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China, ¿salvadora del planeta?
Gabriel Quadri de la Torre | Verde en serio
La tecnología es la solución al calentamiento global, y China tiene un liderazgo arrollador e indisputable. No se basa en altruismo ingenuo, sino en el reforzamiento mutuo entre su poderío geopolítico y económico, y en la lucha contra el cambio climático, que tiene por columna vertebral la transición energética. China no sólo produce y despliega energías limpias en su territorio a una escala fuera de nuestra comprensión, sino que las hace disponibles a todo el mundo a costos que parecen irrisorios, particularmente en países en vías de desarrollo. Es a ellos a quienes China proporciona las herramientas tecnológicas y financieras para reducir emisiones, y de paso, para mejorar notablemente las condiciones de vida de la población. En Pakistán, la India, Nigeria, Sudáfrica y decenas de países más, gracias a los paneles solares chinos, la generación de energía limpia crece y pronto superará a la electricidad fósil. Una buena parte de la población en estas naciones ahora goza de energía barata que les permite soportar, gracias a aires acondicionados, veranos infernales que superan los 50°C. Se empiezan a generalizar también las baterías chinas que, en tándem con los paneles solares fotovoltaicos, hacen a hogares, industrias y servicios independientes del sistema eléctrico (además de cargar vehículos eléctricos). Paradójicamente, esto implica que grandes empresas eléctricas pierdan clientes e ingresos, y queden en una situación financiera insostenible ya que deben continuar pagando los costos fijos de generación en termoeléctricas y en transmisión y distribución de electricidad. Gracias a China, el mundo, por primera vez, generará más electricidad con fuentes limpias que con carbón en 2025, habiendo hecho a las energías limpias mucho más baratas que las fósiles. En 2035 la capacidad instalada solar y eólica en China será de 3,600 Gigawatts (GW), esto es 40 veces la capacidad instalada total de generación de electricidad en México. También será seis veces mayor que el total solar y eólico de Europa, y 11 veces que el de Estados Unidos en la actualidad. China produce entre el 60% y 80% de los paneles solares en el mundo, de las turbinas eólicas, de los vehículos eléctricos y de las baterías de litio. El sector de tecnología “verde” representa ya el 10% de su PIB y el 26% de su crecimiento económico. De las 60 centrales nucleares en construcción en el mundo al día de hoy, 30 están en China, y son más accesibles gracias a la estandarización tecnológica y economías de escala. Y están en desarrollo reactores nucleares relativamente pequeños, modulares y a bajo costo que van a revolucionar al sector eléctrico. De paso, China ha resuelto el gravísimo problema de contaminación atmosférica que la caracterizaba hasta la primera década del siglo. Todo ello, mientras moderniza su red de transmisión a pasos agigantados.
China asume a la lucha contra el calentamiento global como una gigantesca oportunidad. Instala plantas de generación de energía limpia a un volumen anual que supera a todo el resto del mundo junto. Esto es un poderoso factor de crecimiento económico y empleo, de exportación, de prestigio, e influencia global. Promover la energía limpia en el mundo es para China una enorme fuente de “poder suave”. China no sólo habla y pontifica en las COP de Cambio Climático (como ahora en la COP 30 de Belem, Brasil), sino que actúa, ofreciendo soluciones reales y viables para resolver la crisis climática. Sus exportaciones de paneles solares, turbinas eólicas, baterías, autos eléctricos, trenes de alta velocidad, y centrales nucleares, junto con transferencia de tecnología, asistencia técnica, financiamiento y diplomacia le otorgan un peso específico, ahora sin paralelo, en negociaciones internacionales. Le abren la puerta para otras inversiones en industrias e infraestructura, e incluso para bases militares. Todo esto, lo va logrando China a expensas de Estados Unidos, que, empujados por Trump, abandonan la carrera geopolítica y tecnológica más trascendente del siglo XXI. China produce más riqueza y empleos con energías limpias que Estados Unidos con combustibles fósiles. Es notable que las emisiones de CO2 de China han empezado a reducirse en términos absolutos, anticipándose a sus propios compromisos, y espera llegar a cero emisiones netas de CO2 en 2060. Es verdad que China aún construye centrales eléctricas de carbón y que este combustible fósil sigue siendo muy importante en su matriz energética. Ello tiene que ver con una obsesión entendible por la soberanía y la seguridad. También, con un proceso vertiginoso hacia la electrificación de toda su economía. Sin embargo, el carbón estará pronto en desfase absoluto. El consumo eléctrico crece al 6% anual en China, y representa la tercera parte del total mundial. Cierto, actualmente China es el país que más emisiones de CO2 registra, pero eso es por el tamaño de su población (1,300 millones de habitantes). Las emisiones per cápita de China son mucho menores que las de Estados Unidos y Australia, y aproximadamente de la misma magnitud que las de Alemania y Japón. El gobierno mexicano ignora a China, bajo su propio riesgo.