oscar Flores cuenta con 25 años de experiencia en el sector de la salud en México y Latinoamérica, fue socio fundador de una consultoría enfocada en el análisis de las políticas públicas en salud, salud digital y sostenibilidad. Enfocado a la gestión de asuntos corporativos en materia de salud para la industria farmacéutica.

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