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El premio Nobel de economía y el salario mínimo

Opinión
El pasado lunes 13 de octubre se anunció a los ganadores del premio Nobel de Economía 2025. Los ganadores fueron Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt por sus aportes para explicar cómo la innovación tecnológica puede generar crecimiento económico sostenido, y en particular, por mostrar cómo el mecanismo de “destrucción creativa” actúa como motor de ese crecimiento.
Mokyr es un historiador económico y le tocó la mitad del premio por sus contribuciones en identificar requisitos y condiciones que hacen posible el crecimiento económico. Su análisis se enfoca en el conocimiento acumulado de las sociedades, en el valor cultural y en las instituciones.
Por otro lado, la segunda mitad del premio lo ganaron Aghion y Howitt, y es en ellos en quienes me quiero concentrar con la noción de “creación destruyendo lo obsoleto”. En su modelo, las empresas toman decisiones de invertir en innovación, si tienen éxito, introducen una nueva tecnología o un nuevo producto que desplaza al anterior. Eso les otorga ganancias temporales de monopolio, al mismo tiempo es una ventaja que incentiva a otros a innovar más adelante, generando un ciclo continuo de reemplazo. Esa sustitución, sin embargo, implica que algunas empresas, tecnologías o empleos quedarán obsoletos —de ahí lo “destructivo”. Pero esa destrucción también es el precio del progreso, sin ella no habría espacio para lo nuevo.
Su modelo también incorpora cómo las fuerzas competitivas, las barreras de entrada, la duración de monopolios temporales y las políticas de protección pueden afectar la tasa de innovación. Empresas demasiado grandes o dominantes podrían bloquear nuevas entradas y ralentizar el proceso de renovación. Así, Aghion y Howitt muestran que el crecimiento no proviene solo de factores exógenos (como el “avance tecnológico externo”) sino que puede originarse desde dentro de la economía: las empresas compiten, innovan, desplazan a otras; en un proceso dinámico permanente.
Para clarificar, diversos factores —como la creatividad, la sustitución de tecnologías obsoletas, los conflictos distributivos o las condiciones externas— generan tensiones que, a su vez, impulsan aumentos en la productividad y transformaciones en los mercados de bienes, servicios y trabajo. Un ejemplo clásico es la llegada del automóvil, que destruyó empleos y empresas dedicadas a los carruajes y a la cría de caballos. Sin embargo, en el mediano plazo, las personas trabajadoras se incorporaron a industrias más productivas y el mercado automotriz se expandió, generando mayor riqueza. Lo mismo ocurrió con la fotografía digital, que desplazó a la tradicional; o con las plataformas de streaming, que sustituyeron a los videoclubes: cada innovación destruyó estructuras previas, pero dio origen a sectores más dinámicos y eficientes.
¿Cómo se relaciona esto con el salario mínimo? El aumento del salario mínimo puede actuar como un mecanismo de destrucción creativa, aunque no en el sentido clásico de innovación tecnológica, sino institucional o estructural. En el modelo Aghion-Howitt, el motor del crecimiento es la innovación que reemplaza a lo obsoleto. Sin embargo, lo obsoleto no tiene que ser únicamente una tecnología, también puede ser un modelo de negocio ineficiente o una estructura productiva que solo es viable a costa de bajos salarios. Así, cuando un Estado eleva el salario mínimo, impone una nueva restricción institucional, y solo sobrevivirán las empresas capaces de generar suficiente productividad para pagar salarios dignos.
Esto expulsa del mercado a firmas con baja productividad y fuerza a las demás a innovar o reorganizarse para seguir siendo rentables. Se destruyen a las empresas “zombis”, que sólo son rentables pagando salarios de miseria, lo que aumenta la productividad agregada del sector, ya que estos trabajadores se desplazan a empresas más productivas. Asimismo, se incentiva una competencia más equitativa, porque desaparecen las empresas que competían con bajos salarios, lo que incentiva un mercado laboral más justo y una mayor inversión en capital humano.
El proceso de “destrucción creativa” a través de incrementos al salario mínimo funciona si hay innovación y movilidad laboral, la destrucción de empresas ineficientes libera recursos (trabajo, capital, entre otros factores) que se reasignan hacia sectores más productivos. En el caso contrario, por ejemplo, si hay rigidez laboral, es decir, si las empresas son incapaces de adaptarse o las personas trabajadoras de transitar a nuevas ocupaciones, la destrucción sólo puede ser eso, un efecto recesivo. Para el caso de México, la mayoría de los estudios (Campos y Esquivel, 2021; Conasami, 2019; Conasami 2025) sobre los recientes incrementos al salario mínimo, indican que no se perdió empleo e incluso se redujo la pobreza, por lo que se puede deducir que se está dando un proceso de destrucción creativo: las personas trabajadoras se están moviendo a empresas más productivas capaces de pagar por arriba del salario mínimo.