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El campo mexicano: Motor de vida y esperanza para un futuro sustentable

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OpiniónEl Economista

Ver el rostro de un campesino que logra una buena cosecha, es muy gratificante, disfrutar de los manjares del campo es maravilloso. Ese mosaico de tradiciones, colores y sabores, es mucho más que un paisaje pintoresco: es la base de nuestra soberanía alimentaria, es el corazón de nuestra cultura mexicana, es el amor por nuestra patria y los nuestros. Ante este panorama, el Gobierno Federal que encabeza la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo enfrenta retos importantes y el desafío es crucial: transformar el potencial del campo en un motor de desarrollo sustentable. Aquí es donde iniciativas como el Fondo de Apoyo a la Infraestructura Rural (FIRCO) y la especialización de la mano de obra calificada se convierten en ejes fundamentales para lograr un campo más productivo, sustentable y competitivo.

DE RAÍCES FUERTES A FRUTOS PROMETEDORES

Decía Don Abdón Colín del municipio de Amanalco, Estado de México: “La tierra da lo que le das, pero si le das con ciencia, te lo devuelve con creces”. Él acostumbraba analizar la tierra antes de iniciar el proceso de siembra. Esta sabiduría popular encierra una verdad que FIRCO ha entendido bien: el campo necesita infraestructura, tecnología y conocimientos especializados para prosperar.

Durante su gestión como jefa de Gobierno de la Ciudad de México y ahora como la Primera Presidenta Científica de este país, la Dra. Claudia Sheinbaum ha impulsado una visión integral para el desarrollo del campo. Entre sus propuestas destacan:

  1. Apoyo directo a pequeños productores: La Dra. Sheinbaum ha priorizado la entrega de recursos a productores rurales a través de programas de transferencias directas. Su objetivo es garantizar que los beneficios lleguen directamente a quienes trabajan la tierra.
  2. Producción agroecológica y sustentable: Inspirada en su experiencia en políticas ambientales, ha promovido la adopción de prácticas agrícolas amigables con el medio ambiente, como la eliminación gradual de agroquímicos en favor de biofertilizantes y pesticidas orgánicos.
  3. Rescate de los saberes tradicionales: Reconociendo el valor de la herencia cultural, busca integrar los conocimientos de comunidades indígenas y campesinas con la innovación tecnológica, logrando un equilibrio entre tradición y modernidad.

Un ejemplo exitoso es el programa de “Producción para el Bienestar”, que ha fortalecido la economía de más de 2.7 millones de pequeños agricultores y continúa siendo un modelo de inclusión productiva.

MANO DE OBRA CALIFICADA: EL ALMA DEL PROGRESO RURAL

La formación de capital humano especializado, es fundamental para el desarrollo del campo mexicano, no se trata sólo de infraestructura y recursos, sino de personal capacitado para una correcta operación. La Dra. Sheinbaum ha señalado que la capacitación técnica y la educación son pilares fundamentales para garantizar un campo competitivo. Como diríamos en México, “Para cosechar, hay que sembrar primero”.

En 2020, Instituciones de Educación Media Superior impulsaron el Foro Internacional sobre el Futuro de la Agrotecnología, enfatizando en la importancia de tecnificar el campo, capacitar a jóvenes con altos estándares de calidad y darle al campo una oportinidad en la agenda nacional.

En su plan de trabajo, la Presidenta de México propone un campo autosuficiente y soberano. La creación de Centros de Formación Rural especializados en agricultura sustentable y tecnologías de riego, permitirán beneficiar a jóvenes y mujeres rurales. Asimismo, fortalecer los lazos con instituciones como FIRCO podría garantizar que los proyectos productivos incluyan capacitación continua.

LA SUSTENTABILIDAD: UN CAMINO CON MUCHAS ARISTAS

La sustentabilidad no debe entenderse como un trayecto lineal, sino como un camino con múltiples aristas que exige soluciones integrales. Un ejemplo claro es el uso y aprovechamiento de las energías renovables y la eficiencia energética, cuyos beneficios trascienden lo ambiental. Entre los impactos más representativos están la disminución de gases de efecto invernadero, la reducción del uso de combustibles fósiles y la generación de energía limpia, avances que, como dirían los abuelos, “son como agua para el sediento”. Todo ello coadyuva al cuidado del medio ambiente, pero también abre la puerta a beneficios financieros al reducir los costos de la energía eléctrica, lo que, en palabras de Juan Rulfo, “le da un respiro a los días que parecen más cuesta arriba”.

Entre las instituciones gubernamentales que ejecutan proyectos de esta naturaleza destaca el Fideicomiso de Riesgo Compartido (FIRCO). Por más de 30 años, FIRCO ha sido un fiel creyente y promotor de las energías renovables, demostrando que el futuro del campo mexicano también se alimenta de la innovación. Su impacto se ha extendido a las 32 entidades del país, con casos de éxito que incluyen sistemas fotovoltaicos, térmicos solares y biodigestores, ejemplos de cómo lo sustentable puede ser rentable.

El uso de energías renovables no solo promete mejorar las condiciones ambientales, sino que también nos recuerda un principio esencial: “Cuidar la naturaleza es cuidarnos a nosotros mismos”. Al final, invertir en soluciones sostenibles es como sembrar en tierra fértil: la cosecha siempre será generosa, no solo para el planeta, sino también para nuestro bolsillo y nuestra calidad de vida.

Un caso inspirador es el de Guadalupe, una joven ingeniera agrícola de Sinaloa, quien, tras capacitarse en sistemas de riego tecnificado, aumentó el rendimiento de las cosechas de maíz en su comunidad. Historias como la suya confirman que invertir en educación rural transforma vidas.

EL CAMPO COMO ESPERANZA NACIONAL

El cuerno de la abundancia, tiene un privilegio y una responsabilidad única: su biodiversidad y riqueza natural. Aprovechar este potencial no solo es prioritario para la economía nacional, sino también para el bienestar de las comunidades rurales que, con su amor, esperanza y trabajo diario, nos alimentan.

Decía un viejo dicho: “El campo no espera; si lo descuidas, se seca”. Este proverbio aplica al cuidado de la tierra y al compromiso del gobierno y la sociedad. Es momento de voltear al campo mexicano, de reconocer que en sus entrañas vive la esencia de nuestra soberanía alimentaria, entendiendo que su fortalecimiento es clave para el desarrollo sostenible de nuestro querido México.

Con el respaldo de iniciativas como las de la Dra. Claudia Sheinbaum, las acciones de FIRCO y la capacitación de mano de obra calificada, el campo mexicano se transformará en un motor de prosperidad para las próximas generaciones. Porque, como bien sabemos: “La milpa bien sembrada, siempre da buena cosecha”. Y a México ya le llegó la hora de invertir en la transformación profunda del campo mexicano. Si bien, la tierra es de quien la trabaja, como diría el Atila del sur, Emiliano Zapata, la responsabilidad del desarrollo sustentable del campo es de todos.

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