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Opinión

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El cáncer se está tornando en enfermedad de pobres y vulnerables

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Maribel Ramírez Coronel | Salud y Negocios

Maribel Ramírez Coronel

En un mundo donde la medicina presume de precisiones moleculares y terapias de vanguardia, el cáncer se revela cada vez más como una lotería cruel, cargada de dados falsos. No es casualidad que en México y en gran parte del planeta, esta enfermedad se incline con saña hacia quienes menos tienen y hacia las mujeres pobres que cargan con el peso invisible de la desigualdad.

Cáncer de mama, cáncer cervicouterino y cuello uterino, esos verdugos silenciosos que, según datos del Global Burden of Disease 2023 del IHME (ante la falta de un registro de cáncer en México), representan 35% de las muertes por cáncer en mexicanas mayores de 25 años. Pero hay otro giro siniestro: el cáncer de colon y recto, que irrumpe ahora entre adultos jóvenes, como un recordatorio de que el mal no respeta edades, solo vulnerabilidades. Si no actuamos, esta nueva etapa oncológica no será solo una crisis de salud, sino un escándalo de justicia social.

Rafael Lozano Ascencio, profesor emérito de la Universidad de Washington y titular en la UNAM, lo dijo sin rodeos en su ponencia en el Coloquio Mission Early, organizado por All Can en la UNAM: el cáncer es "una enfermedad de pobres". No porque los ricos estén inmunes —al contrario, su acceso a tratamientos caros les regala años—, sino porque la brecha en el acceso determina quién sobrevive y quién se despide en silencio. En México, de 55,000 muertes por cáncer en mujeres mayores de 25 años en 2023, una de cada tres fue prevenible. Idealmente, el 85-90% de esas muertes podrían evitarse con políticas "río arriba", como Lozano denomina a las intervenciones que atacan las raíces, la prevención primaria: contaminación, dietas tóxicas, tabaco y alcohol desregulados. Tomemos el cáncer de mama (CAMA) y el cervicouterino (CACU), los más letales para las mexicanas. En 2023, sumaron 19,500 muertes en México, con tasas que escalan en estados donde la pobreza se extiende más. Para el CAMA, la mastografía —que es prevención secundaria, con sus asegunes por la barrera de una adecuada interpretación— salva vidas, pero traslada la culpa al individuo: "Ve al chequeo, atiende tu cuerpo". Lozano critica esta narrativa: el verdadero frente está en reducir obesidad, alcohol y hormonas innecesarias, exigiendo regulaciones alimentarias y entornos activos. En México, la incidencia de CAMA sigue en ascenso: de 10,000 casos en 1990 a 25,000 en 2024; la tasa ajustada por edad está en 30-40 por cada 100,000 mujeres. La mediana de edad de diagnóstico pasó de 48.8 a 51.9 años, reflejando un envejecimiento poblacional que no explica todo; la desigualdad, sí.

Pero el más discriminado: cáncer de cérvix y útero (CaCu) 

Es el único cáncer que hoy podría ser eliminado pues es prevenible con vacunación, pero en México ocupa la segunda causa de cáncer y muerte en edad reproductiva: 28 diagnósticos y 13 defunciones cada día. La tasa mortal de CACU ha bajado 11% desde 2000, pero persiste en estados como Chiapas o Morelos, estancada desde 2015.

La doctora Lucely Zetina, oncóloga del Instituto Nacional de Cancerología (InCan) y fundadora del Programa Micaela, con más de 100 publicaciones sobre el tema, lo pinta crudo: en un estudio retrospectivo de 4,000 casos en INCAN (2003-2016), el 74% de las afectadas eran de bajo nivel socioeconómico, el 50% rurales o sin escolaridad y el 80% llegaban en etapas avanzadas. ¿Por qué? Barreras sociodemográficas, falta de difusión y servicios precarios. La cobertura de detección ronda el 70-89%, pero ¿dónde está el impacto en incidencia? En la nada, porque fallamos en implementación. La estrategia global de la OMS desde 2018 es clara: vacunar al 90% de niñas contra VPH (2 dosis a los 11-14 años), detectar al 70% de mujeres en edad reproductiva y tratar al 90% de casos. Junto a la detección (citología o molecular), la vacuna podría erradicar el 80% del riesgo.

Pero además, este cáncer es discriminado. La industria farmacéutica lo ignora: mientras el mama o pulmón acumulan miles de estudios y terapias (trastuzumab, inmunos), el CACU tiene solo 164 ensayos globales, decenas en fases clínicas, concentrados en países ricos. ¿Por qué invertir en un mal de pobres, no redituable?, ironiza la doctora Zetina. Gobiernos como el nuestro priorizan promesas de "detección oportuna", pero escatiman en vacunas universales. En América Latina, millones dependen aún del papanicolaou, un tamizaje tardío.

En el evento de All.Can realizado en la Facultad de Medicina de la UNAM la realidad actual se resumió en una frase: hoy el cáncer es cada vez más una enfermedad de pobres.

Cáncer de colon y recto ataca a adultos jóvenes

Y si el CACU grita por prevención, el cáncer de colon y recto (CACol) susurra un futuro aterrador: ataca a los jóvenes. Globalmente, en 2022 sumó 1.9 millones de casos nuevos, tercera causa más frecuente y segunda más mortal con 235 mil defunciones. En Latinoamérica, segunda en frecuencia y tercera en letalidad; en México, tercera en diagnósticos pero primera causa de muerte por cáncer. Uno de cada 24 mujeres y uno de cada 26 hombres lo padecerá.

En varones, es el segundo más frecuente después del de próstata; en mujeres, el cuarto, detrás de mama, CACU y tiroides. El riesgo es levemente mayor en hombres, pero las tendencias aterran a todos. En países desarrollados, las tasas caen en mayores de 60 gracias a colonoscopías y estilos de vida mejorados. Pero entre menores de 50 —la "enfermedad de aparición temprana"— hay un auge marcado. En México, la incidencia subió de 5 mil casos en 1990 a 10 mil en 2024, con tasas ajustadas de 10-15 por 100 mil. Sorprendentemente, la mediana de edad de casos bajó de 68 a 66.5 años, y de muertes de 70.8 a 68.3. La culpa: dietas calóricas, ultraprocesados que inundan mercados pobres, sedentarismo urbano. En estados como Sonora, la mortalidad es 1.8 veces mayor que en Quintana Roo, reflejando brechas regionales. Este cáncer no discrimina por género tanto como por clase y edad: los jóvenes de entornos precarios, con acceso nulo a actividad física o alimentos sanos, son los nuevos blancos. En ese contexto, hay suficientes elementos para colocar al cáncer como el rostro de la inequidad.

Aguas agitadas al interior de Cofepris

No hay duda que están muy agitadas las aguas subterráneas al interior de Cofepris. Primero fue la salida de actores clave en el regulador sanitario, luego versiones insistentes de una posible renuncia de su titular Armida Zúñiga -lo cual oficialmente fue descartado argumentando que son golpes de grupos inconformes que quieren dañar a la institución. Lo último fueron acusaciones de empleados en un correo anónimo donde denunciaron estar siendo obligados a ir a la celebración presidencial en el zócalo este domingo. Ello fue negado por Cofepris en un comunicado donde señala: “La institución no tolera ni permitirá actos de intimidación, acoso o uso político de sus funciones, y exhorta a quienes difundan información falsa a conducirse con responsabilidad”. El punto es que todo evidencia que las cosas están color de hormiga en ese organismo.

Maribel Ramírez Coronel

Comunicadora especializada en temas de salud pública e industria de la salud. Cursó la maestría en Administración en Sistemas de Salud en FCA de la UNAM. Forma parte de la iniciativa www.HospitalsinInfecciones.com. Fundadora en 2004 de www.Plenilunia.com, plataforma de contenidos sobre salud femenina.

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