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Opinión

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El Sísifo opositor venezolano y su nuevo intento por ganar la cima

Fausto Pretelin Muñoz de Cote

La oposición al chavismo ha intentado empujar un peñasco gigante sobre una montaña al estilo de Prometeo, cuyos ojos le fueron arrebatados por los dioses, tragedia que le imposibilitó ganar la cima pues, a punto de alcanzarla, siempre perdía el control de la piedra.

Han sido 14 ocasiones, me dice Antonio Ledezma, exalcalde metropolitano de Caracas, quien se encuentra asilado en España, que las diversas oposiciones a Hugo Chávez y Nicolás Maduro han acudido a las mesas de negociación durante lo que va del siglo, y siempre se han quedado con las manos vacías, o si se prefiere, el chavismo siempre ha ganado porque simplemente sigue en el poder.

En verano de 2016 esta columna visitó a Henrique Capriles en Caracas para conocer la estrategia de su liderazgo frente al chavismo. Tres años antes, tras la muerte de Chávez, Maduro llegó a la presidencia derrotando a Capriles por 233,935 votos de diferencia en unas elecciones cuestionadas por la oposición. Capriles me comentó que evitó salir a las calles para protestar contra el fraude para evitar una masacre de parte del régimen. Ni Corina Machado ni Leopoldo López le creyeron, para estos, Capriles declinó porque negoció con Maduro.

Capriles perdió protagonismo el día en que Maduro no cumplió con la Constitución heredada por Chávez: organizar un referéndum revocatorio. Los números no alcanzaban a cubrir la grisura del presidente así que se le hizo fácil cometer trampas para evitar su salida del Palacio de Miraflores.

Chávez heredó el modelo nacional populista, pero no el liderazgo en la figura de Maduro. Para llenar los vacíos de poder, el actual mandatario ha recurrido a la fuerza armada y con ella ha desactivado las movilizaciones en su contra.

Michelle Bachelet, al presidir el Consejo General para los Derechos Humanos de la ONU, ordenó una investigación sobre la represión de Maduro en contra de diversas manifestaciones. Los resultados de la misma fueron revelados en el 2020 y señalan posibles crímenes de lesa humanidad de parte de Nicolás Maduro.

El gran éxito de Maduro ha consistido en aplicar fórmulas para dividir y debilitar a la oposición. En febrero de 2014 decidió llevar a la cárcel a Leopoldo López y de inmediato provocó una fisura profunda entre la oposición.

Pocas veces han salido juntos Leopoldo López (Voluntad Popular) y Henrique Capriles (Primero Justicia) para manifestar su repudio frente a Maduro.

En enero de 2019, la emergencia del liderazgo de Juan Guaidó fortaleció a la oposición desde la Asamblea Nacional, el único poder del Estado que perdió Maduro después de las elecciones legislativas de 2015. Capriles, desde el silencio, apoyó a Guaidó.

La oposición encabezada por Guaidó hizo dos apuestas, ambas las perdió: dividir al ejército para que Maduro perdiera el control de las fuerzas armadas y delegar en el presidente Trump la responsabilidad de presionar a Maduro vía sanciones y, de ser posible, a través de una intervención militar.

El tiempo puede representar un cáncer. La popularidad de Guaidó quedó herida el día en que J.J. Rendón, su entonces asesor, reveló un contrato con la empresa Silvercorp dirigida por un militar retirado de origen estadounidense, Jordan Goudreau. El objetivo del contrato: asesinar a Maduro. Ocurrió en mayo de 2020 y el contrato tenía la firma de Juan Guaidó. 

Freddy Guevara, nacido en 1986, del mismo partido de Leopoldo López y Juan Guaidó, es un líder que podría tomar la estafeta de este último. Maduro lo sabe. Para llegar a una nueva mesa de negociación que inicia hoy en la Ciudad de México con la oposición, Maduro encarceló a Guevara el pasado julio y lo utilizará como ficha.

En México, Jorge Rodríguez, mano de terror del gobierno de Maduro, tendrá un objetivo: pedirle a Carlos Vecchio, representante de Guaidó en Washington, que convenza al Gobierno de Biden de eliminar las sanciones económicas.

El Sísifo opositor emprende hoy un nuevo intento de empujar la enorme piedra. ¿La oposición tiene ojos?

@faustopretelin

Fausto Pretelin Muñoz de Cote

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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