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Incertidumbre económica

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OpiniónEl Economista

Hace unas semanas “no se creía” que el Presidente Trump impusiera aranceles. Hoy cruzamos los dedos para que el 4 de marzo no amplíe los aranceles ya impuestos.

En las próximas semanas, meses y años (al menos los siguientes 4 del mandatario norteamericano) la incertidumbre gobernará el escenario de la economía nacional y mundial. Toda vez que el Presidente del vecino país amenaza un día y otro también con imponer aranceles a todo el mundo, sin que tengamos una estrategia clara para hacer frente a esta situación.

Por otro lado, nuestro gobierno contribuye a agravar nuestro propio escenario de incertidumbre, toda vez que, supuestamente, el pueblo sabio decidió despedir a las ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quitar a más de una tercera parte de juzgadores federales y sus correspondientes en los estados.

Sin duda alguna que la mayoría de las y los empresarios no tienen certeza de quiénes y con qué criterios, en este momento y en los próximos años, vayan a resolver sus asuntos en los tribunales, puesto que es muy probable que serán cambiados los criterios jurisprudenciales (interpretaciones de las disposiciones jurídicas) que se habían construido en las últimas décadas.

Cuando consultamos a un médico, por ejemplo, respecto a la atención o tratamiento médico sobre el malestar de salud de cualquier persona, dicho profesional de la medicina recurre a la experiencia propia, que está basada en los conocimientos que le fueron proporcionados por sus maestros o quienes han tenido estudios y experiencias recientes en el ámbito propio de la medicina.

Algo similar sucede en el ámbito jurídico, en el cual, la sociedad o quienes se ven involucrados en una situación de hecho o jurídica que requiere los conocimientos y experiencia de profesionales jurídicos recurren a sus servicios para atender dicha situación. Sin embargo, la 4T se está encargando de cambiar a quienes han establecido criterios jurisprudenciales que han orientado la resolución y atención de tales situaciones, así como también cambió la forma de legitimar a dichas instituciones que basaban su legitimidad en la razón y en la interpretación de la ley.

Ahora, los nuevos juzgadores que están próximos a ser electos, supuestamente tendrán la legitimidad, sustentada en los votos obtenidos, para resolver contra los criterios jurisprudenciales a que me he referido justificando su actuar en los mencionados votos, aún cuando el razonamiento que se exponga vaya, incluso, contra la letra de la ley.

En nuestro país continuará la división nacional aún y cuando se requería que toda la atención de los mexicanos estuviera lista para caminar en un solo sentido para enfrentar los embates de la agresión extranjera que ya se está sintiendo; ejemplos de ello son la imposición de aranceles al acero y aluminio mexicano, así como la condicionante de acciones por parte del gobierno soberano de la 4T para servir de patrulla fronteriza y supuestamente embestir a las organizaciones criminales, como no se hizo antes.

En los próximos meses estaremos ante el escenario de una de las elecciones más insólitas en el mundo occidental, las campañas y elecciones de los juzgadores federales. Cualquier encuesta de opinión podría evidenciar que la mayoría de los electores desconoce a los candidatos a diputados federales (con los que podríamos comparar la elección de juzgadores federales por el número de quienes se elegirán), mucho menos podrá considerarse que los electores conozcan a los prospectos a juzgadores federales.

En el contexto de la elección de nuestros juzgadores, seguiremos enfrentando las amenazas extranjeras de la imposición de mayores aranceles, así como la intromisión en nuestro territorio para hacer lo que las autoridades nacionales no han hecho en al menos los dos gobiernos anteriores: combatir a las organizaciones criminales.

No habrá legitimidad alguna para pedirle a los mexicanos que salgan a las calles a defender la probable detención de quienes, está más que acreditado que están vinculados con las organizaciones criminales y que, por ello, la población en general está padeciendo los gravísimos problemas de inseguridad en sus comunidades.

Los grandes inversionistas nacionales e internacionales seguirán dudando invertir en una economía que carece de certidumbre para sus inversiones. Se trata de una situación de hecho que se advierte simplemente de los acontecimientos públicos, no se trata de una posición política o ideológica que se anuncie en contra de los intereses nacionales.

En la colaboración pasada hacía alusión a la satisfacción y orgullo de pertenecer a un hermoso país que tiene una belleza extraordinaria en su geografía, en su cultura y en su población. Sin embargo, el gobierno no puede dejar pasar que las señales de graves tormentas se avecinan. No se debiera continuar implementando una política que fue diseñada para un escenario libre de tales circunstancias.

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