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Opinión

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La Cultura de la Paz, Distender la Polarización

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Pascual Hernández Mergoldd | La cultura de la paz

Pascual Hernández Mergoldd

La verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión, es la presencia de justicia.” Martin Luther King

Desde hace poco más de siete años la polarización social ha sido una estrategia impulsada desde Palacio Nacional, lo que ha alimentado el conflicto político, la discordia, el odio, y lastimado la cordialidad existente.

De manera cotidiana el oficialismo alimenta una nociva polarización con la que pretende imponer su pensamiento como único. Si no se está con el oficialismo se es un traidor a la patria y por tanto se descalifica y ofende a sus adversarios. En vez de escuchar se usa un lenguaje despectivo y sectario hacia opositores críticos, muchos de los cuales son para la presidenta vendepatrias, a quienes integran lo que llama PRIAN, a todos los jueces, magistrados y ministros destituidos por la reforma judicial los califica de corruptos y a los columnistas e intelectuales críticos los denomina "comentócratas".

Con ello se pretende deslegitimar a opositores, activistas o periodistas, acusándolos de traición a la patria, corrupción o conspiración y se utiliza al Estado para intimidarlos, amenazarlos y perseguirlos.

La parcialidad demostrada por las autoridades electorales, doblegadas por el oficialismo, se materializó en un manto de opacidad para encubrir las violaciones a la legalidad electoral, con base en una supuesta falta de pruebas. Esta es una muestra de la provocación que alimenta la creciente polarización.

Todo lo anterior propicia desconfianza institucional y violencia.

Este fenómeno no es exclusivo de un país o de una ideología. Aparece en democracias y regímenes autoritarios, en gobiernos de izquierda y de derecha. Lo que cambia es el estilo, no la lógica.

Por la vía electoral han asumido el poder caudillos autoritarios y aspirantes a dictadores que, como si fuera prioritario, desmantelan las instituciones y los mecanismos que les permitieron alcanzar el poder, como ha ocurrido en México. Es frecuente que esos gobernantes populistas sean proclives a la militarización.

Un gobierno responsable y comprometido con su país se aplicaría en distender la polarización, en vez de provocarla, lo que implicaría suavizar conflictos y crear una atmósfera de diálogo, de respeto a las minorías y a las oposiciones.

En política distender significa disminuir tensiones entre grupos y, desde luego, dejar de alimentarlas.

Distender el ambiente político requiere más que buenas intenciones. En nuestro caso se requiere de un cambio radical, por ejemplo, en la estrategia de comunicación de Palacio Nacional y del oficialismo para aplicar la escucha activa, incluir empatía, inteligencia emocional y técnica. De tal suerte que se reconozcan y respeten la diversidad, las oposiciones, las minorías y a los críticos, sin polarizar. Mencionar distintas posturas con respeto, sin caricaturizarlas.

También será necesario apelar a valores compartidos tales como justicia, bienestar, seguridad y dignidad. Evitar lo que divide para reconstruir y reducir la confrontación.

Usar un lenguaje emocionalmente inteligente en el que se eviten términos agresivos o despectivos y descalificaciones; se cuide el tono y el ritmo, y se eviten gritos o sarcasmos que puedan escalar tensiones.

No menos importante sería pasar del discurso a los hechos. No conviene ignorar que la democracia es el gobierno de las mayorías en el que se respeta a las minorías, sobre todo cuando –como hoy- están formadas por millones de mexicanos que oscilan en un 40% de los votantes pero que las autoridades electorales, alineadas al oficialismo, decidieron su subrepresentación en el legislativo, es decir, desconocerlas.

El país necesita un gobierno que negocie, debata, con capacidad de escuchar al otro y actúe con empatía, no de tomar la vía, aparentemente fácil, pero de dudosa legalidad, de la imposición.

Se trata de una lucha continua, pero civilizada y regulada, en un ambiente de tolerancia a la opinión diferente y a la crítica.

Parece olvidarse que la construcción de una cultura de la paz y de la concordia sólo es posible con un contagio positivo que generalice la práctica del diálogo en todos los ámbitos de interacción social.

Son el dialogo y el respeto las vías de la distensión que reconocen la verdad que da valor a la palabra.

* El autor es abogado y mediador profesional.

Mail: mediador.negociador@gmail.com

X: @Phmergoldd

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