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Opinión

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Elba Esther y los líderes charros

El procurador general de Justicia de la República Mexicana, Jesús Murillo Karam, declaró que la detención de la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo está fuera de todo tinte político. Según mi opinión el licenciado Murillo Karam disimula o disfraza los hechos -eufemismos para no decir que miente-; la aprehensión de la dirigente del SNTE es un acto político. No se necesita ser un politólogo de rango para deducirlo. Fue un estate quieto, bien fundamentado jurídicamente, propinado por el presidente Peña Nieto a quien andaba haciendo ruido en contra de la reforma educativa.

En segundo término queda el desvío de los multimillonarios fondos de los trabajadores de la educación de los que dispuso la hoy presa durante los 23 años que estuvo al frente de su sindicato y que sirvió de pretexto para integrar una bien cimentada averiguación con suficientes elementos jurídicos para detener a la profesora que se rayó -con la lana- y que ahora ya hizo un pedido a Neiman Marcus, su tienda favorita, para que le manden uniformes rayados -cliché de los presos- diseñados por Karl Lagerfeld, Valentino, John Galliano y Dolce & Gabbana. Las bolsas serán exclusivamente creadas para ella por Louis Vuitton y Hermès en piel de cebra. Supimos que se mandó hacer en la casa Cartier un brazalete en oro de 24 quilates con forma de esposa, unos aretes de perlas que semejan grilletes y una cadena perpetua. Por lo que respecta a cosméticos recibirá cremas para eliminar las arrugas, anular los barros y atenuar los barrotes. Ya tiene en su haber perfumes de Chanel para evitar el olor a encerrado.

Charros, charros

El concepto de líder charro surgió en 1948 durante la Presidencia de Miguel Alemán, cuando los ferrocarrileros Luis Gómez Zepeda y Valentín Campa intentaron formar una organización sindical independiente a la Confederación de Trabajadores de México (CTM) ya para entonces corrupta y en contra de los intereses de los trabajadores, el secretario general del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, Jesús Díaz de León, cuya afición a la charrería era tal que acostumbraba asistir a la sede sindical vestido de charro, encarceló a los opositores acusándolos de un fraude. Díaz de León fue apoyado y reconocido por el Presidente Alemán e imitado por otros dirigentes sindicales. Así surgió el calificativo de charro para todos aquellos líderes al servicio del poder fuera éste el gobierno o la Iniciativa Privada.

(Antes de conocer esta historia llegué a creer que a los líderes les decían charros por jinetear el dinero de los trabajadores. Reconozco que estaba equivocado, los líderes charros no jinetean el dinero de los trabajadores, se lo roban).

Además de la característica que le dio origen al apodo los líderes charros tienen otras dos particularidades: tienden a permanecer muchos años en el cargo y manejan con opacidad los recursos económicos del gremio al que dicen representar.

El paradigmático Fidel Velázquez (1900-97) -líder charro por antonomasia aun antes de que el sustantivo se convirtiera en adjetivo- justificaba la dilatada estancia de los dirigentes en su puesto con el argumento de que las empresas no cambiaban de dueño cada cuatro o seis años; luego entonces, se necesitaba que el líder fuera tan experimentado como el patrón para negociar en igualdad de conocimientos y habilidad. Pese a que la tesis de don Fidel no opera en los sindicatos de trabajadores al servicio del Estado cuyos supuestos patrones -secretarios de Estado y directores de paraestatales- sólo duran en el cargo seis años, los líderes de los mismos han seguido el ejemplo del líder mayor -el más longevo en la vida y en la actividad laboral-.

Fidel Velázquez durante 60 años fue líder de la CTM, donde manejó a su antojo el sindicalismo mexicano desde el sexenio de Lázaro Cárdenas hasta el de Ernesto Zedillo. Camaleón de la política se mimetizaba para estar a tono con el Presidente en turno. De haber sobrevivido hubiera apoyado a Fox y a Calderón, habría ido a misa y comulgado.

A raíz del encarcelamiento de la maestra Gordillo que dejó de ser charra cuando se puso con Sansón a las patadas -máscara contra copete-, el periodista Carlos Loret de Mola entrevistó al procurador Murillo Karam, quien aseguró que la captura de la señora Gordillo fue por desviación de fondos. El periodista le cuestionó acerca de que si la dependencia a su cargo abrirá alguna investigación sobre otros líderes sindicales como Carlos Romero Deschamps. El funcionario contestó que si tiene denuncias actuará de la misma manera. ¡Por favor, don Jesús! ¿A poco en el caso de Elba Esther hubo denuncias?

La Procuraduría no actuará en contra de Romero Deschamps mientras éste siga comportándose como líder charro: podrá saquear los recursos de los trabajadores petroleros y no le tocarán un pelo siempre y cuando acate sumisamente el poder presidencial. Lo mismo puede decirse de otros dos líderes con fama de corruptos: Joel Ayala y Víctor Flores.

Si realmente interesara que no se malversara el dinero de los trabajadores bastaría que Hacienda les hiciera a los tres dirigentes aquí mencionados una compulsa entre lo que declaran ganar, lo que poseen y lo que gastan, para que se interrumpiera su permanencia en el servicio profesional sindical puesto.

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