De esclava a semidiosa

Según el Diccionario de Mexicanismos el malinchismo es una Actitud de quien muestra apego a lo extranjero con menosprecio de lo propio . En este sentido, ¿Juan Miralles (Tampico, 1930-Ciudad de México, 2011), autor de La Malinche, raíz de México (Tusquets Editores, 3ª. ed., 2007, 384pp., $249), era malinchista?

No, pues a lo largo del libro, Miralles pondera en todo momento las virtudes de quien fuera la mujer que sirve de traductora a Hernán Cortés antes, durante y un poco después de la Conquista, ya que sabía náhuatl y maya, mientras que Jerónimo de Aguilar un náufrago andaluz que llega a estas tierras siete años atrás que los conquistadores hablaba castellano y maya. Sin embargo, la propia respuesta esconde una paradoja: si bien Miralles no era malinchista por su apego a lo propio, en este caso La Malinche, sí lo era por ser más malinchista que la también llamada Marina, Malitzin o La Lengua.

Ya en su libro Hernán Cortés. Inventor de México (Tusquets Editores, 2001, 694pp., $219.00) Miralles muestra cierta simpatía para con los españoles con respecto a los indígenas, en La Malinche, raíz de México, tal empatía se vuelve hipérbole, tanto así que lo que el historiador celebra, el lector termina por abominar por aquello que José Hernández dice en Martín Fierro:

Los hermanos sean unidos, / Porque esa es la ley primera; / Tengan unión verdadera / En cualquier tiempo que sea, / Porque si entre ellos pelean / Los devoran los de ajuera , que fue lo que sucedió exactamente en el México antiguo al arribo de los conquistadores.

Sea lo que sea, La Malinche, raíz de México es una obra disfrutable para los gustadores de la historia del país, en la que Miralles acude a fuentes originales para crear un personaje que se antoja más de ficción que de realidad, del cual no se sabe sus lugares ni fechas de nacimiento y muerte, pero se puede especular que era de Oluta (cerca de Coatzacoalcos, Veracruz), en donde se hablaba náhuatl y en donde fue vendida o regalada como esclava a algún cacique de lo que hoy se conoce como Tabasco (de aquí su conocimiento del maya), y que, a su vez, se la regalan a las huestes cortesianas, junto con otras 19 esclavas, para que les cocinaran durante su travesía rumbo a la mítica Colhúa, que, a decir de los nativos, abundaba el oro .

Para el 21 de abril de 1519 en la playa de Chalchiuhcuecan (la primera Villa Rica de la Veracruz, hoy conocida como Antigua), Andrés de Tapia descubrió que una de la veinte esclavas era bilingüe, ya que sabía el idioma de las mujeres oriundas del lugar, hecho que se lo comunicó a Hernán Cortés que, a partir de entonces, mediante una triple traducción, la de La Malinche del náhuatl al maya, y la de Jerónimo de Aguilar del maya al castellano, los españoles pudieron enterarse de que el México antiguo era dominio de un huey tlatoani de nombre Mothecuzoma (Moctezuma) que vivía a varios días de distancia en la ciudad de Tenochtitlán.

Así, según la interpretación de Juan Miralles, La Malinche se convirtió en el poder tras el poder y de esclava se transformó en una especie de semidiosa que, de alguna u otra manera, gracias a su inteligencia, personalidad, fuerza, perspicacia, don de mando, manipulaciones, se logra la Conquista, pues no sólo es la voz (la lengua) y los oídos de los españoles, sino que, por ejemplo, los salva de ser muertos por los mexicas en Cholula.

Juan Miralles narra asimismo todas las aventuras y desventuras de La Malinche al lado de Cortés, de quien una vez consumada la Conquista tiene un hijo, Martín Cortés, y de cómo el conquistador la casa con el extremeño Juan Jaramillo, hombre de sus confianzas, con el que doña Malitzin procrea un segundo hijo/a, María Jaramillo, para después perderse en el silencio de los cronistas y en la leyenda del adjetivo popular del malinchismo.