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Opinión

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Buuts’ Ha’, el cenote club

Alejandro de la Rosa

Simón Campos Navarrete es uno de esos emprendedores que hay que seguir muy de cerca. Antes de entrar de lleno al mundo del turismo probó suerte en los negocios de restaurantes, gimnasios y la producción de espectáculos, entre otros.

En esos largos días de preparación para grandes conciertos en el Centro de Espectáculos Nichupté, el Estadio de Béisbol Beto Ávila o el Estadio Andrés Quintana Roo tuvo la certeza de que en el potencial turístico del Caribe mexicano estaba su futuro, por lo menos en el corto plazo.

Entre música regional, reguetón y pop perfiló a Tulum como su centro de operaciones. Hizo su análisis de mercado y apostó. Entonces no se hablaba tanto de nómadas digitales ni del Tren Maya ni del Aeropuerto Internacional de Tulum.

Durante el 2016 abrió en Cancún un hostal, que fue el inicio del Grupo Smart Co. y genera unos 200 empleos. Dos años después abrió Serena, en Tulum, donde se ofrece una buena combinación de glamour y camping (el llamado glamping).

Una de las prioridades en sus desarrollos es el respecto de los recursos naturales, que en la zona tiene hoy un gran valor entre los turistas.

En otro gran momento de reflexión, motivado por la pandemia del Covid-19, acabó de tomar forma su nueva apuesta: Buuts’ Ha’, el primer cenote club, que opera de la misma forma que un club de playa, con un costo de 500 pesos y en donde ofrece diversas experiencias que combinan naturaleza, lujo y misticismo.

El cenote tiene una extensión de dos hectáreas con profundidades de uno a seis metros y a su alrededor la infraestructura necesaria para pasar un buen día. O una noche con los conciertos que también hace ahí o con las fiestas de dj´s.

Simón Campos, licenciado en Finanzas del Tec de Monterrey, suele contar tranquilamente que decidió abrir el cenote en un terreno de su propiedad con la certeza de que sus visitantes no se vieran complicados por algún tipo de oleaje o del incómodo sargazo.

Antes, comprobó que la mayoría de los bellos cenotes aledaños no contaban con instalaciones ni amenidades suficientes que permitieran extender más allá de un par de horas una estancia. Ahora, a un costado del cenote tiene un hotel boutique y un restaurante.

A la fecha se ha invertido cerca de 450 millones de pesos en el grupo que por el momento no destaca entre las grandes marcas turísticas, pero para allá va y ya ha tenido un par de propuestas de compra, mismas que han sido rechazadas.

Los recursos destinados para el crecimiento de Smart Co. han llegado de ahorros y diversos esquemas de inversión de familiares y amigos, quienes han confiado en su espíritu emprendedor, su carisma y su vocación por el servicio, cualidades necesarias en el turismo.

En los siguientes meses, Simón Campos afinará detalles para abrir dos nuevos hoteles (en Bacalar y Playa del Carmen).

Sin duda, él ha aprovechado todo tipo de oportunidades y pronto será un caso de éxito de turismo sostenible en México en los grandes foros del turismo mundial.  ¡Es turismo! lo asegura.

alejandro.delarosa@eleconomista.mx

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