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¿Lavado de dinero con remesas? (I)

Dado el extraordinario crecimiento de las remesas año con año, se ha cuestionado si esta actividad no ha sido penetrada por las organizaciones criminales para lavar dinero. En 2021 aumentaron 27% alcanzando 51,586 millones de dólares. En enero-junio de este año se han acumulado ya 28,352 millones de dólares.
Esta industria está sujeta a controles rigurosos. La persona que envía los recursos lo hace a través de un agente de una empresa remesadora (por ejemplo, Moneygram o Western Union, pero hay muchas más). Obtener una licencia para establecer una empresa está sujeto a requisitos estrictos por parte del Departamento del Tesoro. Las remesas están sujetas a controles en el envío y recepción. Al momento de solicitar el envío, la persona tiene que presentar una identificación válida, quedando registrado el nombre del receptor(a). Una persona no puede enviar o recibir muchas remesas, ya que la tecnología lo impide. La empresa tiene mecanismos de control para detectar información irregular y suspender la remesa, pero no tiene la capacidad para verificar si los recursos de cada operación son de procedencia lícita como tampoco la tienen los bancos.
Con los controles y el bajo monto que representa la transacción promedio, el costo para una organización delincuencial de lavar dinero en forma “hormiga” es sumamente costoso. Requeriría de miles de personas en los dos países para hacer esta operación de lavado. Dentro del portafolio de opciones para lavado que tienen los cárteles, hay alternativas de mayor escala más eficaces, pero también más riesgosas. Por ejemplo, a través de operaciones de comercio exterior simuladas o de sobrefacturación en exportaciones, reciben dinero ya blanqueado en el sistema bancario. Entonces, aunque sí podría haber irrupción en la industria de las remesas por parte de esas organizaciones, puede suponerse que ésta sería mínima en relación con el monto total de remesas.
Se sabe que los dos estados con mayor presencia del crimen organizado (Cártel de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y remanentes de otros cárteles) son California y Texas, estados que envían casi el 50% del total de remesas a México. Esta correlación podría sugerir lavado con remesas, una suspicacia válida, pero que no se ha comprobado.
Por otro lado, se argumenta que en varios de los municipios con alta recepción de remesas hay una fuerte presencia de cárteles, lo que sería evidencia de lavado. Una vez más, se dificulta identificar si el origen de los recursos es ilícito. Considerando cálculos efectuados por el CEMLA, los municipios de Tijuana, Guadalajara, Morelia, Ciudad Juárez y Culiacán en su conjunto, mostraron un incremento porcentual en las remesas recibidas de 2018 a 2021 de 50.2%, menos que el crecimiento en el resto del país (53.4%). Es decir, en esas localidades, éste no es un aumento extraordinario a pesar de la fuerte presencia del crimen organizado. En el caso particular de Tijuana hay un problema de medición que infla las remesas. Hay remesadoras que tienen un centro de distribución en esa ciudad, desde el cual distribuyen remesas al resto del país, pero en los registros aparece que el recurso lo recibió Tijuana. Continuamos la próxima semana.
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