Buscar
Arte e Ideas

Lectura 5:00 min

The Moth: atraídos ?por la luz

Un proyecto que recupera lo mejor de la tradición oral para contar y enseñar a contar historias.

The Moth (la polilla) empezó en 1997 como un proyecto de George Dawes Green, poeta y novelista, que quiso recrear en Nueva York un recuerdo de su juventud. Esas tardes en las que, sentado con sus amigos en el porche de su amiga Wanda, compartían historias. Las mariposas nocturnas se colaban por una rasgadura del mosquitero y empezaban a dar vueltas alrededor del foco. Los asistentes empezaron a llamarse the moths.

En Nueva York, el escritor empezó a organizar reuniones en su sala y de alguna manera esas historias contadas para sorprender a los amigos se convirtieron en la oportunidad para que muchos relataran algún momento dramático, emotivo, vergonzoso o humorístico de sus vidas. La reunión de The Moth migró a cafeterías y clubes; y en su propia descripción, la gente se empezó a arremolinar alrededor de las historias como mariposas nocturnas rodeando una flama.

The Moth se convirtió en una organización sin fines de lucro con un compromiso hacia el arte y oficio de la narración de historias. Celebrando tanto aquéllas donde el narrador es capaz de dotar vida a momentos de su cotidianidad, como esas otras donde alguien siente que vivió algo extraordinario y simplemente quiere compartirlo.

No es terapia pública, o un grupo confesional como podría serlo una sesión de soporte alrededor de una enfermedad, pérdida o alguno de esos males sociales de nuestra era. En The Moth, hay intención y dirección artística: el narrador trabaja su historia, la prepara, ensaya, y pule para el momento de la narración oral. Esta puede suceder en recitales públicos concurridos o a través de su programa semanal de la radio pública estadounidense.

El concepto parece una recuperación de las tradiciones de la narración oral como método de transmisión del patrimonio cultural o histórico de una tribu o grupo social. Así como, del otro lado del espectro, un pariente lejano: el stand-up, las rutinas realizadas por comediantes expertos o aficionados frente al público. Con distinciones notables.

En el primer caso, porque en las tradiciones orales importa más el contenido, la transmisión fiel e ininterrumpida del mismo y su repetición como ingrediente cohesivo comunitario. Se trata de saber quiénes somos, y la repetición de nuestros recuerdos y tradiciones colectivas, como puede funcionar en una familia cuando se relatan anécdotas de antaño, sirve para crear la argamasa de la memoria e identidad. Lo que importa es lo que se recuerda no individualmente, sino como grupo.

En el segundo caso, porque en el stand-up, lo que importa es el efecto que produce en quien escucha: el público. Es factible modificar, pulir y retocar las historias, incluso inventar algún aspecto nuevo, siempre y cuando sean más efectivas como humor y entretenimiento.

Detrás del proyecto de The Moth, hay, por supuesto, un elemento de desahogo, de expresión y confesión por parte del narrador.

Pero también, una conciencia de que esa narración requiere (detrás) un oficio, y puede ser más efectiva si se trabaja. Los participantes no leen: relatan, y aunque algunos pueden tener facilidad natural para ello, para el resto no deja de ser una habilidad aprendida.

Las sesiones de The Moth se han convertido en todo un fenómeno, que los ha llevado a la realización de giras y establecimiento de foros. Celebridades intelectuales o políticas han participado con historias propias. Desde Salman Rushdie, hasta Malcolm Gladwell.

En el escenario de The Moth puede uno toparse con un astronauta, un carterista o un campeón de concursos regionales de tragar contrarreloj hot-dogs (me niego a decirles perritos calientes).

The Moth organiza además competencias a micrófono abierto en varias ciudades estadounidenses, a veces, enlazadas con sus programas comunitarios en barrios perdidos. Se enseña a la gente a contar sus historias y después, éstas son llevadas a proyección en públicos más grandes. Tienen incluso una vertiente corporativa, de capacitación para que los empleados se valgan de la narración de sus historias para la consecución de sus objetivos empresariales.

Habría que destacar que uno de los principios del proyecto es que las historias narradas tienen que ser verdad y tienen que haber sido vividas por el narrador. No se trata de contar anécdotas chuscas e ingeniosas sucedidas a otros.

La web de The Moth permite someter una propuesta de historia, donde se invita al entusiasta a grabar 2 minutos. Se aclara que no se vale utilizarlos con frases del tipo y así empezó la más grande aventura de mi vida . Quieren escuchar la aventura, no su promesa. Las mejores historias pasan a formar parte de la web, el programa de radio, o incluso del escenario.

El primer libro de The Moth, recopilación de sus 50 mejores historias, salió a la venta esta semana, agotando la demanda en sitios como Amazon, donde la versión impresa requiere hasta dos semanas de espera. Como parte del lanzamiento, Daily Beast publicó un fragmento del libro, la conmovedora historia del escritor Adam Gopnik y cómo aprendió a comunicarse con su hijo adolescente a través del lenguaje y herramientas online. Un irresistible aperitivo, disponible en la web de ese diario digital.

Twitter: @rgarciamainou

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí
tracking reference image

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete