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Opinión

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Una mañana en China, al sur de la Ciudad de México

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Fausto Pretelin Muñoz de Cote

La mañana primaveral de este sábado dejó sentir sus efectos térmicos en los jardines de la embajada china al sur de la ciudad de México. Era una fiesta cultural para celebrar el Día Internacional del Arte, pero también era la presentación del embajador Zhang Run quien sólo lleva un par de meses de haber desembarcado en la misión.

En el preámbulo de la fiesta flotaba en el ambiente la carta estilo churrigueresco que le escribió Andrés Manuel López Obrador al presidente Xi Jinping pidiéndole piedad sobre la interrupción del supuesto tráfico de ingredientes químicos hacia México con los que se cocina el fentanilo.

La Secretaría de Relaciones Exteriores decidió degradar el evento al enviar como representante a un funcionario de segunda fila de apellido González Saiffe. Se extrañó a la subsecretaria Martha Delgado, publicista de la campaña “Política Exterior Feminista” cuyos efectos en el Gobierno no sobrepasan la avenida Juárez, vamos ni siquiera llegan a Madero. Tampoco estuvo presente la subsecretaria Carmen Moreno Toscano, presente asidua en los eventos a los que no asiste Marcelo Ebrard.

En estos tiempos, se sabe que cuando tiene tiempo libre, Ebrard dedica su trabajo a las funciones de secretario de Relaciones Exteriores, cuando no lo tiene, desarrolla actividades de campaña para lograr el boleto a la gran final del 2024.

Se entiende que este sábado Ebrard no tuvo tiempo para asistir al evento de la embajada china.

García Márquez insistía en que todo puede ocurrir en América Latina. En efecto, no se equivocó. Ayer, el funcionario de apellidos González Saiffe comentó alegremente que la relación entre México y China pasan por el mejor momento.

Ni la carta churrigueresca ni las menciones de AMLO en contra de China en foros públicos pasaron por el escritorio del funcionario con apellidos González Saiffe. No tiene la culpa de lo que hayan enviado como bateador emergente, pero sí la tiene al pensar que las personas que asistieron al evento se llevarían el dedo a la boca pensando que China y México sí tienen una gran relación en este momento.

El embajador Zhang desarrolló un discurso con un perfecto español; mucho más claro que el de algunos burócratas mexicanos que desfilaron frente al micrófono.

“Sobre la base del respeto mutuo, deben fortalecer los intercambios de experiencias sobre la gobernación y administración del país (…)", comentó el representante del presidente Xi Jinping en México.

Para retomar las frases técnicas que se aplican en la relación de México con Estados Unidos, Zhang dijo: “China y México están estrechamente vinculados en las cadenas industrial y de suministro mundiales (…)”.

Sobre los jardines de la residencia ensombrecieron la primavera personajes como el antisemita Alfredo Jalife y el anti millennial Antonio Navalón, este último abrazando a uno de los funcionarios chiquillos de la secretaría de Relaciones Exteriores a quien en su momento le deslumbró la presencia del represor cubano Díaz Canel la mañana que visitó Palacio Nacional.

Navalón, empresario antes que periodista, se le recuerda por el caso de corrupción de Banesto, hace ya algunas décadas.

Y así, los espectáculos culturales otorgaron detalles de altura en un espacio de China en San Jerónimo.

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Fausto Pretelin Muñoz de Cote

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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