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Tus finanzas personales y tu estilo de vida (Parte 2 de 2)

La planeación financiera personal es mucho más que aplicar principios económicos a nuestra vida. El dinero, o la falta de él, causa emociones muy profundas en las personas y cada uno las maneja de forma diferente. Por eso, también se aplican conocimientos de psicología y sociología para lograr una solución individual y adaptada a cada persona.
Pero además, el dinero es sólo una parte de nuestra vida. Por eso, la planeación financiera basada en el estilo de vida no se enfoca necesariamente en maximizar nuestro patrimonio, sino nuestra felicidad. Se trata de buscar la forma de lograr la vida que queremos, de acuerdo con nuestras posibilidades. De planear de adentro hacia afuera: de conocer quiénes somos y qué es lo más importante para nosotros.
¿Qué pasos debemos seguir?
1.Entender cuáles son nuestros valores, qué es más importante para nosotros, cuál es nuestra visión de vida. ¿Qué es lo que de verdad te llena? ¿Qué te hace feliz? ¿Cómo visualizas tu vida futura? ¿Qué estarías haciendo si no tuvieras que trabajar para vivir? Entre otras. La respuesta a estas preguntas raramente son “cosas”. Se trata de encontrar objetivos a largo plazo que nos lleven a lograr eso.
En todo plan, tener clarísimo a dónde queremos llegar es lo más importante.
2.Calcular los recursos que necesitamos para alcanzar nuestro objetivo y cómo vamos a juntarlos.
Claro: todo depende de nuestro nivel de ingresos y nuestras posibilidades (necesidades y otras obligaciones). Muchas veces eso nos obliga a priorizar. Hay personas que están dispuestas a hacer reducciones a su nivel de vida (por ejemplo cambiarse a una vivienda más barata), lo que sería impensable para otros.
Cuando se trata de objetivos de largo plazo, tenemos que pensar no sólo en el ahorro, sino también en cómo vamos a invertir ese dinero, cuál es el rendimiento esperado de nuestro portafolio por encima de la inflación y cuál es la volatilidad (riesgo) asociada. Recordemos que en los mercados financieros siempre hay momentos buenos y otros muy malos, en los que parece que el mundo se está viniendo abajo. Eso causa emociones muy fuertes. Lo peor que nos puede pasar es que esas emociones nos hagan tomar malas decisiones.
3. Entender que en el camino siempre habrá días lluviosos, pero además es probable que tengamos que enfrentar alguna tormenta.
Es importante estar preparados para ambos escenarios. El fondo para emergencias nos ayuda a que un imprevisto no nos cause un desequilibrio financiero. Lo peor que nos puede pasar es tener que echar mano de nuestras inversiones. Los seguros nos permiten afrontar eventos tan grandes, que podrían dejarnos en la ruina. Son una herramienta que existe, afortunadamente, para minimizar las consecuencias económicas a través de la mutualización de riesgos. Son como un fondo para emergencias grandote, al que todos contribuimos cuando pagamos la prima. De ahí sale el dinero para indemnizar a los que sufrieron una gran pérdida.
4. Revisar frecuentemente nuestro plan y tener algún tipo de indicador de desempeño del mismo. Eso es importante, para saber cómo vamos y si tenemos que hacer algún ajuste. ¿Estamos ahorrando lo suficiente? ¿Nuestras inversiones van por buen camino? ¿Necesitamos redoblar esfuerzos?
5. Ajustar nuestro plan conforme sea necesario. La vida cambia y con ello nuestras necesidades y a veces nuestros deseos y objetivos. Recordemos que un plan financiero es sólo una parte de nuestro plan de vida. Es dinámico. No tengamos miedo de cambiar el rumbo, la dirección o incluso la velocidad cuando sea necesario.
Esta es nuestra vida, sólo tenemos una y tenemos que buscar vivirla de la mejor manera posible, siempre alineada con nuestros valores, buscando lograr aquello que verdaderamente es importante para nosotros.
El aspecto financiero tiene un impacto enorme en nuestra calidad de vida y muchas veces hace toda la diferencia. Por eso es importante tener un plan flexible, único, que nos lleve a realizarnos como personas y llegar a donde queremos llegar.

