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Arte e Ideas

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Maratón Wagneriano desde el MET de NY

Se trata de la primera versión completa de las nuevas producciones de El Anillo del Nibelungo, de Richard Wagner.

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En un alarde de wagneromanía desbordada, el MET de Nueva York prepara dos fines de semana con las obras que integran la tetralogía de El Anillo del Nibelungo; son casi 20 horas con la mejor ópera que se puede ver actualmente en el mundo y que pasará en HD al Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Es la gran oportunidad de apreciar la producción más ambiciosa de esta casa de ópera que tuvo un costo de 16 millones de dólares.

Se trata de la retransmisión de la primera versión completa de las nuevas producciones de El Anillo del Nibelungo, de Richard Wagner (1813-1883) que el MET ha programado: El Oro del Rin para el 26 de mayo; La Valquiria, 27 de mayo; Sigfrido, 2 de junio; y El ocaso de los Dioses, para el 3 de junio. Todas las funciones comenzarán a las 11 de la mañana. Será un verdadero maratón para los numerosos seguidores del genial compositor alemán.

Vale la pena participar en el maratón wagneriano por muchas razones. El espectador tendrá una gran oportunidad de apreciar las cuatro obras de la era Robert Lepage, producciones grandiosas, espectaculares, que pretenden situarse en la misma tónica monumental de la obra de Wagner.

Tal vez por eso, según pudimos apreciar en el documental El Sueño de Wagner, de la cineasta Susan Froemke, el director canadiense Robert Lepage conciente de que desde su creación la escenografía no había estado a la altura de la música y el drama wagneriano se propuso la gran hazaña de equipararlas.

Hubo retos que parecían insuperables como la última escena de El ocaso de los dioses, en que la partitura demanda que los protagonistas caminen sobre un arco iris, cosa que no se había podido lograr. El intento fue más que bueno. Al respecto, Lepage reflexionó de este modo: En la época de Wagner sus ideas eran muy difíciles de llevar a la práctica, pero con los avances tecnológicos de hoy ¿por qué no intentarlo?

Pero el viaje creativo de Lepage y su equipo tomó un sendero por demás curioso y de mucho ingenio: se puede decir que fue hacia el futuro retrocediendo en el tiempo. Es decir, dio un salto hacia adelante proponiendo una nueva forma de hacer ópera con un fuerte componente tecnológico, pero al mismo tiempo caminó hacia atrás para descubrir la esencia de la gesta de los Nibelungos. De este modo, descubrió que el origen de las historias de estos personajes no estaba en Alemania, sino en Islandia.

El canadiense visitó aquella región y descubrió paisajes, confirmó leyendas y encontró hasta un museo con dibujos sobre los Nibelungos. En poemas heroicos y mitológicos muy antiguos, llamados Eddas, vislumbró las huellas de estos personajes. También supo que en el texto anónimo la Saga de los volsungos está recogida la versión escandinava de la leyenda de los Nibelungos.

Entre otras razones su nueva versión de El anillo tuvo éxito porque conjugó de una manera muy afortunada, lo que se llama una ventana de oportunidad para varios de los actores de esta empresa.

Efectivamente, la palabra clave es oportunidad. Como el MET de Nueva York hace unos cinco años pasaba por una crisis (de poca asistencia de público, producciones rutinarias, de caída de ingresos), el gerente general de esta casa de ópera Peter Gelb, ideó que era importante relanzar sus producciones. De hecho, ese fue el punto para contratar a Robert Lepage a quien pidió una nueva, vistosa, atractiva, versión de El Anillo del Nibelungo.

Fue así que para el director canadiense la propuesta significó una preciada oportunidad de entrar a la producción operística por la puerta grande del MET. Y por supuesto que puso en juego todo su talento y el de su equipo para hacer nuevas propuestas en este campo.

Por lo que respecta a la soprano dramática Deborah Voigt, quien hace el papel de Brunhilda, era una oportunidad de oro para desarrollar un buen papel, consciente de que en la historia de la ópera ha habido muy pocas y buenas Brunhildas, y ella tenía todo lo necesario para lograrlo.

En cuanto al vaquero texano Jay Hunter Morris (quien encarna a Sigfrido), la oportunidad de ingresar al MET representa la piedra de toque para lanzar a lo grande su carrera; esto ocurrió gracias a que el cantante originalmente contratado para el papel (Gary Lehman) renunció estando a unos días del estreno. Para Hunter eso se llama tener suerte.

También ocurrió que el director musical James Lavine, al no poder continuar por un enfermedad, dejó el espacio libre para que regresara al MET un gran músico experto en Wagner, el maestro Fabio Luisi, quien tomó de inmediato el riesgo y la oportunidad de dirigir musicalmente El Anillo del Nibelungo.

En fin, muchas necesidades se entrecruzaron para dar un resultado positivo. Un gran equipo estuvo colocado en el lugar y en el momento justos y supo aprovechar su momento de oportunidad. Lo que dio por resultado una tetralogía de El Anillo de las mejores que se han hecho en la historia del MET de Nueva York. Algo que no se puede dejar de ver.

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