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Opinión

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Caminito de la escuela

El privilegio de opinar Por: Manuel Ajenjo

Es el primer día de clases en el Centro Escolar Mártires del Catarrito. Por el nombre se adivina que la escuela es de gobierno. Y se confirma cuando uno ve las condiciones desastrosas de los baños -están todos grafiteados, no hay bebederos y ni falta que hacen porque llevan tres semestres sin agua. Los salones son lamentables, el último director de la escuela se llevó hasta los borradores. En un desvencijado pizarrón puede leerse: La maestra de quinto y el profe de sexto se meten al cuarto .

Los alumnos esperan a que den inicio las actividades docentes que algunos juzgan indecentes. Mientras esperan no pueden jugar porque en el patio de recreo hay un tremendo boquete de 300,000 millones de pesos. Ya lo vamos a tapar -dice el conserje, un chaparrito, peloncito de lentes- tenemos un método infalible para hacerlo: vamos a cavar cerca de este boquete un hueco del mismo tamaño, con la tierra que saquemos de ese agujero cerramos éste; luego abrimos otro hoyo cerca del abierto y de la misma forma tapamos el que recién hicimos y así, sucesivamente de hoyo en hoyo, nos seguimos perforando y tapando hasta que el boquete quede fuera del país.

Una polvareda que levanta un vehículo en movimiento llama la atención de los alumnos. Se trata de una Hummer que se estaciona lo más lejos posible del boquete por si las moscas . De ella baja la flamante Maestra -sabemos que es la Maestra porque al volante de la camioneta viene el Secretario de Educación que a su vez funge como su secretario particular. El conserje -chaparrito, peloncito y de lentes- se pone a sacudir el polvo del vehículo recién estacionado. ¿Se la lavo o nada más se la cuido? -pregunta sin recibir respuesta.

La Maestra se dirige a los alumnos. Jóvenes, ¿cómo les fue de vacaciones? Bien -contestan a coro los estudiantes. Eso de bien es un mero decir. La verdad es que los que mejor la pasaron fueron los tres que fueron un día a Tepetongo, luego de un chapuzón se regresaron de aventón porque no les alcanzó para el pasaje.

Otros estuvieron ocupados ayudando a sus padres en el comercio informal, actividad a la que se dedican desde que perdieron sus chambas. Otros ayudaron a sus padres a conseguir empleo porque recientemente lo perdieron. Lo más probable es que encuentren ocupación en el comercio informal. El resto, como no conoce a Dios , se dedicó a drogarse. Plena de entusiasmo la Maestra pregunta a sus alumnos: ¿Ya están listos para iniciar las clases? Por respuesta recibe un rotundo y apasionado: ¡Nooo!

Estoy aquí -inicia su alocución la Maestra- porque el maestro que les iba a tocar fue reprobado en el Examen Nacional de Conocimientos y Habilidades Docentes de la Secretaría de Educación Pública. Los burlones alumnos gritan: Burro, burro, burro . No se burlen -interrumpe la Maestra- reprobar el Examen Nacional de Conocimientos y Habilidades Docentes de la Secretaría de Educación Pública, no es ninguna deshonra, para empezar hay que aprenderse completo y de memoria el nombre del examen y eso no cualquiera lo logra.

El maestro que les iba a tocar, al que estoy sustituyendo, pertenece a la orgullosa mayoría del magisterio nacional, con esto quiero decir que 75% de los que presentaron el examen lo reprobaron. Pero los resultados obtenidos no son un problema de los maestros, sino del sistema.

Como ustedes saben -prosigue la mentora- nuestro país recientemente sufrió un brote epimitológico, es decir, empedológico, digo epidemoniológico epidemagógico epipedagógico bueno, sufrió un brote de una influencia -dice echa bolas la educadora especialista en traficar con esta última palabra-. Ya gire mis instrucciones para que nuestros alumnos, los maestros, los directivos de las escuelas, la comunidad en su conjunto sea oportunamente vacunada contra la influencia A,H,L,N,L . Se escuchan risas y murmullos de los discípulos. ¿De qué se ríen? -pregunta la profesora-. Un alumno se atreve a sugerir: Maestra, ¿qué no el virus es el AH1N1? Ah -contesta la maestra siempre oportuna- contra ese virus también los vamos a vacunar. Se lo voy a pedir al Presidente.

Ahora les voy a hablar -continúa la insigne preceptora- de los libros de texto. Pues yo detexto los libros -dice haciendo un juego de palabras el más desmadroso de la clase que por lo dicho sufre el síndrome del Rancho San Cristóbal-. Sin hacer comentarios, tal parece que comparte su opinión, la maestra reanuda la charla: Notarán ustedes que este año los libros no hablan de la Conquista ni de la Colonia.

¿La razón? Muy simple: éstas todavía no terminan. El alumno más matado de la clase levanta la mano y pide la palabra: Maestra yo he detectado algunos errores en los libros. Por ejemplo, en la página 20 del libro de Geografía se establece que la isla de Java está en Oceanía, cuando en realidad se encuentra en Asia .

Mira -dice la profesora- yo que tú ahí la dejaba, ahórrate problemas. En realidad los libros están diseñados de acuerdo con la educación que ustedes deben recibir para el futuro que les espera. Por eso a la mitad del año les vamos a entregar unos cuadernillos con instrucciones de cómo pasar la frontera norte sin ser detectados por la migra e inglés básico para pedir trabajo; otros traerán explicaciones de cómo emplearse así mismos y habrá uno más con los procedimientos adecuados para convertirse en artistas callejeros. Referente a este tema mañana vendrá a darles una conferencia magistral mi yerno Fernando González Sánchez. El tema: Algo más que un simple payaso .

Traigan sus globos porque les va a enseñar a ponerse nalgas y a pintarse. Oiga miss -pregunta un alumno que ya empezó con el inglés básico- ¿cuánto tiempo va usted a estar con nosotros? La miss Gordillo le contesta: Sólo unos días, lo que me tarde en vender mi plaza.

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