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Opinión

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El índice Big Mac desnuda a un peso débil

Son tiempos en que al mundo se le compara por el diferencial de tasas de interés, más que por los costos de una hamburguesa.

Como sea, el Índice Big Mac de The Economist es toda una tradición desde 1986.

Pero es un hecho que los precios comparativos de este producto variaron más estas semanas por las palabras de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, que por los costos de mano de obra involucrados.

Como sea, este divertido e hipercalórico juego de comparar la hamburguesa nos permite tener un poco más de claridad cuando los exportadores gritan que la moneda está peligrosamente sobrevaluada. Una Big Mac los desmiente.

El principio que sostiene este Índice es que la hamburguesa de McDonald’s se elabora con los mismos ingredientes en los diferentes países, por lo tanto la variación en el precio depende de otros factores como el cambiario y el de los costos locales.

El punto de partida es el costo en su lugar de origen y de ahí se hace una comparación cambiaria con base en los precios locales. De ahí se pueden derivar subindicadores como el de poder de compra del alimento y mucho más.

Hoy, en Estados Unidos, una hamburguesa Big Mac cuesta 4.56 dólares. En México, ese mismo producto cuesta hoy, julio del 2013, 37 pesos. Esto equivale a 2.86 dólares a un tipo de cambio de 12.94 pesos por dólar.

De acuerdo con este indicador, la subvaluación de la moneda mexicana es de 37%, lo que implicaría que para que en los dos países el sándwich costara lo mismo, el tipo de cambio debería ser de 8.12 pesos por dólar.

Pero ni somos argentinos para sentirnos con una moneda tan fuerte como el dólar ni nos podemos dejar ir con la ilusión de tener un muy amplio margen de maniobra frente al dólar.

Lo que cabe entre los 13 pesos por dólar y los hipotéticos 8 pesos que debería tener, de acuerdo con este Índice, es la inmadurez económica que enfrentamos: inseguridad, informalidad, falta de competitividad, falta de capacitación. En fin, el sobrecosto del subdesarrollo.

La diferencia cambiaria de una Big Mac a 2.86, en lugar de los 4.56 dólares, es en nuestro favor. Es el margen para compensar todas las ineficiencias que arrastramos como país.

Hay que ver casos como el de Brasil, donde ese alimento cuesta el equivalente a 5.28 dólares; o Venezuela, donde el precio es igual a 7.15 dólares. Esos países se muestran inviables y en la antesala de crisis devaluatorias profundas.

Los noruegos tienen la Big Mac más cara del planeta, pero no les importa porque tienen una economía fuerte y poco dependiente de Estados Unidos. Al que quiera comprar en Oslo una Big Mac, que pague 7.50 dólares. ¡Si quiere!

El índice Big Mac requiere de muchos corchetes para poderlo leer apropiadamente, desde las decisiones de la Fed hasta la competencia de la comida callejera en casos como el mexicano. Pero al final se le puede sacar mucho provecho al comparar manzanas con manzanas. Hamburguesas con hamburguesas, pues.

Por lo pronto, ya no hay que comernos más ese cuento de sentirnos culpables por tener una moneda fuerte, un superpeso, como nos insisten constantemente los exportadores, porque eso es falso.

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