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Opinión

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Internet: revolución de las conciencias

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Jorge Bravo

El presidente López Obrador se refirió esta semana a Internet como la revolución de las conciencias, como algo “fundamental para el desarrollo, sobre todo para las nuevas generaciones”. 

El Ejecutivo Federal acierta al conceptualizar de esa manera la tecnología, aunque muy tardíamente, porque Internet forma parte de la revolución digital que empezó a finales del siglo XX en el mundo. 

El Presidente se expresó de esa manera delante de los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), a quienes encomendó “llevar el Internet a todo México”. Dijo que es una “responsabilidad social”, porque tanto la electricidad como Internet “no son un privilegio, son un derecho que tiene el pueblo”, como la educación y la salud. 

Algunos se burlan, pero sí existen empresas de electricidad que ofrecen servicios de Internet. En América Latina están los casos de El Salvador, Guatemala y Costa Rica. En España lo hace Iberdrola en ciertas comunidades. También ocurre en Australia y hasta hace unos años lo hacían pequeñas empresas cooperativas en Estados Unidos.

AMLO también involucró al Ejército para que apoye a la CFE en la instalación de torres y antenas, mediante la identificación de instalaciones como cuarteles y campos militares para construir infraestructura y llevar Internet a diversas poblaciones. 

El Presidente habló primero de 2,500 antenas para tener Internet en todos los pueblos, pero después aumentó la cifra a 5 mil, lo cual es sumamente ambicioso, pero deseable. El Cuarto Informe de Gobierno señala que “de septiembre de 2021 a junio de 2022 se instalaron 68 torres de telecomunicaciones con equipo 4G LTE en cabeceras municipales que históricamente no tenían cobertura; con ello, se dio cobertura en 315 localidades en beneficio de 62,536 habitantes”.

El acceso a Internet no sólo es un derecho fundamental consagrado en el artículo sexto de nuestra Constitución desde 2013, además es un habilitador de los demás derechos humanos como educación, salud, acceso a la cultura, al trabajo, la seguridad…

La revolución de las conciencias es una transformación interna y profunda de cada persona. Es tomar conciencia de cómo está cambiando la realidad y nuestra concepción de ella, el planeta y cómo podemos involucrarnos en la transformación política, social y cultural del mundo.

La revolución de las conciencias implica reflexionar y analizar el papel que juegan la educación, el arte, la ciencia o las tecnologías como Internet en los cambios globales, la paz o el cambio climático. 

La revolución digital está revolucionando las conciencias porque proporciona una explicación del mundo válida para todos los campos del saber y todas las actividades humanas. Es indudable que, sabiendo buscar, Internet ofrece respuestas satisfactorias a prácticamente todo y vuelve realidad el derecho a la información. Internet es una ventana a la información y el conocimiento. Cambia para siempre la forma como viven, trabajan e interactúan entre sí las personas. 

Una de las mayores revoluciones de las conciencias desatadas por Internet es el cuestionamiento a la fallida responsabilidad social y el abandono de los medios de comunicación tradicionales como la radio, la televisión o la prensa escrita como principales fuentes de información y entretenimiento entre la población.  

A diferencia de otras revoluciones, la digital no está sustentada en la violencia, pero sí es una ruptura negociada con el pasado analógico, es una visión masiva de futuro con oportunidades y riesgos que tiene la capacidad de generar nueva riqueza, mejorar las condiciones de vida, trae beneficios a la población y nos permite comunicarnos de mejor manera. 

Aunque existen enfoques críticos de la digitalización como la permanencia de brechas digitales entre los sectores más vulnerables de la población, la vigilancia generalizada, la pérdida de privacidad, la violencia digital de género y las extenuantes jornadas frente a las pantallas sobre todo entre los más jóvenes, nadie duda de que la revolución digital está en marcha porque el mundo pasa inevitablemente de un pasado analógico a un futuro digital. 

Fue Nicholas Negroponte quien teorizó el paso de un mundo físico de átomos a un entorno virtual de bits. La revolución digital es transformadora de todo, flexible, duradera, adaptable, capaz de desencadenar cambios sociales, económicos, políticos y culturales hacia la configuración de nuevas sociedades basadas en la información, habilitada por las tecnologías.

Los países donde Internet y las tecnologías de la información ya revolucionaron las conciencias (como China, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos y varios de Europa como Estonia, España, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia) aceptan la revolución digital como un bien y una necesidad. 

El pensador francés Jean-Francois Lyotard también identificó la revolución de la información como una de las claves para entender el paso de una sociedad moderna a otra posmoderna. 

La revolución de las conciencias a través de Internet se enfrenta a mentes en los negocios, el gobierno y la sociedad ancladas al pasado, la regulación tradicional, los prejuicios tecnológicos y la burocracia.

Algunas de estas conciencias analógicas que no se han transformado gobiernan países, estados y municipios. Se trata de gobernadores, presidentes municipales y funcionarios locales que no contribuyen a erradicar las barreras a la instalación de infraestructura de telecomunicaciones como antenas o cables de fibra óptica. 

Entiendo que el Presidente se apoye en la Secretaría de la Defensa Nacional para instalar antenas en cuarteles, porque los municipios tardan incluso años en liberar una autorización para colocar una torre de telefonía y banda ancha, quieren mucho dinero y la corrupción campea en los trámites. 

Son secretarios de Hacienda que imponen impuestos a las telecomunicaciones o encarecen artificialmente el precio del espectro radioeléctrico. Son jefes de gobierno que gravan con impuestos especiales la operación de las plataformas de Internet, no apoyan la digitalización de las pymes o desconfían del teletrabajo. La revolución de las conciencias debe empezar por el Estado, porque es éste el que garantiza el derecho de acceso a las tecnologías, la banda ancha e Internet.

Twitter: @beltmondi

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Jorge Bravo

Presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi). Analista de medios y telecomunicaciones y académico de la UNAM. Estudia los medios de comunicación, las nuevas tecnologías, las telecomunicaciones, la comunicación política y el periodismo. Es autor del libro El presidencialismo mediático. Medios y poder durante el gobierno de Vicente Fox.

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