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Crónica de una noche lluviosa con música de Lebanon Hanover
El dúo británico-alemán de post punk finalmente se presentó con su público mexicano después de una espera de nueve años y varias postergaciones por la pandemia de Covid-19, y fue tan oscuro, melancólico y enérgico como se esperaba.
Sadness is rebellion. La tristeza es rebelión. Es el nombre de una canción del dúo británico-alemán de dark-wave y post punk Lebanon Hanover producida en 2013 para el disco “Tomb for two”. Pero esta canción también se convirtió en un grito de guerra, un lema, un símbolo de identidad para quienes hallaron en su música una afirmación para abrazar su tristeza y no culparse ni estigmatizarse por ella.
Dicen que la música tiene cada vez menos nacionalidad y también sus creadores. De caras pálidas y siempre inexpresivas, aunque paradójicamente carismáticos, Larissa Georgiou, que prefiere llamarse “Iceglass”, de origen griego pero nacida en Suiza, y el británico William Maybelline, de facciones ásperas y halo vampiresco, formaron la banda hace no más de una docena de años, pero su popularidad, quizás por sus letras melancólicas, incómodas y que ponen sobre la mesa asuntos como el suicidio, la marginación, las condiciones mentales, subió como la espuma. No todas las mentes en este mundo empatizan con himnos que invitan a impostar la felicidad. Lebanon Hanover es una de esas antítesis.

Con apenas un disco de larga duración de Lebanon, “The world is getting colder”, de 2012, la revista inglesa “Terrorizer”, que desde 1993 se dedica a la música del circuito oscuro, la destacó como “la mejor banda británica que no sabías que existía”. A ese primer disco le han seguido seis trabajos de larga duración y tres puñados de poderosos himnos dedicados a la melancolía y todos con sus protagonistas inmutables.
Lebanon Hanover es una de esas bandas que han podido alcanzar la popularidad gracias a YouTube. Quizás esa ha sido la vía más fértil que ha enamorado a escuchas en todo el mundo. Y México no fue la excepción.
La identidad es un manifiesto
Es la noche del sábado en los límites entre el Estado de México y el norte de la Ciudad de México. Llueve en serio. Afuera del foro Punto Urbano, a pocos kilómetros del metro Cuatro Caminos, hay una fila enorme de botas Dr. Martens y variantes con todo tipo de plataformas, chamarras con estoperoles, abrigos a lo hombre misterioso londinense, piercings en los labios, pelos parados y, los que no, teñidos de cualquier color. Por supuesto, no faltan quienes llevan en sus ropas la leyenda “Sadness is rebellion”. Se están mojando con los cántaros pero inmutables e inamovibles. Hay que entrar, hay que entrar a como dé el lugar.
Al interior, a nada comienza ya el reencuentro de Lebanon Hanover con el público mexicano, a infames nueve años de su primera presentación y con una carretada más de poderosos himnos a la depresión. A decir del medio especializado “Filter”, Lebanon ostenta el también infame título de ser la banda con el mayor número de notas sobre un concierto pospuesto en nuestro país. Las entradas volaron cuando en 2019 el público “lebaniense” se enteró del regreso de “Iceglass” y Maybelline, para tocar en el Foro Indie Rocks a mediados de 2020. Después, pasó lo que todos sabemos y seguido de eso, una lista de reconfirmaciones y cancelaciones en las que no vale la pena abundar porque ese culebrón queda sepultado esta noche, llueva, truene o relampaguee. Literalmente.
Al interior, se organizan las filas para comprar cervezas y otros tragos, mientras la banda canadiense Traitrs le prepara el público al dúo gélido más carismático que ha pisado este escenario. En la fila de las cervezas, un carnal trae su chamarra que anuncia a Ley rota junto a una leyenda que dice “Apesta a destrucción”. Y en la fila de los tragos, otro lleva un abrigo muy al estilo del este de Europa con la palabra “Hate” en la espalda. Detrás de él, alguien más lleva consigo una chamarra de mezclilla que anuncia a The Cramps con un diseño muy del cine de serie B de los setenta; alrededor le cosió la etiqueta de Suicidal Tendencies. Una pareja se pasea de la mano: ella está vestida de blanco con un cubrebocas negro, él, vestido de negro con un cubrebocas blanco. Son las sutilezas que hacen de la identidad un manifiesto.
No faltan aquellos que le dan un llegue al Lestat de Lioncourt y al Louis de Pointe du Lac que Anne Rice inmortalizó en la celebérrima serie literaria de las “Crónicas vampíricas”, cuyo primer libro, “Entrevista con el vampiro” (1973), se popularizó aún más por la película dirigida en 1994 por Neil Jordan, con el debido guion de la autora… ¡ssshhh! El concierto está por comenzar. La gente está gritando. Larissa y William están sobre el escenario. Ya no hay punto de retorno.
Tengo una grieta dentro de mí
¿Qué se puede decir de un concierto tan esperado que no lo digan de una mejor manera los videos que paulatinamente se estarán colgando en YouTube?
Lea usted los títulos de algunas de las rolas que Lebanon Hanover regaló al público mexicano e imagine lo poderosas, incómodas, si quiere, y bellas letras compuestas por ambos: “Alien”, sencillo del disco “Let them be alien”, de 2018, del que también tocaron “Kiss me until my lips fall off”, una buena rola para dedicar al interés afectivo sin necesidad de impostar la felicidad: “kiss me until my lips fall off, kiss me until I start to rot”.
También sonaron “My favorite black cat”, “Albatross”, “Kunst” y “Gallowdance”. William Maybelline se contoneaba con el bajo en manos y sus ritmos bien marcados, bien duros. Y se contoneaba y la gente le gritaba. Se aproximaba al borde del escenario y se balanceaba hacia adelante, como para comerse al público. Y Larissa entre las sobras, inmutable en la guitarra y a veces en el sintetizador, con un maquillaje pálido y sombras en los ojos ya de por sí ensombrecidos.
Pero, ¿qué tal cuando tocaron “I have a crack”, que, por cierto, se incluyó en el EP “Babes of the 80’s”, de 2016? Ufff, un momento cumbre, con la voz de William, como si un muerto pudiera cantar sus lamentos: “I am an iceberg it's plain to see / the rest of me does not show / it scrapes along the bottom of the sea / I have a crack somewhere beneath me / maybe that explains why I can't always feel”.
El cierre del corte de canciones regulares fue para “Totally tot”, una combinación de inglés y alemán para declararse totalmente muerto. Y el público simplemente no paraba de gritar y aplaudir. Más tarde le siguió un encore con “The last thing”, el primer sencillo del disco más reciente, “Sci-Fi Sky”, publicado en 2020, en medio de la pandemia.
Por último, el himno de los himnos, al mismo tiempo que una reprimenda, que esta banda oscura dedica a su generación: “Babes of the 80’s”, para finalmente ahogarse en aplausos después de nueve años de espera. Fue brutal su defensa musical de la tristeza.
ricardo.quiroga@eleconomista.mx
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