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Opinión

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Aranceles y energía ¿optimismo moderado?

Estuvo muy cerca, pero esquivamos la bala: no habrá aranceles, al menos por ahora.  

México arrancó el 2025 en una posición económica frágil, con crecimiento estancado, desequilibrios fiscales y obstáculos estructurales. La economía cayó -0.9% en el cuarto trimestre de 2024, cerrando el año con un crecimiento de apenas 1.2 por ciento. Incluso antes de la amenaza arancelaria de Trump, el sector privado proyectaba un crecimiento limitado al 1 por ciento. Esto ocurre en un contexto de problemas estructurales que arrastramos desde hace tiempo: la escasez y altos costos de energía eléctrica, la inseguridad y el deterioro del Estado de derecho, factores que han erosionado la confianza y desincentivado la inversión. Además, enfrentamos una economía dual, con un sector informal que crece y crece, pero de bajísima productividad, lo que limita el crecimiento de nuestra economía.

De haberse materializado los aranceles con los que amenazó Donald Trump, México habría caído en recesión. Con más del 80% de las exportaciones dirigidas a EU, sectores clave como el automotriz, electrónico y agroindustrial habrían sufrido despidos, recortes de producción y menor inversión. La inflación, que cerró 2024 en 4.7%, pudo haber superado el 6% por la depreciación del peso y la disrupción de cadenas de suministro. El tipo de cambio podría haber rebasado los 24 MXN/USD, encareciendo importaciones y presionando a Banxico a subir tasas. Además, la IED se habría visto gravemente afectada ante la incertidumbre sobre comercio y regulación.

Por ahora, esta crisis se ha evitado con el anuncio de la Casa Blanca de posponer los aranceles, lo cual ha generado un optimismo moderado al haberse postergado la perspectiva de una guerra comercial. Sin embargo, este respiro tiene un costo: parte del acuerdo anunciado por Presidencia y la Casa Blanca marca el inicio de facto de la revisión y renegociación del T-MEC, con todas sus implicaciones.

Esta semana hubo noticias importantes en un sector clave y que podría ser un dolor de cabeza en esta renegociación. El martes, se presentaron en el Senado las leyes secundarias que establecen un nuevo marco regulatorio para el mercado energético. Existe un riesgo de que los cambios impulsados en esta reforma entren en conflicto con las renegociaciones del tratado, particularmente en lo relativo al carácter de las paraestatales y que no puedan ser monopolios. Queda por ver si la administración de Trump no exigirá condiciones de apertura similares a las vigentes en la negociación del T-MEC.

Pero al mismo tiempo, esta reforma revierte parcialmente la política energética de la administración pasada, permitiendo mayor participación del sector privado en generación de energía. La introducción de esquemas de autoconsumo hasta 20 MW, así como los esquemas de producción a largo plazo, generador para el mercado eléctrico y de inversión mixta, podrían, de ser exitosos, detonar la inversión en generación que el país necesita.

La pausa en los aranceles da un respiro, pero la economía mexicana sigue en una posición muy delicada y la amenaza dista mucho de haberse disipado. En gran medida, lo que pase dependerá de si Donald Trump considera o no qué México ha cumplido, tanto públicamente como en privado, con sus exigencias en seguridad y migración. Además, la amenaza de una guerra comercial también adelantó y aceleró el proceso de revisión del T-MEC. Esto genera ruido en el corto plazo, pero podría sentar las condiciones para un mejor desempeño de la economía mexicana en el mediano y largo plazo. Veremos.

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