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Opinión

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El Mayo, la política y la incómoda verdad bilateral

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Stephanie Henaro | Café Colón

Stephanie Henaro

La captura y confesión de Ismael “El Mayo” Zambada revelan una verdad doblemente incómoda: hacia adentro, que la política mexicana ha estado untada de dinero ilícito durante décadas; hacia afuera, que la relación con Estados Unidos se administra con desconfianza y unilateralidad.

El “Mayo” no solo se declaró culpable, también puso en evidencia la otra cara de la guerra contra el narco: la política corroída por sobornos. En su carta abierta aceptó lo que todos sospechaban: que el negocio de las drogas no florece sin la complicidad del poder. Este giro judicial confirma que la narrativa oficial —esa de héroes contra villanos— siempre fue incompleta. No era un cartel contra el Estado, sino un sistema de vasos comunicantes donde los sobornos lubricaban la maquinaria. El dato incómodo es que, aunque Zambada se hunde, las estructuras que lo protegieron siguen vivas y se adaptan. Al final, el verdadero “Mayo” no es un hombre, es un espejo del Estado capturado.

Y mientras México mira hacia adentro, Estados Unidos administra la otra parte de la verdad. Zambada admitió haber traficado 1,500 toneladas de cocaína en 50 años, pero no cooperará con Washington: no dará nombres ni cómplices. La fiscal Pam Bondi ya dijo que no se revelará cómo llegó a suelo estadounidense. Una operación unilateral que exhibe la desconfianza hacia México y refuerza el patrón: Nueva York como tribunal de capos, México como territorio de violencia.

El dinero incautado es igual de revelador. Washington confisca 15 mil millones de dólares que pasarán a su erario. Para dimensionar: el presupuesto educativo aprobado por la Cámara de Diputados en 2025 asciende a 1 billón 086 mil 890.02 millones de pesos, unos 63 mil millones de dólares. Lo decomisado a un solo capo equivale a casi una cuarta parte de todo lo que México destina a la educación en un año. La justicia es estadounidense; la violencia, mexicana.

El contexto geopolítico no es menor: Donald Trump ha firmado una orden ejecutiva que faculta al ejército a usar la fuerza contra “narcoterroristas” y mantiene barcos frente a las costas de Venezuela bajo la excusa de interceptar cargamentos. Para Washington, la caída del Mayo es victoria estratégica; para México, derrota silenciosa.

La sentencia final se conocerá en enero de 2026, pero el veredicto político ya está dictado: la confesión del Mayo revela que, en la guerra contra el narco, México exhibe su corrupción, Estados Unidos su unilateralidad, y la verdad bilateral es que ninguno de los dos sistemas de poder sale limpio.

Pero quizá lo más preocupante es la normalización de este ciclo. Cada capo capturado se convierte en trofeo político, pero no en transformación institucional. La corrupción que admitió el Mayo no es excepcional, es estructural. Y mientras Estados Unidos capitaliza la incautación y proyecta fuerza internacional, México parece condenado a repetir la misma escena con diferentes protagonistas. La “verdad bilateral” es que ambos países administran la crisis a su conveniencia: Washington con justicia selectiva y México con simulación judicial. En medio, los ciudadanos siguen pagando el costo de una guerra interminable que ni erradica la violencia ni desmantela la impunidad.

El último en salir, apague la luz.

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Stephanie Henaro

Actualmente da asesorías geopolíticas, conferencias, e imparte la materia en la Universidad Iberoamericana de México y en la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala. También comparte sus análisis en ADN40, MVS, Radiofórmula, El Heraldo y Televisa.

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