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Los mitos de las inversiones (Parte 2 de 2)
Los mitos de las inversiones, como todos los demás, se crean por miedo y por ignorancia. La única manera de contrarrestarlos es con educación y con perspectiva. Continuamos con algunos de los mitos de las inversiones y la realidad de los mismos.
4.-Si invierto, mi dinero está amarrado a ciertos plazos.
Esto también es completamente falso. Si uno compra un bono a tasa fija de 30 años emitido por un país o una empresa, uno no necesita esperar todo el plazo para obtener su capital de vuelta. Uno puede venderlo en cualquier momento. Precisamente por eso existen los mercados financieros.
De hecho, casi todos los instrumentos financieros que existen ofrecen una amplia liquidez, la cual puede definirse como la habilidad o capacidad para venderlos y convertirlos en efectivo cuando sea necesario.
Uno no tiene que sentarse a obtener rendimientos por debajo de la inflación, ni tampoco tiene por qué mantener en su portafolio las acciones de una empresa que ha decepcionado y cuyas perspectivas a futuro no son alentadoras.
Invertir a largo plazo es tener un horizonte y una perspectiva de inversión amplia (muchos años).
Pero no significa necesariamente estar invertido en los mismos instrumentos todo el tiempo. Uno siempre puede cambiar y ajustar su portafolio. De hecho, en portafolios que diversifican en distintas clases de activos (acciones, bonos), es importante hacer un rebalanceo anual para mantener el portafolio en las mismas proporciones como lo habíamos definido (y de esta manera cuidar nuestros riesgos).
5.-Quiero invertir sin riesgos (me da miedo perder mi dinero).
Esa es la pregunta más frecuente que recibo: ¿Cómo invertir sin riesgos? Esto demuestra que muchas de las personas no invierten porque tienen miedo a tomar decisiones equivocadas que les lleven a perder su dinero.
Sin embargo, la manera más segura de perder nuestro dinero es no hacer nada, o invertirlo en instrumentos que nos paguen menos que la inflación. Porque esa es la principal amenaza en el largo plazo para nuestra seguridad financiera.
La inflación se “come” literalmente parte del valor del dinero que hoy tenemos o que estamos ahorrando. Es un enemigo silencioso, si no lo invertimos bien, en el largo plazo su poder adquisitivo será menor al que tiene hoy. En otras palabras: habrá perdido valor.
La única manera que tenemos para protegernos de ese enemigo (la inflación) es a través de la inversión. Pero toda inversión tiene riesgos.
En materia de inversiones, riesgo se define como la variabilidad en el valor de nuestro portafolio (volatilidad). Eso incluye la posibilidad de que nuestro dinero no obtenga los rendimientos esperados, o incluso que pueda tener minusvalías. Por eso es importante diversificar.
La buena noticia es que el riesgo se puede conocer y se puede controlar. Una forma de hacerlo, aunque no es la única, es a través de la diversificación, que es un elemento muy importante, porque no todos los activos se desempeñan de la misma forma en distintos escenarios.
Por ejemplo, cuando las tasas de interés son elevadas, disminuye el apetito por instrumentos de mayor riesgo (y viceversa). Eso tiende a afectar las valuaciones (valor) de ambas clases de activos.
Cada clase de activo tiene una volatilidad asociada y un rendimiento esperado (basado en datos históricos). Uno puede saber, por ejemplo, que las acciones tienden a crecer mucho más que los Cetes en un horizonte amplio de tiempo, pero con una volatilidad mucho mayor.
Entonces, la idea es construir un portafolio de inversión con distintas clases de activos (diversificar). Al combinarlos, podemos también tener una idea de cuál es el rendimiento esperado de ese portafolio, así como los riesgos asociados.
Eso es algo que tenemos que tener absolutamente claro antes de invertir. ¿Sabes cuál es el rendimiento esperado de tu portafolio?
