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Piérdele el miedo a las inversiones Última parte
En la columna anterior describí por qué mucha gente tiene miedo a invertir su dinero y empecé con el primer paso de la metodología para perder ese temor. Continuamos con el segundo:
2. Ser capaz de reconocer y articular tus sentimientos
Parece obvio, pero en realidad es muy complejo. Son pocas las personas que saben exactamente cómo se sienten y pueden describir sus emociones. Por lo general, la pura introspección no es suficiente. Se requiere un diálogo con personas que te escuchen activamente. Puede ser tu pareja, un amigo cercano o un psicólogo.
¿Qué te da miedo? ¿Cómo te sientes contigo mismo, con tu trabajo, con tu familia? ¿Cuáles son tus sentimientos respecto al dinero? ¿Para qué lo quieres? ¿Qué estás construyendo? ¿Para quién?
Todas son preguntas relevantes. La idea es conocer de manera concreta cuál es tu miedo a invertir y de dónde viene, porque con ello obtendrás las claves para enfrentarlo con éxito.
3. Acepta tu propia responsabilidad financiera
Todos tenemos que entender que nuestro futuro financiero no depende de nadie más que de nosotros y de las decisiones que tomamos.
Al final se trata de nuestro dinero, de nuestra vida. Se vale buscar expertos, especialistas que nos aconsejen o nos den recomendaciones. Pero no se nos debe olvidar algo: la decisión final siempre dependerá de nosotros y con ello la responsabilidad que la misma conlleva. Nunca aceptes un consejo a ciegas.
4. Incrementa tu cultura y conocimiento financiero
Esto obviamente va de la mano con el punto anterior: se trata de tener elementos que nos ayuden a tomar mejores decisiones financieras. El conocimiento además nos permite desarrollar un mejor criterio.
La experiencia es parte del conocimiento. En el camino vamos a cometer errores: eso es inevitable. Lo que nos lleva al éxito es nuestra capacidad de aprender de ellos.
5. Conoce siempre lo que está en juego
Mucha gente me pregunta, todo el tiempo, cómo invertir “sin riesgo”. Lamentablemente eso no existe, todo en la vida tiene un riesgo y un costo de oportunidad.
Como no podemos evitar el riesgo, tenemos que conocerlo y controlarlo. Esta es la clave.
Ahora bien, el riesgo viene en muchas formas. En general, en inversiones, el riesgo es la volatilidad o “qué tanto se mueve” el valor de un instrumento o un portafolio de inversión.
Pero no es el único. Uno que muchos olvidan es el poder adquisitivo del dinero. Todavía hoy hay mucha gente que “invierte” su dinero en el banco, con rendimientos inferiores a la inflación. Parece que están ganando “sin riesgo”, porque su saldo aumenta. Pero en realidad están perdiendo.
6. Enfócate en tu objetivo y en lo que puedes controlar
Cuando inviertes a largo plazo (por ejemplo, para tu retiro), con un horizonte de 20, 30 ó 40 años, siempre habrá distintos ciclos económicos. Habrá momentos de expansión, de bonanza y otros de recesión y en los que parezca que el mundo se está viniendo abajo.
Eso se reflejará en el valor de tu portafolio: habrá momentos de rendimientos extraordinarios y otros de caídas pronunciadas. Eso es parte natural de las inversiones. También habrá sorpresas y situaciones que nadie puede predecir (como pandemias, guerras, catástrofes, decisiones políticas, disrupciones e innovación, etc.).
Muchísimas personas se pierden en el camino. Escuchan noticias, siguen a distintos analistas y hacen cambios en la composición de su portafolio para “disminuir posiciones de riesgo” o para “aprovechar oportunidades coyunturales”.
Se enfocan en el corto plazo y pierden de vista el objetivo. Eso termina por afectar el rendimiento y aumentar el riesgo.
Recuerda que esos ciclos son parte del camino. Enfócate en lo que puedes controlar y no pierdas la perspectiva.
