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La libertad de prensa en la era de Trump

No es que no haya libertad de prensa o libertad de expresión, se trata más bien de que la verdad del hombre más poderoso del mundo en este momento sea la que prevalece sobre todas sin importar si mañana cambia de parecer.
La estrategia del presidente Trump de imponer su voluntad en cualquier ámbito que le venga a la cabeza, porque su estatura y su fuero se lo permiten, se ha convertido en un dolor de cabeza para todo el mundo. Esta actitud ha pasado de cómica a dramática y de dramática a cómica sin cesar. También ha trascendido países, regiones, razas, sexos, industrias y últimamente el derecho de opinar.
A poco más de dos meses en el poder, Trump ha logrado imponer su voluntad a través de la coerción, la manipulación, las amenazas e incluso la violencia verbal. Se ha metido a opinar sobre la geografía de océanos y países, la ideología de sexos, los aranceles con sus principales socios comerciales, dos conflictos bélicos que trascienden sus fronteras, los presupuestos de organizaciones de apoyo a distintos ámbitos como la salud, la FIFA y la prensa entre otros.
Ha humillado a individuos como al mandatario ucraniano, Zelensky, a su predecesor Joe Biden y a poblaciones enteras como los canadienses y los panameños. Ha puesto a temblar a migrantes y ha generado una seria inestabilidad política, financiera y social en el mundo. A decir de muchos, Trump es un peligro para la humanidad. Ante tal situación, la pregunta es ¿qué tan libre es la prensa? ¿Qué tan libres son los medios en los países democráticos y qué poder tienen para contrarrestar la opinión y la voluntad de un mandatario todopoderoso y proponer un equilibrio?
De acuerdo con una nota publicada en La Jornada por Jim Cason y David Brooks el día de ayer, la presión de demandas legales y agencias reguladoras está atenuando el espíritu crítico de la prensa en contra del gobierno trumpista. Cason y Brooks argumentan que, entre otros hechos claramente coercitivos contra la libertad de expresión, destacan los acuerdos millonarios a los que han tenido que llegar diversos medios con el Presidente. Ejemplos de estos son un pago de 25 millones que Meta tuvo que hacer a Donald Trump por anular su cuenta de Facebook después de los incidentes del 6 de enero del 2021 en Washington, y otro pago que ABC tuvo que hacer a Trump por difamación por 15 millones de dólares, así como muchos otros acuerdos que han trascendido entre otros medios como Amazon y el Washington Post.
¿Podrá uno de los hombres más ricos del mundo acabar con la libertad de expresión?