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Ataques con explosivos… ¿qué sigue?

Mientras los días pasan, la violencia no cesa. El día de ayer de nueva cuenta la criminalidad que opera de facto en algunos territorios del país, nos lo recuerda. Ahora fue Tlajomulco de Zúñiga en Jalisco, donde una emboscada contra las autoridades municipales y personal de la fiscalía del estado, por medio de un ataque con 7 explosivos, cobró la vida de 6 policías, dejando otras 12 personas heridas. Este atentado, se suma al evento ocurrido hace unos días en Celaya, Guanajuato, donde, autoridades locales, atendiendo el reporte de un coche abandonado, se enfrentaron a la explosión de este en la comunidad de Sauz de Villaseñor, hiriendo a 10 agentes de la Guardia Nacional, de los cuáles 3 sufrieron heridas de gravedad. Sí, estos ataques han tenido lugar con diferencia de 15 días, ambos con explosivos y atendiendo a llamados de denuncias anónimas.
Estos eventos en los cuáles las organizaciones criminales emplean este tipo de tácticas, se suma a otros tantos como el de Guanajuato en marzo del 2020, donde un coche bomba explotó cerca de las instalaciones de la Guardia Nacional, ubicada muy cerca del C4 y de una automotriz, sin saldo negativo, o el de Salamanca, Guanajuato en el mismo año, pero en el mes de junio, donde se detectó un coche cargado de explosivos frente a la refinería Antonio M. Amor, el cuál fue frustrado por las autoridades. Si seguimos el conteo de estas acciones criminales también en Guanajuato, en 2021, fuera de un restaurante dos personas murieron a causa de un paquete bomba, y para el mes de julio del 2022, en Irapuato, un atentado con explosivos a control remoto, causó heridas a dos policías, que atendían una denuncia de un cadáver en una casa. Pero estos eventos no son privativos de Guanajuato, también, hace algunos días se reportó en Apatzingán, Michoacán un ataque con explosivos lanzados con drones a casas de la comunidad Lomas de Hoyos, dejando una persona herida, sin que hasta el momento se cuente con más información.
Acciones criminales como estas, nos han estado acompañando desde el terrible 2008, donde grupos criminales lanzaron dos granadas de fragmentación en plena celebración el 15 de septiembre, en el centro de Morelia, Michoacán, dejando muertos y heridos. También los estados de Tamaulipas, Nuevo León y Jalisco entre otros, sufrieron de este tipo de acciones criminales entre 2010 y 2013, donde los ataques con explosivos contra servidores públicos, instalaciones de medios de comunicación, instalaciones públicas, y funcionarios, se llevaron a cabo. Esta es la realidad de un México, que desde hace más de doce años sufre de la inestabilidad y dinámicas delictivas, que hoy en día siguen sin ser contenidas.
El mes de junio de nueva cuenta se consolida como uno de los más violentos de este 2023, con un promedio de 83 personas asesinadas diariamente, y en lo que va de este gobierno en turno, la cifra de muertes ronda aproximadamente los 160 mil casos, siendo el más violento de la historia contemporánea de México. Así, los eventos delictivos se vuelven el panorama cotidiano en muchas localidades del país, sin que, hasta ahora, se muestren verdaderas capacidades para contenerlos. Es un hecho que algunos territorios son controlados de facto por grupos delictivos ¿De verdad confiamos en que con una Guardia Nacional desplegada en todo el territorio nacional o con tecnologías al por mayor esto podrá revertirse? Si realmente se quieren atacar las causas de la violencia, quizá lo primero que habría que observar además de las causas que generan violencia, son los espacios donde se desarrolla estratégicamente la criminalidad, y como lamentablemente las organizaciones delictivas, han comprendido mejor de lo que se trata, para esto sólo hay que voltear a Chilpancingo, Guerrero…