Casa Jaguar y Eduardo Ruiz rinden homenaje a Macedonia Blas con un mural histórico

El 2025 comenzó con un merecido homenaje a Macedonia Blas Flores, activista otomí y defensora de los derechos humanos, cuyo trabajo incansable en favor de las mujeres indígenas ha trascendido fronteras. En el municipio queretano de Pedro Escobedo, el artista Eduardo Ruiz develó un mural en su honor, una obra que no solo enaltece su figura, sino que también exalta la identidad y la lucha de los pueblos originarios.

El mural se encuentra en el Colectivo Cultural y Centro Ceremonial Casa Jaguar el cual es liderado por Mario Jaguar (licenciado en administración pública por la UVM de Querétaro), un espacio dedicado a la preservación y difusión de las tradiciones indígenas.

En la ceremonia, acompañada de líderes comunitarios y representantes de diversas naciones indígenas de México, Perú, Colombia y Brasil, Blas Flores fue reconocida por su trayectoria, que la llevó a ser nominada al Premio Nobel de la Paz en 2005.

Mario Jaguar, líder de Casa Jaguar, comparte que el mural en honor a Macedonia Blas Flores es una forma de transmitir la riqueza espiritual y cultural de los pueblos indígenas. Como médico tradicional y maestro temazcalero, cree que el arte y la cultura son herramientas poderosas para sensibilizar a la gente, no solo en Querétaro, sino en todo México e incluso en otros países. Su intención es que más personas valoren la grandeza de nuestras raíces, nuestra espiritualidad y el profundo conocimiento que han conservado los pueblos indígenas.

Macedonia Blas: partera, artesana y guardiana de la memoria

Originaria de El Bothé, Amealco, Macedonia Blas ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de las mujeres indígenas, labor que le ha valido numerosos reconocimientos, entre ellos la Presea Nelson Mandela, otorgada por el Congreso del Estado de Querétaro a los Defensores de Derechos Humanos. Además de activista, es una partera tradicional, artesana y cocinera, oficios que ha utilizado como herramientas de resistencia cultural y autonomía económica para su comunidad.

La obra de Eduardo Ruiz no es la primera en la que la retrata. En su serie pictórica dedicada a la Danza de las Pastoras, la pieza Luz de Luna ya había plasmado su figura, resaltando la conexión de la activista con la tierra y las tradiciones otomíes. En el mural, el rostro de la activista emerge con fuerza, rodeado de listones que cuelgan de su sombrero y mazorcas de maíz, símbolos del vínculo profundo entre su labor y la cosmovisión de su pueblo.

En cuanto a Casa Jaguar, es un espacio con más de 24 años el cual ha sido un punto de encuentro para el arte, la cultura y el conocimiento. Funciona como una escuela donde grandes maestros y maestras indígenas de México y otros países comparten su sabiduría. A través del mural, el temazcal y la medicina tradicional, buscan acercar a más personas a estas prácticas y enseñanzas.

Mario menciona que cada vez más profesionistas, como médicos, psicólogos, psiquiatras y antropólogos, se interesan en conocer estas tradiciones y ver cómo pueden complementarlas con su trabajo. Para él, la medicina tradicional y la alópata no compiten, sino que se complementan, y ha sido increíble ver cómo estas prácticas han ayudado a sanar a muchas personas.

Sobre cómo inspiran a las nuevas generaciones, destaca que el arte y la cultura son clave para fortalecer la identidad y el orgullo por México. A lo largo de su vida, ha viajado por el mundo compartiendo la diversidad cultural del país y busca que, a través de proyectos como este, más mexicanos se enamoren de su propia historia y tradiciones.

Por último, reconoce que un gran reto es conseguir los recursos necesarios para que estos murales sigan realizándose. Hay que cubrir los gastos de los artistas, viajes, materiales y logística, por lo que hace un llamado a empresarios, organizaciones y autoridades para que se sumen y apoyen esta iniciativa. Mario cuenta que este proyecto nació de un sueño suyo y que lo ha hecho realidad junto con el pintor y muralista Eduardo Ruiz Espinal, quien fue el encargado de plasmar esta visión en el mural.

Arte como resistencia: un proyecto de 68 murales

Este mural forma parte de un proyecto más grande llamado Homenaje en vida a los grandes abuelos de México, que busca pintar 68 murales en distintos estados, cada uno dedicado a una de las naciones indígenas del país. Ya han realizado varios en Sonora, Hidalgo, Querétaro y Guanajuato, así como en Colombia, Canadá y Holanda. La idea es rendir tributo a los abuelos y abuelas que son guardianes del conocimiento ancestral. La obra de Ruiz es un recordatorio de que la lucha de Blas Flores no solo pertenece al pasado, sino que sigue vigente en cada mujer indígena que reclama su derecho a ser escuchada y respetada.

La inclusión en el arte no es solo una cuestión de justicia social, sino una manera de enriquecer nuestro panorama cultural con la diversidad de perspectivas, saberes y estéticas que forman nuestra identidad como nación. En un mundo donde la homogeneización amenaza con borrar las diferencias, el arte se convierte en un acto de resistencia. Que este mural en honor a Macedonia Blas Flores nos recuerde que la inclusión en el arte es también inclusión en la historia, en los espacios de decisión y en la lucha por un futuro más equitativo para todos.