La maldición de Cruz Azul: un análisis psicológico

En 23 años, Cruz Azul ha vivido de todo menos una sola cosa: ser campeón de la Liga MX. Han participado en un Mundial de Clubes contra el Real Madrid, estuvieron a punto de arrebatarle una Copa Libertadores a Boca Juniors y han ganado títulos de copa, pero el ansiado trofeo que se ganó por última vez en 1997, no ha vuelto.

“Nos faltó personalidad, actitud y huevos para sacar este juego, el más importante”, tuiteó el ‘Cata’ Domínguez a tres días de la eliminación histórica a manos de Pumas en semifinales (nunca antes se había remontado un 0-4 en fase final).

No obstante, este argumento no es válido para la ciencia: “No es una cuestión de huevos, sino de entrenamiento y no dejar que los pensamientos parásitos negativos se apropien (de uno mismo)”, respondió la psicóloga deportiva Claudia Rivas en entrevista con El Economista.

No importa si son jugadores nuevos o con años en el club, el resultado es el mismo. Tanto el propio ‘Cata’, con más de 14 años jugando para el club, como Luis Romo, quien vivió su primera liguilla como cementero, mostraron rostros de tensión y frustración desde que cayó el primer gol. Este es un fenómeno que la psicología deportiva explica con tres conceptos: contagio colectivo, aprendizaje social y creencias irracionales.

“Los nuevos (jugadores) aprenden acciones, conductas e incluso ideas de los que ya están allí; muchas veces el aprendizaje es social de lo que vemos o lo que nos van inculcando los de mayor experiencia. Aunque tú seas nuevo y llegues con otra mentalidad, puedes adoptar y aprender estas conductas.

“Los comportamientos se van contagiando, no solo con los jugadores, la misma institución puede estar permeada con estas ideas, incluso utilería y el cuerpo técnico. El hecho de que llegues a un lugar y todo el tiempo te estén bombardeando con ideas como la de los 23 años sin título hace que adoptes las ideas como tuyas; los jugadores las hacen suyas”, diagnostica Alan Gómez, maestrante en psicología deportiva, también en entrevista con este diario.

La experta Claudia Rivas agrega que Cruz Azul ha caído en “una trampa mental” en la que se empiezan a crear pensamientos catastróficos de forma involuntaria, como cuando cayó el primer gol en el juego de vuelta ante Pumas, momento en el que en vez de pensar en lo que puede pasar, la solución sería centrarse en el “cómo construyo un presente diferente, enfocado en los resultados”.

“Existe algo en psicología cognitiva que llamamos creencias irracionales, es decir, preocuparse por lo que viene y ver algunas acciones más dramáticas de lo que en realidad son. Es necesario dejar todo el pasado atrás, centrarse en el presente es medular, pero hay que aceptar el pasado, considerar qué vamos a hacer nosotros para que no vuelva a pasar. El pasado no lo puedes controlar”, resalta Gómez, cuya línea de investigación son las funciones ejecutivas y cognitivas del deporte.

En el caso específico de la eliminación ante Pumas en las semifinales de vuelta, la psicóloga Claudia Rivas asegura que el cambio de Jesús Corona por el de Sebastián Jurado en la portería de Cruz Azul sí fue un factor de peso: “la confianza y la fuerza mental que te da tu portero titular es muy difícil que te la dé el suplente, y no quiero decir que Jurado sea malo, el hecho es que el ser humano es un ser biopsicosocial y es muy importante una figura fuerte psicológicamente como el portero titular”.

Sobre el papel del entrenador, ambos expertos en salud mental coinciden en que no hay un perfil “perfecto” para hacer a Cruz Azul campeón y que Robert Dante Siboldi hizo varias cosas de buena forma: “él tiene esta fuerza de creer en sus jugadores, no es casualidad que haya estado en los primeros lugares, lo que se necesita es permear ese contagio positivo”, define Rivas.

¿Cómo podría Cruz Azul vencer a sus fantasmas?

Para el psicólogo Gómez, lo primero es que los jugadores identifiquen las creencias irracionales y las eliminen, como el verbo ‘cruzazulear’, que “no fue creado por ellos, pero lo asumen como suyo”.

En segundo lugar, plantea trabajar el concepto de mindfulness, es decir, concentración total en lo que los jugadores sí pueden controlar, así como generar un clima de cooperación, confianza y compañerismo.

La solución para la psicóloga Claudia Rivas también se refiere al verbo cruzazulear. Para ella, los jugadores tendrían que cambiar el sentido de esta palabra para que así, cada vez que la escuchen, “tenga un condicionamiento diferente, que sea positivo”.

Agrega que lo primero que ella haría con el equipo después de la eliminación contra Pumas sería sentarse a hablar con cada uno de los jugadores para conocer cómo vivieron el proceso y erradicar todo aquello que les refiera a esa creencias irracionales, hacer alguna actividad como quemar, “algo para que el cerebro vea esas creencias fuera de su cuerpo”.

Si el Cruz Azul fuera una persona, ¿cómo se vería llegando a terapia con ustedes? “Estaría muy enojado, preguntándose qué demonios está pasando, con mucha frustración. Si llegara a terapia, creo que sería muy positivo porque estaría haciendo algo para solucionar”, respondió Claudia Rivas, mientras que Gómez dijo: “Posiblemente tendría conductas con estados de ansiedad y tristeza; actitudes negativas”.

En el lado empresarial, una máquina descompuesta

La caída de Cruz Azul en las semifinales del torneo Guardianes 2020 no es ajena de sus tropiezos en cuestión dirigencial. Apenas en septiembre del año pasado, Ricardo Peláez salía de la dirección deportiva luego de una discusión con Víctor Garcés, ex vicepresidente del club, en pleno programa de televisión de la cadena ESPN.

Ya en este 2020, el propio Garcés fue denunciado por lavado de dinero, trata de blancas y evasión fiscal, según la Procuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada. Pero uno de los golpes más duros fue la acusación hacia Guillermo Álvarez, el presidente de la cooperativa, por delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, según investigación de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF).

“Considero que mi ciclo al frente de esta institución ha llegado a su fin”, escribió en un comunicado el 1 de agosto, luego de 32 años en el cargo y con señalamientos de más de 400 millones de pesos en evasión fiscal de 2013 a 2020. Álvarez recibió una ficha roja de la Interpol, que lo busca en 195 países.

Este escenario afectaría al entorno deportivo, explica Luis Antonio Paredes, catedrático de Política de Empresa en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE) Business School: “los jugadores de repente pueden tener la duda de que están en una organización liderada por pillos”.

El académico señala que en Cruz Azul, como en cualquier otra empresa fuera del futbol, es importante tener expertos en la dirección administrativa y en las direcciones técnicas, es decir, las que requieren el conocimiento específico del giro de la institución, por lo que no es lo ideal que todas las decisiones corran a cargo de una sola persona.

Paredes también destaca dos hechos para conseguir el éxito: el papel gestor del director técnico y la relación que este pueda tener con el director deportivo. “Es importante su capacidad de hacer equipo y su experiencia, facilidad para conectar con otros y que, en momentos de crisis, esté dispuesto a jugársela junto a todos”.

Refiere también que en las organizaciones de alta presión deben estar siempre los mejores y “no los que lleven más años”, además de que el sector empresarial es más estricto en la consecución de objetivos: “un director de operaciones malo no dura seis meses en una planta; hay que preguntarse más arriba qué tan indulgente es la cooperativa con ella misma, si no se exige más ni se tiene un estándar más alto”.

Agregó que una solución sería la búsqueda de un consejero externo que cuestione las decisiones deportivas en Cruz Azul, como en su momento lo han hecho clubes como América y Chivas.

fredi.figueroa@eleconomista.mx