Lectura 5:00 min
La formalidad en la calle: Acercándote al consumidor
Alfredo Duplan | Más allá del éxito
Como todos los domingos por la mañana, salí a correr a San Pedro de Pinta, un evento que se ha convertido en una tradición semanal en San Pedro, Nuevo León. Cada domingo, una de las avenidas más importantes del municipio se cierra al tránsito vehicular y se transforma en un espacio para las personas: corredores, ciclistas, familias, paseadores de perros y curiosos que simplemente quieren caminar, ver, y convivir. Un domingo en la mañana sin coches, pero lleno de vida.
Este tipo de iniciativa no es exclusiva de San Pedro. Lo vemos en muchas otras ciudades de Mexico y en ciudades de diversos paises en el mundo; grandes ciudades que le devuelven temporalmente el espacio público a los ciudadanos, para convivir con salud, comunidad, y cada vez más, con marcas.
Y es que donde hay gente, hay oportunidad. Las grandes marcas lo entendieron desde hace tiempo: es el lugar ideal para hacer activaciones, repartir muestras, obsequiar gorras o botellas con su logo y posicionarse en la mente del consumidor. El vínculo emocional que se genera al recibir algo durante una caminata familiar o al probar algo nuevo tras una sesión de yoga, podría tener un valor incalculable.
Pero lo realmente inspirador es lo que está pasando con las pequeñas marcas y los emprendedores formales que han encontrado en este espacio un canal alternativo de comercialización, promoción y validación. Son las nuevas caras de la formalidad en la calle. Son los dueños de restaurantes, los que venden salsas artesanales, galletas keto, o aguas funcionales. Son los emprendedores que tienen una tienda en línea o que ya venden en un supermercado, y buscan conectar directamente con el consumidor, sin intermediarios. Ahí están ellos o sus familias: el hijo, la esposa, la abuela, todos atendiendo con orgullo el stand. Porque para muchos, esto no es un hobby: es su negocio.
¿Y qué beneficios encuentran en este contacto directo? Muchos.
En primer lugar, retroalimentación inmediata. ¿Le gustó el producto al cliente? ¿Qué sabor prefirió? ¿Lo compró para él o para regalar? ¿Le tomó foto para sus redes? ¿Volvería a comprarlo? Todo ese conocimiento del consumidor es oro puro para cualquier empresa, especialmente si está empezando.
En segundo lugar, una nueva ocasión de consumo. Imaginemos un restaurante ubicado en una zona corporativa que de lunes a viernes tiene buen flujo, pero los fines de semana baja su actividad. Participar en San Pedro de Pinta o eventos similares les abre una ventana de oportunidad para vender en domingo, a un público completamente diferente: familias, deportistas, turistas locales. Una audiencia nueva con la que antes no conectaban.
Tercero, posicionamiento de marca. Estar presente en un espacio donde la gente va a disfrutar, a convivir y a cuidarse físicamente, le transfiere valores positivos a la marca: salud, cercanía, autenticidad. La marca deja de ser una etiqueta en un anaquel para convertirse en una experiencia viva.
Pero el impacto no se queda ahí. La oferta gastronómica también ha evolucionado. Si antes lo común era encontrar tacos de barbacoa, pambazos y jugos naturales, ahora se suman opciones como smoothies de matcha, chilaquiles sin gluten o hechos con maíz azul nixtamalizado, panadería keto, bowls veganos, y mucho más. Esto no solo habla de una profesionalización del emprendedor, sino de un consumidor más sofisticado, más consciente y más curioso. La calle se ha vuelto una especie de laboratorio social y comercial.
Lo que comenzó como un espacio de recreación ciudadana se ha convertido también en una plataforma de desarrollo económico. Un recordatorio de que no hay mejor manera de crecer una marca que estando cerca del cliente, mirándolo a los ojos, explicándole tu historia, convenciéndolo de probar, de quedarse, de compartir.
Y por supuesto, el consumidor también gana. Accede a productos novedosos, frescos, saludables o indulgentes, que probablemente no encontraría en su supermercado habitual. Y además, vive una experiencia: no solo consume, sino que conversa, aprende, se relaciona.
Este fenómeno es un ejemplo perfecto de cómo la ciudad, el empresario y el consumidor pueden construir algo juntos. Porque al final del día, todos queremos lo mismo: marcas auténticas, productos que conecten con nuestros valores y espacios donde podamos convivir con lo mejor de nuestra comunidad.
Así que la próxima vez que salgas a correr, a caminar o simplemente a respirar un poco de aire fresco en alguno de estos espacios urbanos, fíjate bien en esos pequeños stands. Puede ser que ahí esté naciendo la próxima gran marca, impulsada por la formalidad, la cercanía y el espíritu de salir a la calle a conquistar, paso a paso, al consumidor.
Esto es Más Allá del Éxito. Si hay algún caso que te intrigue o una tendencia que quieras analizar, ¡escríbeme! Este espacio también es tuyo. Nos leemos pronto!