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Opinión

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Denguelandia

Abril Alcalá

Queridos lectores, ojalá puedan leer esta columna con un repelente al alcance pues, aunque no es mi intención alarmarlos, me parece importante que tomemos precauciones, dado que el gobierno mexicano otra vez ha fallado en implementar mecanismos de prevención para salvaguardar nuestra salud.

Nuestras autoridades tienen la mala costumbre de ser reaccionarias, en lugar de invertir recursos y neuronas en programas de prevención. Y para muestra un botón. Al día de hoy hay 100,510 probables casos de dengue, de los cuales 16,410 son confirmados. Se trata de una cifra muy superior a los 4,578 casos registrados en el mismo periodo del 2018. Además, esta enfermedad ya ha cobrado vidas en nuestro país; los estados con más defunciones confirmadas son Chiapas (12), Morelos (6), Quintana Roo (6), Guerrero (5) y Tabasco (5). Ah, y por si nos hicieran falta “medallitas”, México ya se ubica entre los 10 países más afectados por el virus.

Como muchos de ustedes sabrán, el dengue se transmite a través de la picadura del mosquito Aedes egyptie, que aprovecha las acumulaciones de agua –aún más comunes en temporadas de lluvia-, para reproducirse. De ahí que los tinacos, charcas, albercas, lagos, matorrales, cacharros y contenedores caseros –como lavaderos, cubetas y macetas- son lugares ideales para la proliferación del bicho.

Cada año, invariablemente, nos reportan miles de casos de dicha enfermedad, así como de otras también transmitidas por mosquitos. Hay letreros en aeropuertos y terminales de autobuses advirtiendo sobre los síntomas y riesgos de contraer enfermedades como el denge, zika y chicunguya, así que uno creería que las autoridades las tienen en el radar. Además, como la prevención siempre es más barata, también pensaríamos que cada año se destinan razonables sumas para evitar que las y los mexicanos suframos tremendos males.

Lamento decirles que no es así.  A pesar de que el presupuesto nacional para la compra de insecticidas ascendía a casi 193 millones de pesos, el gobierno federal dejó de adquirirlos durante sus primeros ocho meses de gestión, siguiendo el principio de austericidio, perdón, de “austeridad republicana”. Eso, traducido al escenario local, tuvo graves consecuencias.

En el distrito que orgullosamente represento -el 8 federal de Jalisco, que comprende las partes más icónicas de la ciudad de Guadalajara-, a solicitud de los vecinos de la colonia División del Norte, el pasado 20 de junio pedí apoyo a la Región Sanitaria No. 13 para realizar campañas de fumigación a lo largo del canal de Atemajac y colonias aledañas de la perla tapatía. Un mes más tarde, respondieron diciendo que sólo me apoyarían nebulizando la periferia del canal, pero que les era imposible realizar propiamente una campaña de fumigación dado que todo su personal se encontraba ya distribuido. A falta de insecticida y recursos –nótese que la Dirección de Epidemiología redujo por mitad su aportación a Jalisco durante 2019-, los gobiernos estatal y municipales no pudieron prevenir una enfermedad estacional que hoy se ha salido de control. Un par de semanas más tarde, algunos de los vecinos, quienes me habían hecho la solicitud, ya habían contraído el virus.

Y como “después de niño ahogado, pozo tapado”, no fue sino hasta el 6 de agosto –tres meses después del inicio del temporal de lluvias en muchas partes del país-, que el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (CENAPRECE) elaboró contratos de adjudicación directa para adquirir parte de los insecticidas necesarios. Para esas fechas ya se habían reportado 8,973 casos a nivel nacional, más del triple que los 2,827 del mismo periodo del año anterior.

Pero más allá de lamentarnos, es tiempo de exigir que se actúe decididamente para combatir esta peste. Hospitales y clínicas en varias partes del país se encuentran saturadas por enfermos de dengue y cada vez es más probable que escaceen los antivirales que lo combaten. Por eso, además de las medidas que estamos tomando en la Cámara de Diputados, desde aquí hago un llamado, principalmente al titular de la Secretaría de Salud, para que, tan sólo por unos momentos, deje a un lado el “austericidio” que caracteriza a la administración y reconozca que nos encontramos en crisis. A salvar vidas cueste lo que cueste, señor secretario, y vaya revisando su planeación y presupuesto para el 2020.

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Abril Alcalá

Doctora en Políticas Públicas y Diputada Federal por el Distrito 8 de Jalisco.

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