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Tlaxcala, toros y turistas
No hace falta ser aficionado a la fiesta brava para disfrutar de los atractivos que ésta ha dejado como patrimonio cultural en buena parte de la entidad.

TLAXCALA, Tlaxcala. Antes de la primera visita, conocía tan poco de la tauromaquia como de los atractivos del estado en general. No imaginaba la estrecha relación que existe entre ambos temas y la experiencia de viaje que le podían brindar.
Ignoraba que en la entidad más pequeña de la República se concentra el mayor número de ganaderías de toros de lidia y que algunas de ellas se pueden visitar.
Son viejas haciendas que más allá de la fiesta brava, ofrecen historia, gastronomía, hospedaje y un amplio menú de actividades para que aficionados y detractores de este deporte descansen y disfruten de la belleza de los paisajes entre las faldas de sus cerros y volcanes.
Desconocía también que han sido tlaxcaltecas muchos de los mejores toreros que ha dado el país, que existe un museo dedicado a la especialidad en el mismo Pueblo Mágico donde los toros forman parte esencial de la fiesta patronal y que la plaza de la capital es considerada una de las más bellas y antiguas a nivel nacional.
INICIA EL RECORRIDO
Se dice que las primeras noticias oficiales sobre corridas de toros en el estado quedaron registradas en el año 1732, cuando se ofreció un espectáculo especial a las autoridades peninsulares en honor al triunfo del ejército español sobre los moros.
No obstante, es muy probable que la tauromaquia ya fuera una práctica común entre los habitantes de esta región desde mucho tiempo atrás.
El escenario de dichas verbenas populares fue, sin duda, la actual Plaza de Toros Jorge El Ranchero Aguilar, edificada en el siglo XVIII y considerada una de las construcciones de ese tipo más bellas del país al estar coronada con la torre campanario del ex Convento Franciscano del siglo XVI, que asoma por detrás y a un costado de la Catedral de la Asunción.
Andando por el Centro Histórico de la capital tlaxcalteca, entre los murales de su Palacio de Gobierno, los frondosos árboles de su Plaza de Armas y los muchos restaurantes de sus Portales, el coso con capacidad para 2,500 personas se convirtió en la primera parada obligada de la ruta taurina por la entidad, que contaba además con otros dos ruedos, uno de ellos el de Apizaco, que ya no visitaría, pero que es el de mayor aforo a nivel estatal y lleva por nombre Rodolfo Rodríguez El Pana, en honor al más célebre torero de la ciudad.
Antes de seguir, probó suerte con el pulque, otra insignia de la casa, a tan sólo unos pasos, en la pulquería La Tía Yola, que ofrece gran variedad de curados preparados al estilo tradicional de la ex-Hacienda de Xochuca, además de café y un bazar artesanal. Y partió hacia Huamantla, a menos de media hora de distancia.
MÁGICA Y BRAVA HUAMANTLA
Al entrar a la ciudad por el lado oeste, lo primero que se divisa es una magna escultura en bronce del artista Diódoro Rodríguez. Está dedicada a uno de los seres más emblemáticos de este Pueblo Mágico: el toro, que cada 15 de agosto forma parte esencial de las fiestas patronales a través de la popular Huamantlada.
Se trata de la celebración por el día de la Virgen de La Caridad y es una tradicional encerrada de toros, parecida a la que se hace en Pamplona, España, donde improvisados toreros corren por las principales calles de la comunidad intentando no ser alcanzados por las cornamentas de estos animales.
Sólo una muestra de lo compenetrada que está la fiesta brava con la vida de esta comunidad, que tiene además su propia plaza, La Taurina, y un museo de la especialidad, justo a un costado.
Allí se exponen, entre otras cosas, carteles de corridas, trajes de luces, muletas, óleos, banderillas, esculturas de bronce, objetos personales de algunos toreros famosos, fotografías y las maquetas de algunas otras plazas monumentales al interior de la República.
Pero no todo es bravura en esta tierra de casitas con fachadas alegres. También se puede visitar el Palacio Municipal, que al igual que el de Tlaxcala alberga interesantes murales del artista Desiderio Hernández, los cuales narran la historia de la localidad.
Asimismo, existe una galería fotográfica y una reproducción del Códice de Huamantla, que data de los siglos VI a VIII y es considerado el más amplio del mundo.
Contrastando la oferta taurina, está el Museo Nacional del Títere, otro tipo de arte que tiene gran arraigo en la comunidad, pero que es abordado en su espectro más universal, mostrando las técnicas y personajes de otras culturas de Europa y Asia.
Quiso visitarlo todo: el acueducto, la antigua estación del tren, el Santuario y Basílica de la Virgen de la Caridad, la Parroquia y el ex Convento de San Luis Obispo, el Centro Cultural.
Y remató con una deliciosa muestra gastronómica en la Casa de los Magueyes, donde lo agasajaron con la especialidad de la casa: El Tlacualero, que pone al centro de la mesa una serie de antojitos como los tlacoyos, las quesadillas, de sesos de maguey, la pancita blanca al epazote y otros más para la libre elección del comensal.
Lleva este nombre en remembranza del personaje del pueblo encargado de llevarles de comer a los jornaleros hasta su lugar de trabajo.
DE HISTORIAS Y DE HACIENDAS
Esa noche durmió muy cerca del pueblo, sin embargo, le pareció estar en medio de la nada, a una altura de 2,500 metros, rodeado de las prominentes cumbres del Iztaccíhuatl (La mujer dormida), Citlaltépetl (Lucero de la mañana) y Malintzin (Gran señor).
Fue acomodado en una de las calpanerías de la Hacienda San Pedro Tenexac y vivió con todo lujo y atención la experiencia de habitar la antigua casa de los trabajadores de este feudo.
Se cuenta que el territorio que hoy ocupa la hacienda fue poblado por otomíes y que en 1520, el capitán Hernán Cortés y los primeros 16 caballos que galoparon sobre tierras americanas atravesaron lo que se conocía como Tenexac (Cerro de Cal), con el objetivo avanzar hacia la Gran Tenochtitlan.
Y es que este lugar, según se presume en su página de Internet, siempre ha estado cobijado por la historia. Así, durante la invasión estadounidense de 1847, el entonces Teniente Primero y futuro Presidente de los Estados Unidos, Ulysses S. Grant, cabalgó proveyéndose de víveres y forraje rumbo a la ciudad de México, a través de las 12,500 hectáreas originales de la propiedad, que estaba dividida en 78 ranchos con sus 45 cabeceras.
Hoy, otros pasajes históricos se reviven a través de las grandes producciones cinematográficas que aquí se filman, tales como Cristiada y Arráncame la vida.
Catalogada, por su buen estado de conservación y su relevancia, como Monumento Histórico de la Nación por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), este lugar es además una de las haciendas ganaderas más prestigiadas de la región.
Actualmente, tiene una extensión de 460 hectáreas, de las cuales 10 son empleadas para cultivar la pastura de sus toros de lidia; con suerte, se puede ver por ahí a Lucano, el toro de la casa, que parece observar muy amistoso la llegada de los visitantes.
Entre las actividades que se pueden realizar acá está el kayak, en la laguna de la propiedad; senderismo y escalada en roca; paseos a caballo o en alguno de los autos de época que aquí se atesoran; así como clases de cocina tradicional con las anfitrionas y herederas de la hacienda.
UNA TIENTA EN LA LAGUNA
Llegó al último día del recorrido con la esperanza de hacerse torero en un día. Estaba invitado a una tienta de vaquillas en La Laguna, ubicada a sólo 4 kilómetros de la capital tlaxcalteca.
Se le llama tienta a un importante y minucioso proceso de selección de los animales de lidia, donde un grupo de profesionales evalúa en el toro diferentes aspectos como su bravura, clase y nobleza.
Por lo relevante de esta dinámica, que puede acabar o fortalecer el nivel de una ganadería, es evidente que se trata de un trabajo que no cualquiera puede realizar, pero como producto turístico y a manera de prueba, hay otras alternativas que en esta hacienda les gusta explorar.
Después de un nutritivo almuerzo, con carnes asadas, tortillas y salsas de gran variedad, está listo para pasar al ruedo que hay en el patio alterno de la propiedad. Apenas sale de la cortina de hierro y es correteado por el animal todavía son astas.
Cuánto respeto le mereció entonces el valor del torero, aunque no congenie con su actividad.
Quizá la próxima vez opte por un vuelo en globo o un paseo a caballo que también son ofrecidos por los dueños de esta fortaleza que data del siglo XIX.
Pudo seguir la ruta por otras importantes ganaderías como la de Piedras Negras, la primera en presentar un toro de lidia en España; la de Coaxamalucan fundada en 1928; la de García Méndez en el Rancho Santa Anita o la del Rancho la Escondida, anteriormente Hacienda Soltepec, que cambió su nombre para recordar la filmación de la película que protagonizó María Félix junto a Pedro Armendáriz y Andrés Soler; sin embargo, prefirió guardarse pretextos para volver.
¿CÓMO LLEGAR?
Tlaxcala se ubica a menos de dos horas de la ciudad de México. Saliendo de la Calzada Ignacio Zaragoza, se toma la autopista 150 México-Puebla-Veracruz y al pasar la caseta de San Martín Texmelucan, hay que conducir por la desviación hacia la autopista 117: San Martín Texmelucan-Apizaco, que conduce a la capital del estado.
ricardo.alonso@eleconomista.mx